El servcio de responsabilización y
educación para autores de violencia doméstica: Analizando la práctica del
municipio de Río de Janeiro
The accountability and education service for domestic
violence authors:
Analyzing the practice in the municipality of Rio de Janeiro
Eliane
Vieira Lacerda Almeida |
Felipe
de Moraes Borba |
Universidade Federal da Bahia
- Brasil |
Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro –
Brasil |
Recibido: 27-02-2023
Aceptado: 22-05-2023
Este artículo tiene como objetivo analizar la
implementación del servicio de responsabilidad y educación al agresor condenado
por la práctica de violencia doméstica y familiar contra la mujer. La
metodología cualitativa fue aplicada en los Fóruns de Bangu y
Leopoldina, ambos en el Municipio de Río de Janeiro, en Brasil. Para ello, se realizaron
entrevistas con los equipos y observación directa de las sesiones de dos
grupos, y se selecionó como categorias de análisis la infraestructura, el
proceso de implementación y la metodología de atendimiento. El análisis fue concluyente
en el sentido de la inexistencia de una padronización en el servicio y en la
ausencia de formación para los profesionales, a pesar de que ambos equipos
acompañados hayan demonstrado pleno comproetimiento com el combate a la
violência doméstica y familiar.
Palabras clave: Lei Maria da Penha, género, poloticas públicas, Rio
de Janeiro, grupos reflexivos.
Abstract
This article aims to analyze the implementation of
the responsibility and education service for offenders convicted of domestic
and family violence against women. The methodology was qualitative and
empirical, carried out in the Bangu and Leopoldina Forums, both in the city of
Rio de Janeiro, in Brazil. For this purpose, we conducted interviews with the
teams and performed unstructured observations of the group sessions,
considering as categories of analysis the infrastructure, the implementation
process, and the service methodology. The analysis was conclusive in the sense
of lack of standardization in the service and lack of training for
professionals, even though the two teams monitored have shown full commitment
to combating domestic and family violence.
Keywords: Maria da Penha Law,
gender, public policy; Rio de Janeiro, reflective groups.
1.
Introducción[1]
La lucha de las mujeres para
garantizar la elaboración de políticas públicas de combate a la violencia
doméstica surtió efecto: militancia y poder público crearon mecanismos para
estimular que las mujeres denuncien a sus agresores, como, por ejemplo, tenemos
la creación de Juzgados especializados para atender mejor en función de
demandas específicas. ¿Pero entonces, qué paso después? Sucede que la justicia
para las víctimas no se acaba con una decisión judicial reconociendo la autoría
y materialidad de un crimen cometido en contexto doméstico, familiar o cuando
el agresor y victima mantienen una relación íntima afectiva.
El servicio de
responsabilización y educación para autores de violencia no fue pensado
inicialmente como instrumento de una política pública de género, habiendo
surgido paralelamente a los Juzgados Especiales Criminales (JECRIMS) en 1995.
En aquel momento, el instrumento recibía a hombres que estaban relacionados con
diferentes contextos de violencia, promoviendo encuentros individuales y colectivos
con el objetivo de crear un espacio de intercambio entre infractores (Paulo
Lopes; Fabian Leite, 2013: 69). De esta
forma, con la Ley Maria da Penha, el perfil de hombres encauzados pasó a
ser compuesto por autores de violencia doméstica y familiar contra mujeres.
La Ley María da Penha puede
ser dividida en tres ejes: aspecto penal, medidas de protección y medidas de
prevención/educación (Wânia Psinto, 2010). El servicio de responsabilización y
educación, enmarcado en el último eje, consiste en realizar encuentros donde
son abordadas las temáticas de género, para concientizar a los hombres sobre la
importancia de establecer una relación de no violencia con las mujeres. En los
artículos 35, inciso V e 45, existe la previsión de la implementación de
trabajos enfocados para los hombres en dicha situación. El texto, sin embargo,
no describe aspectos estructurales y de organización, tampoco define
precisamente términos como educación o reeducación, faltando así, directrices
básicas de implementación (Paulo Lopes; Fabiana Leite, 2013; Vivan Zorzella:
Elisa Celmer, 2016).
Más allá de las omisiones del
texto, existen problemas relacionados con la implementación del servicio: el
cual, teóricamente, debería ser ofrecido por un equipo multidisciplinario,
compuesto por profesionales de las áreas psicosocial, jurídica y de salud (art.
29 Ley Maria da Penha), a pesar de eso, normalmente el trabajo es
realizado solamente por asistentes sociales y psicólogos (José César Coimbra;
Úrsula Ricciardi; Lidia Levy, 2018). Reconociendo la basta producción académica
existente sobre el tema (Patricia Grossi; Maria de Fátima Casanova; Michele
Starosta, 2004); Paula Pates; Leandro Andrade, 2013; Tales Mistura, 2015; Carla
Silva, 2016; Isabela Oliveira, 2016, Raíssa Nthaft; Adriano Beiras, 2019;
Karine Moreira; Renata Tomaz, 2020), el presente trabajo innova al pensar el
servicio como parte de la implementación de una política pública de combate a la
violencia contra la mujer y respaldándose en la perspectiva del equipo. Por lo
tanto, analizamos la infraestructura de los locales de funcionamiento de los
grupos, la implementación y la metodología de atención ofrecida.
La investigación de campo
requirió ser interrumpida por la pandemia de Covid-19, por lo que presentamos
aquí los resultados recolectados antes de la implementación de la Ley
n.13.984co/2020, que comenzó a considerar la remisión de los autores de
violencia para el servicio como requisito para la concesión de medida
preventiva de urgencia, junto con las ya previstas en el art. 22 de la Ley Maria
da Penha, solamente como modalidad de suspensión condicional de la pena.
El artículo está estructurado
de la siguiente manera: comenzamos por la descripción de los objetivos y de la
metodología de la investigación utilizada para el análisis de los grupos
reflexivos. Seguimos con los relatos de los resultados obtenidos en el trabajo
de campo realizado en los Juzgados de la Violencia Doméstica y Familiar contra
la Mujer (JEVDFM) de los Fóruns Regionais de Campo Grande y Bangu
y del Fórum Regional da Leopoldina. Para concluir, presentamos nuestras
consideraciones finales.
2. Objetivos y Metodología
En Brasil algunos servicios
fueron implementados después de la creación de los Juzgados Especiales, antes
de la declaración de Ley María da Penha, porque la masculinidad violenta
ya era vista como un factor que influenciaba el cometimiento de delitos y
faltas. Sin embargo, fue con la Ley María da Penha que tuvo la
estandarización del perfil de hombres encauzados, haciendo que el servicio de
responsabilización y educación sea parte de la fase de implementación de la
política pública de combate a la desigualdad de género. Con todo, no existe
literatura sólida y suficiente sobre su papel desde una perspectiva de política
pública, de tal forma que la presente investigación se enfoca en observar cómo
el servicio está siendo implementado en Rio de Janeiro. Destacando, aún, que es
a través de la fase de evaluación de la política pública, cuando será posible
evaluar si las medidas adoptadas están logrando brindar protección a la mujer
como víctima en situación de violencia doméstica y familiar.
Elegimos adoptar una
metodología de abordaje cualitativo, con el objetivo de conocer en detalle el
proceso de implementación del servicio de responsabilidad y educación del
hombre agresor. El procedimiento empírico consistió en observaciones directas
de sesiones y entrevistas con el equipo que prestaba el servicio en los
distritos de Bangu y Leopoldina, ambos ubicados en la ciudad de Río de Janeiro.
Las preguntas fueron
semiestructuradas y abiertas, divididas en cuatro bloques principales de
preguntas: implementación, metodología, evaluación del grupo reflexivo e
impresiones profesionales. En cuanto al desarrollo, una de las autoras del
presente artículo realizó una entrevista en cada uno de los Fóruns
objeto de la investigación, momento en que entrevistó a dos profesionales por
equipo. En el transcurso de las entrevistas, algunas preguntas fueron
modificadas y/o incluidas, de tal forma que, con ellas, se tuviera mayor
cohesión con la realidad que estaba siendo descrita por los profesionales. Es
oportuno destacar que el termino “Entrevistada” está en femenino por referirse
a la persona entrevistada. La opción por la nomenclatura en femenino no guarda,
necesariamente, relación directa con el género de la persona entrevistada,
siendo ésta una decisión tomada para garantizar el anonimato de los
participantes.
Todas las entrevistas fueron
realizadas en la sala del equipo técnico de cada Tribunal. La duración promedio
de las entrevistas, tanto en Bangu, como en Leopoldina, fue de entre 60 y 90
minutos, sumados al tiempo de entrevista de los dos profesionales de cada
equipo. Antes del inicio, las entrevistadas recibieron los Términos de
Consentimiento Libre y Aclaratorio además de la información sobre los
objetivos, métodos y del secreto inherente a la investigación.
En Bangu, la entrevista fue
marcada por teléfono y la autorización fue dada directamente por el equipo
técnico. Ocurrido el día 27 de mayo de 2019, el procedimiento inició con la
Entrevistada 1 y, en el curso de la dinámica, se integró la Entrevistada 2. Esa
fue la estructura posible para atender la demanda del equipo. En el Fórum
Regional da Leopoldina, la autorización fue otorgada por escrito por parte
de la jueza titular del Juzgado. Las entrevistas fueron agendadas con el equipo
técnico y realizadas el día 11 de junio de 2019. También por cuestiones de
disponibilidad, la entrevista fue realizada por separado con las Entrevistadas
3 y 4.
Al mismo tiempo, llevamos a
cabo la observación –que “implica una mirada sistemática a las acciones de las
personas y el registro, análisis e interpretación de su comportamiento” (David
E. Gray, 2012: 321)– de la ejecución de servicios a los agresores con el fin de
analizar el desempeño de las profesionales que imparten los grupos, los
aspectos de la metodología aplicada y la estructura del espacio disponible para
el desarrollo de las actividades. La opción por la observación directa, es
decir, sin la intervención del observador, tuvo en cuenta el carácter
resocializador y pedagógico del grupo: la observación activa requeriría un conocimiento
previo sobre las dinámicas aplicadas y sus objetivos, elementos que escapan al
conocimiento de los investigadores, y podría perjudicar el desarrollo de los
hombres en ese espacio. Dado que el objetivo de la investigación fue analizar
la implementación de la política pública, la falta de interacción directa con
los agresores no afectó en modo alguno su desarrollo.
El grupo Bangu fue observado
en todas sus reuniones, que tuvieron lugar el 5 de junio, el 19 de junio y el 3
de julio de 2019. Los eventos siempre tuvieron lugar los miércoles, a las 15
horas, duraron alrededor de dos horas, a excepción del primer día. que, por
tratarse de una presentación y contar con un número reducido de participantes,
terminó en aproximadamente una hora y media. El grupo de Leopoldina también fue
observado en todas sus reuniones, realizadas los días 18 de junio, 2 de julio,
16 de julio y 30 de julio de 2019. Las observacions siempre se realizaron los
martes, a las 16 horas, y también duraron alrededor de dos horas, pero la
última reunión, como era una reunión de clausura, duró menos de una hora.
3. II
JEVDFM del Fórum Regional de Campo Grande y IV JEVDFM del Fórum
Regional de Bangu
El
primer punto observado en las Jurisdicciones fue el espacio destinado para la
atención de los hombres. En las dos regiones, el servicio es ofrecido dentro
del propio Foro, espacio en el que se desarrolla todo el proceso: atención de
la Defensoría Pública, Juzgado y celebración de audiencias. Creado entre 2015 y
2016, el servicio prestado por el equipo técnico de Bangu, compuesto por una
psicóloga y una trabajadora social, también atiende casos tramitados por el Juzgado
de Campo Grande. La Entrevistada 1 señaló la dificultad que encontró al inicio
de la implementación. Según ella, no se le dio formación alguna para orientarla
sobre los procedimientos que debía adoptar. Como método de estudio, las
profesionales comenzaron a asistir a otros grupos que ya estaban activos para
reproducir en el Juzgado de Bangu un modelo que ya funcionaba y que consideraba
las reglas
En el inicio, eran ocho
encuentros semanales de dos horas cada uno y todo el material utilizado había
sido adquirido junto al grupo de la Jurisdicción de la Capital. Después de
consolidar la réplica, las profesionistas comenzaron a buscar materiales
propios y así fueron modificando el contenido de acuerdo con las necesidades
del Fórum Regional de Bangu. De acuerdo con la Entrevistada 1, la
magistrada titular tiene la convicción de que el grupo reflexivo es una
práctica productiva y que, por lo tanto, debe ser expandido para un mayor
número de hombres. Una vez que el equipo técnico es compuesto por sólo dos
profesionales, reducir el número de encuentros para solamente tres fue la
solución que encontraron.
Así, los encuentros empezaron
a tener dos horas de duración, aunque después pasaron a ser quincenales y el
número de espacios ofrecidos fue ampliado de diez a catorce. Cabe destacar que,
en los encuentros que acompañamos, estuvieron presentes, respectivamente diez,
ocho y once hombres. Otro cambio fue que solamente hombres sentenciados eran
enviados al servicio, aunque, posteriormente, hombres que cumplían medidas
cautelares también pasaron a ser recibidos.[2]
De los dos grupos que se dan de forma concurrente, uno está compuesto
únicamente por hombres que cumplen condena, y el otro, que fue objeto de
observación, tiene un perfil híbrido, con hombres cumpliendo condena y
cumpliendo medida cautelar.
El objetivo de incluir a los
hombres que están en cumplimiento de una medida cautelar es el de intervenir
mientras el hombre aún está con la pareja que fue víctima de la agresión,
porque “se cree que esta práctica más reflexiva y más educativa, puede
aportar a la reducción de la violencia o para interrumpir ese ciclo violento”
(Entrevistada 2). La entrevistada 2 destacó que esa fue una sugerencia de los
propios hombres que fueron referidos al grupo después de la sentencia, pues
entendían que el tiempo para una intervención productiva ya había pasado.
Resaltamos que el proceso puede demorar unos tres años hasta que se dicte la
sentencia, sin considerar el tiempo de posibles apelaciones. Según las
entrevistadas, el objetivo ha sido tratar de prevenir nuevas agresiones entre
la medida cautelar y la sentencia.
3.1. Metodología de atención
en la Comarca de Bangu
El
equipo de Bangu tiene total discreción sobre el contenido enseñado, no teniendo
interferencia solamente en el número de sesiones, ya que el acortamiento fue
una determinación de la magistrada. En la primera reunión, el equipo nos
informó que habitualmente abordan el tema de los valores morales, los cambios
que se dan en la sociedad, los roles actuales de hombres y mujeres y las
transformaciones que exige el presente.
Además, se discuten cuestiones de legislación, como la Ley Maria da
Penha. En ese momento, no había una estandarización metodológica para el
modelo de tres reuniones.
También en la primera
reunión, el equipo trata de promover alguna dinámica que permita conocer a los
participantes: quiénes son, qué les interesa y qué necesidades tienen. Esto
permite adaptar los contenidos a la demanda de los propios hombres:
“[...] teníamos muchos
hombres que ya no seguían con sus parejas y el tema principal era la
indignación con la propia sentencia. Era importante conocer un poco más sobre
esta legislación. En el segundo grupo ya tenemos un número muy significativo de
hombres que aún mantienen una relación con su pareja, con su compañera, que
registraron el incidente. Y lo que nos dicen, como posibilidad e interés de
ellos, es discutir cómo superar la situación y poder continuar. Cómo
continuamos con la relación con este resentimiento, con este dolor, con estos
hechos tan fuertes que sucedieron” (Entrevistada 2).
El primer día de la
observación, estuvieron presentes diez hombres. El quipo se presentó y explicó
los cambios que se estaban dando en el perfil de hombres recibidos y en la
metodología aplicada, de tal manera que quedara claro para los hombres el
cumplimiento de la mediada preventiva y el porqué de que ellos estuvieran ahí.
La aclaración es importante ya que, eventualmente, estos hombres ni siquiera
fueron citados en acciones penales, al no haber ejercido su derecho de defensa
y ni siquiera haber sido escuchados por el poder judicial. El equipo fue
inflexible al informar que no se emitiría ningún informe sobre el grupo, por lo
que la magistrada no tendría acceso al contenido de las intervenciones de los
participantes. Dado que en el grupo no había condenados; este elemento es
fundamental para que las participaciones de los hombres no sirvieran como
prueba de la comisión de los delitos que se les habían imputado.
Antes de iniciar las dinámicas,
el equipo presentó la investigadora y pidió autorización para que ella pudiera
acompañar las reuniones. Una vez explicado el objetivo de la investigación,
todos estuvieron de acuerdo con la participación. Uno de los hombres rechazó
participar en las dinámicas, por considerar injusto el haber sido enviado al
grupo. La asistente social salió de la sala con él para explicarle que debía
ponerse en contacto con la Defensoría Pública. Este acto nos pareció importante
para que el sentimiento de injusticia no acabara contaminando a los demás
participantes.
La primera dinámica propuesta
fue la presentación: los hombres deberían de buscar una pareja entre el grupo
para presentarse; para lo cual, tendrían algunos minutos para conocerse. En
seguida, en lugar de presentarse a sí mismos al grupo, cada hombre debía
presentar al compañero con el cual se había previamente presentado. Además,
cada participante tenía que pegar un gafete con el nombre al colega, el cual
estaba colgado de un hilo en un pizarrón blanco. Ese ejercicio estimuló la
escucha sobre el otro y para comprobar si los hombres se habían podido aprender
por lo menos el nombre de los colegas con quienes conversaban. A pesar de la
coherencia de la propuesta y la claridad del objetivo, fue posible verificar
que la mayoría de los hombres tenían mucha dificultad para hablar del otro,
desviando el tema para hablar de su propia historia.
En seguida, la psicóloga
informó a los participantes las reglas del Tribunal y del funcionamiento del
servicio, procediendo con la firma de la carta compromiso. Cada hombre recibió
un círculo verde, en donde debería anotar lo que le gustaría que sucediera en
el grupo, y un círculo rojo, para anotar lo que no le gustaría que sucediera.
La propuesta era que ellos crearan las propias reglas, una vez que no era la
intención del equipo volver la reunión todavía más impositiva. Finalmente, un
hombre fue escogido para recoger las respuestas de los demás y colocarlas en un
pizarrón. En las respuestas al círculo verde, destacaban expresiones como
“actuar con la verdad” y la demanda por aclaraciones jurídicas. Entonces, la
psicóloga explicó el contexto del surgimiento de la Ley Maria da Penha y
la necesidad del poder público de otorgar mayor protección a las mujeres en ese
escenario de violencia doméstica y familiar.
La segunda reunión tuvo como
tema central el ciclo de la violencia doméstica. De los ocho hombres
participantes, solamente uno había escuchado hablar ella, pero no sabía de que
se trataba. El equipo escribió el ciclo en el pizarrón: la fase de la tensión,
la explosión y la luna de miel. La fase de tensión fue descrita como un momento
que se relaciona con las expectativas frustradas, ira, inicio del conflicto,
bromas, etc. La explosión sería la fase de la discusión y la violencia como un
hecho. Al final, cuando las profesionales iban a explicar la fase de luna de
miel, los propios participantes concluyeron que se refería la etapa de la
reconciliación.
La temática llevó a algunos
de los participantes a que hablaran sobre su insatisfacción con las historias
personales por las cuales pasaron y sobre cómo la Ley María da Penha era
aplicada; razón por la cual el equipo hizo la precisión de que la ley es
general, no personal y no debiendo ser pensada para atender cada detalle de la
vida de cada uno de los participantes.
Aún como parte de la
propuesta de reflexión sobre el ciclo de la violencia, el equipo pidió que los
participantes describieran las señales que identificaban en sí mismos cuando
están en la fase de explosión. La tendencia fue que los hombres describieran lo
que las mujeres hacían para causarles la explosión. A partir de la intervención
de una de las profesionales, uno de los hombres lo cuestionó sobre si ella era
casada. Al responder que no, algunos de los participantes se mostraron
irrespetuosos y sin confianza en su capacidad de poder hablar sobre las
relaciones matrimoniales, toda vez que ella no lo había vivido aún.
Uno de los participantes hizo
una pregunta sobre la medida preventiva y de reconciliación, lo que provocó que
el equipo interrumpiera la dinámica para aclarar la cuestión. Cerrada la etapa
sobre el ciclo de la violencia, el equipo pasó un bote con preguntas escritas
para los hombres. Las preguntas sorteadas fueron:
-
¿Qué
harías si tu compañera decidiera cambar todas sus contraseñas y no te lo
comunicara?
-
¿Cómo
es para ti no tener privacidad y no dejar que el otro la tenga? (Esta pregunta
fue realizada por la trabajadora social como una forma de profundizar en la
primera pregunta).
-
¿Cómo
reaccionarías si vieras a tu pareja mirando con admiración a otro hombre frente
a ti?
-
¿Qué
harías si tu pareja empezara a llegar a casa más tarde de lo habitual?
-
¿Alguien
le da vale night[3] a la
esposa? (Esta pregunta también fue hecha por el trabajador social para dar más
detalles sobre la pregunta anterior).
-
¿Qué
harías si te enteras de que tu mujer salió a un bar sin avisarte?
-
¿Qué
harías si tu compañera no contesta tus últimas llamadas?
-
¿Qué
harías por tu esposa si te dijera que ya no va a cocinar porque a ti no te
gusta lo que cocina?
La mayoría de los
participantes dieron respuestas socialmente aceptadas, lo que implica que un
hombre solo sentiría celos si se sintiera inseguro. La participación del equipo
fue fundamental para llegar a reflexiones y respuestas más profundas. Uno de
los hombres relacionó los celos con una cuestión de clase, diciendo que los
ricos viajan y salen solos, pero que los pobres no pueden ir a un bar de la
esquina, que es motivo de peleas, y agregó que los pobres no pueden pagar un
analista para discutir los conflictos que tiene. Cabe señalar que, para
conjugar las enseñanzas de las reuniones grupales, el equipo relacionó el
establecimiento de reglas realizado en la reunión anterior con esta dinámica,
demostrando que, así como el equipo acordó reglas con los hombres, también
pueden establecer reglas diferenciadas dentro de sus relaciones. En general los
participantes se mostraron más cómodos y comunicativos; creemos que esto se
debe a que las dinámicas les permiten hablar más de lo que piensan, tanto de
ellos mismos como del comportamiento de las mujeres.
En la primera parte de la
tercera y última reunión, fueron abordados los tipos de violencia. Los
participantes fueron orientados a no naturalizar el comportamiento que veían
con sus padres y amigos, no sólo contra las mujeres, sino con todas las
personas. Después de hablar de la violencia en contexto más amplio, se
enfocaron a hablar de la violencia contra las mujeres. En este punto, uno de
los participantes preguntó si la ley privilegia a las mujeres en detrimento de
los hombres. Las profesionales del equipo respondieron que no, porque los
hombres también pueden denunciar y procurar sus derechos, aunque no sea en ese
el local, y que las mujeres necesitan más de esa protección por causa de un
mayor número de casos denunciados.
Invitados a hablar, los
participantes insistieron en dar ejemplos personales, en lugar de discutir
conceptualmente la violencia. Esta práctica propuesta fue impedida por el
miembro del equipo que cortésmente aconsejó que ese día no era el momento
adecuado para informes personales. Posteriormente, el equipo alentó
explícitamente a los participantes a describir cuándo ellos fueron agresivos,
en detrimento de las narrativas actuales sobre cómo las mujeres fueron
agresivas. A los hombres les resultaba muy difícil hablar de sí mismos como
agresores, insistiendo en presentarse como víctimas. El equipo, a su vez,
enfatizó que el Juzgado no podía resolver los problemas sentimentales y
familiares, solo los legales.
En la sala se dispuso de
cinco globos, cada uno con un papel en su interior que contenía el nombre de un
tipo de violencia: psicológica, física, patrimonial, moral y sexual. Los
participantes fueron organizados en parejas. Cada pareja debía tomar un globo y
discutir entre ellos sobre el tipo de violencia que les tocó por sorteo. Se
dispuso de unos 10 minutos para los debates. Luego, los participantes le
dijeron al grupo lo que pensaban qué era la violencia que les tocó y, luego, el
equipo presentó el concepto legal de esa violencia[4]
en un papel para que alguno de los miembros de la pareja lo leyera. El equipo
trató de mostrarles a los hombres que la ley no es injusta, aunque algunas
mujeres hagan mal uso de ella. En determinado momento, los participantes
mostraron mucha indignación con las formas de los abordajes policiales. El
equipo, a su vez, demostró que el servicio en las comisarías tampoco es bueno
para las mujeres.
Durante la dinámica, dos de
los hombres que en el primer encuentro habían dicho que querían retomar la
relación con sus víctimas, se desdijeron y ahora manifestaron que ya no querían
volver, porque entendían que estaban en relaciones violentas. Al hablar de
violencia sexual, uno de los participantes incluso mencionó que, en la
telenovela, hubo un caso de una injusta acusación de violación; lo cual es
importante para demostrar cómo las coberturas mediáticas de casos de violencia
son ilustrativas para los hombres, pero que prefieren buscar ejemplos que
corroboren la visión que tienen de que la mujer es la culpable y el hombre la
víctima. Continuando, el equipo leyó algunos casos específicos y les pidió a
los hombres que identificaran qué tipo de violencia contaba la historia.
La
segunda parte de ese encuentro contó con la participación de la pasante de la
Defensoría Pública. Los participantes hicieron muchas preguntas sobre
encarcelamiento, medida de protección, divorcio, propiedades, unión estable y
costos procesales. El servicio finalizó con la entrega de una cartilla[5].
4. VI JEVDFM del Fórum
Regional da Leopoldina
En Leopoldina, fueron
entrevistadas dos profesionales del equipo técnico, ambas con formación en
psicología y con participación el grupo de reflexión de menos de un año;
tomando en cuenta que el servicio inició en el 2018. A diferencia de Bangu, en
la Jurisdicción de Leopoldina, son sólo psicólogos quienes imparten las
actividades en los dos grupos, con metodologías diferentes en cada uno. La
Entrevistada 3 aclaró que en los últimos cinco años ya había habido intereses
del equipo en realizar actividades de grupo, pero no había aún demanda del juez
o, cuando la había, era una demanda puntual, no suficiente para la formación de
un grupo. Sin embargo, en los últimos dos años que precedieron a la entrevista,
el entendimiento del juez que actuaba en el Juzgado cambió y el “[...]
equipo comenzó a recibir una cantidad considerable de órdenes judiciales para
llevar a cabo el grupo con los hombres que estaban condenados, por ser uno de
los requisitos SURSIS [de la Suspensión Condicional de la Pena]”
(Entrevistada 3). Ante la demanda del magistrado, el equipo buscó un
levantamiento bibliográfico por su propia cuenta, además de establecer diálogo
con otros profesionales, sin que se les brindara capacitación formal.
Para el inicio de la
implementación, el equipo se basó en la experiencia de una psicóloga cedida por
el área de salud, que ya realizaba actividades de grupo, aunque no en un
contexto de violencia doméstica y familiar contra la mujer. Así quedó con la
encomienda de elaborar la primera versión del trabajo de grupo, cuyos
procedimientos y estructura eran conversados y diseñados en conjunto con el
equipo. Un debate interno importante fue sobre la cantidad de encuentros, toda
vez que los profesionales tenían que encontrar un número adecuado: “[...] si
hacíamos una cantidad grande de encuentros, iba a impactar en otros frentes del
trabajo del equipo. Entonces decidimos optar por diseñar un grupo con cuatro
encuentros y que eso pudiera ser revisado más adelante” (Entrevistada 3).
Hasta el momento de la realización de la fase de observación en la
investigación, el modelo de cuatro encuentros era llevado a cabo en ambos
grupos de trabajo.
4.1. Metodología de atención
em la Comarca de Leopoldina
En cuanto a la metodología,
la Entrevistada 3 informó que la jueza actuante en ese Juzgado hizo que el
equipo se sintiera libre para decidir lo que se desarrollaría y aplicaría en
los grupos. El camino escogido fue el resultado de una construcción colectiva,
considerando lo que los profesionales entendieron como factible. La
entrevistada 3 mencionó que, en algún momento, la Corte de Justicia intentó
estandarizar la metodología de los grupos reflexivos, pero que ella no fue
testigo de esta fase: “Mirando hoy, me parece que esto no fue efectivo
institucionalmente; no hubo entrenamiento, este documento se perdió [...] Pero
no sé cuál es la posición del Tribunal hoy”. Las entrevistadas 3 y 4
informaron que, en ese Juzgado, no se distribuye ninguna cartilla a los hombres,
a diferencia de lo que sucede en Bangu.
De acuerdo con la información
brindada por la Entrevistada 3, hay dos grupos con metodologías diferentes
actuando en el Juzgado: uno en la parte de la tarde y otro en el turno de la
mañana. El grupo de la tarde es cerrado, con una media de participantes de
entre 15 y 20 personal. La Entrevistada 3 piensa que se basa en dos pilares:
testimonios y temas. Los temas sufrieron algunas variaciones a lo largo del
tiempo “[…] ya sea por el levantamiento bibliográfico, o por la experiencia
profesional dentro y fuera del grupo, ella [la psicóloga] fue identificando los
temas relevantes en la discusión” (Entrevistada 3). La profesional dio como
ejemplo de temáticas la agresividad, la idea de género y los celos. A partir de
esos temas, la profesional desarrolló métodos para trabajarlos de forma lúdica,
a través de juegos, actividades y, eventualmente, con algún otro dispositivo.
“Pero la idea [...] es que, a partir de ese tema, los participantes puedan
hablar de su relación como experiencia de aquello que ha sido identificado como
violencia o de su relación con aquel tema que fue trabajado o que está siendo
trabaja ese día.” (Entrevistada 3).
La Entrevistada 3 aclaró que
los encuentros en los dos grupos son quincenales y, cuando el participante
falta por dos ocasiones, tiene que comenzar en un nuevo grupo. La entrevistada
4 definió el grupo de la tarde como “[...] cerrado, quincenal, enfocado con una
metodología de grupos reflexivos [...] y más o menos programado”. El grupo no es
totalmente programado, como está activo desde hace casi dos años, algunos de
los participantes responden a más de un proceso. De esta manera, después de que
participan del grupo una vez, ellos regresan al grupo en un momento posterior
por causa de otro proceso. Ese es el motivo por el que la profesional tiene que
repensar las actividades propuestas, con el fin de que no sea algo repetitivo
para ellos. La Entrevistada 4 calificó las temáticas trabajadas en el grupo
como semiabiertas. Porque “[...] en ocasiones ocurren casos como que murió
alguien de la familia y entonces volvemos al tema, pero al final terminamos
haciendo alguna actividad que había sido programada, aunque sea con ese mismo
tema.” (Entrevistada 4).
La
observación fue realizada en grupo cerrado. El primer día, comenzaron cerca de
25 hombres, todos con sentencia. La profesional se presentó y, enseguida fue el
turno de la investigadora. De los hombres presentes, aproximadamente cinco no
estaban iniciando el grupo en aquel momento, pero si reponiendo una falta. En
aquel encuentro, se propuso que cada hombre se presentara individualmente
contando el motivo por el cual fue sentenciado. En la medida en que los hombres
contaban sus historias, la psicóloga tejía comentarios de tal forma que
contextualizara la práctica de los hombres con relación a la violencia contra
la mujer. Esos comentarios resultaron relevantes en tanto que muchos de los
hombres no alcanzaban a ver sus conductas como prácticas violentas o
exageradas, a pesar de que en su descripción usaban vocablos como “pelea”
“agresión” “palo” y “golpes”.
La mayoría de los hombres
mostró mucha voluntad para hablar de sí mismos y de sus historias, como para
intercambiarlas con los demás, especialmente cuando los relatos culpabilizaban
a las mujeres. De forma general, la profesional permitió la libre manifestación
de los hombres, no dificultando risas y expresiones que corroboraban narrativas
contrarias a las mujeres. Fue posible percibir en el discurso de la psicóloga
el reconocimiento de que algunas mujeres tienen también comportamiento
violento, aunque puntualizó que ellos estaban ahí para reflexionar sobre lo que
ellos habían hecho – lo que fue bien recibido por los participantes. Solamente
cuando las expresiones eran explícitamente misóginas la intervención de la
psicóloga pasaba a ser más de orientación que de concesión, como en el caso de
uso de la expresión “a las mujeres les gusta que les peguen”.
Por tratarse de hombres
sentenciados y que, por tanto, ya habían pasado por el proceso judicial y
fueron escuchados por la magistrada, las dudas jurídicas aparecieron en un
número reducido en comparación con la primera reunión del Fórum de Bangu.
En cuanto al descontento, no se basaba en dudas, sino en la sensación de
fracaso en el juicio. Algunos de los que respondieron a más de cinco demandas
llegaron a afirmar que el juez de ese Fórum era más estricto que los
demás, sobre todo porque tenían que cumplir otras condenas además del grupo
reflexivo, como realizar trabajo voluntario y comparecimento al notario.
Uno de los participantes
demostró un comportamiento exacerbado, al no estar de acuerdo con la condena y
e incluso llegando a hablar bastante alto con la profesional que impartía el
grupo. Solamente cuando ella le informó que, si no tenía estructura emocional
para participar en la actividad, ella podría informarle a la magistrada de su
comportamiento, entonces el hombre comenzó a ser más moderado. Los hombres que
asistieron para cubrir la falta en alguno de los otros encuentros de su grupo
originario no tenían la obligación de hacer su presentación personal, solamente
debía escuchar la de los miembros nuevos. Sin embargo, fue posible observar que
muchos intervenían en las historias de los otros, inclusive compartiendo
experiencias que tuvieron en el grupo en donde habían participado.
El segundo día suele ser
reservado para un debate acerca del machismo y el feminismo y, de acuerdo con
lo dicho por la profesional, son temas que siempre causan revuelo. La psicóloga
piensa que la resistencia a esos temas tiene un origen en las transformaciones
que los papeles de género han tenido a lo largo de la conquista por la lucha de
los derechos de las mujeres:
“Hasta
porque, ninguno de ellos se piensa a sí mismo como machista, es así hasta que
comenzamos a hablar concretamente sobre algunos puntos… Yo pienso que los
hombres ahora están en un momento que no saben cuál es su lugar. Nosotras, como mujeres, ganamos un espacio y
los dejamos a ellos así… ¡Lo que es muy bueno! Pero ellos no saben su lugar,
tanto como padres o como hijos […]” (Entrevistada 4).
Solamente tres hombres
estaban presentes al inicio de las actividades, lo que propició que la
profesional hiciera un abordaje más individualizado, preguntando como los
hombres estaban y como habían pasado esos 15 días entre el encuentro anterior y
aquel momento. Fue interesante observar que, al preguntarles sobre cómo están,
los hombres intentaron hablar de situaciones fuera de contexto por lo cual
fueron enviados al grupo. Este abordaje le dio una impresión de mayor
humanización de los participantes: en aquel espacio, no fueron reducidos a la
figura de agresor. A pesar de que habían llegado más, al final solamente siete
habían asistido. Dado que en la primera reunión se les avisó que una ausencia
no les perjudicaría, ya que podría ser sustituida, esto hace necesario
reflexionar si tal beneficio incentiva las ausencias.
En un segundo momento, el
equipo pregunto a los participantes qué era el machismo para ellos. La mayoría
de los ejemplos mencionados fue que el machismo era perjudicial para el hombre,
como ejemplo dieron el rechazo en las delegaciones de registrar una lesión
corporal sufrida por un hombre cuya agresora había sido hecha por una mujer.
Las respuestas demostraban la dificultad de los participantes en identificar
cómo el machismo afecta a las mujeres. Al hablar ya sobre feminismo, se
observaron problemas en su conceptualización, toda vez que los hombres que
quisieron intervenir sobre el tema demostraron entender que el feminismo es el
machismo practicado por las mujeres contra los hombres. En la visión de ellos,
la mujer quiere igualdad para practicar los mismos actos negativos que los
hombres. O sea que, para aquellos participantes, tanto el machismo, como el
feminismo son negativos, pues ellos se ven a sí mismos como victimas de las dos
conductas.
Importante resaltar que el
caso del jugador de futbol Neymar[6]
fue citado como forma de deslegitimar el feminismo y la palabra de las mujeres.
A pesar de la profesional del equipo haber presentado los conceptos de machismo
y feminismo, éste último siendo defino como igualdad de derechos entre hombres
y mujeres, los participantes no mostraron apertura a la recepción del concepto.
Muchos de ellos demostraron que se sentían agraviados porque cumplían esa
condena. También fue posible observar que algunos creen que hay inocencia en la
práctica de la agresión cuando hay una justificación. La psicóloga tuvo que
explicar que, para la ley, una vez que una persona ataca a otra, no es
inocente, aunque exista una historia anterior al acto.
Después del debate, fue
realizada una dinámica. La profesional colocó palabras como familia, tristeza,
violencia, odio, esperanza, decepción, violencia psíquica, muerte, felicidad e
infancia en un sobre y pidió que los hombres hicieran un sorteo. Los
participantes pudieron expresarse sobre otras experiencias que no estaban
relacionadas al episodio de violencia del proceso. Inclusive, espontáneamente,
reflexionaban sobre la violencia en un ambiente familiar en su propia infancia
y en otros momentos familiares que no vinculaban a las compañías amorosas.
Antes, fueron puestas a disposición palabras directamente relacionadas al tema
de violencia doméstica, pero hubo una reformulación para incluir otros temas
interesantes a la vida cotidiana como “[...] muerte, amistad, esperanza, miedo,
temas fundamentales. Intentamos ir más allá de la cuestión de la violencia
porque la violencia permea la vida, la historia, muchas veces el pasado.
Encontramos en la historia referencias a padres violentos y cosas así”
(Entrevistada 4).
Durante ese encuentro, en
comparación con el primero, fue posible observar que, con menos participantes,
pareció más fácil profundizar en las historias individuales y estimular la
forma más provechosa para la participación de los hombres con perfil más tímido
y retraído.
En el tercer encuentro, la
Entrevistada 4 menciona que los participantes comienzan a hablar de los cambios
y se propone una dinámica con un papel arrugado:
“Les pido hacer un dibujo de
alguna cosa que a ellos les agrade mucho; no les gusta eso de hacer dibujos.
Les digo que no va a ser considerado el estilo del dibujo y que yo no voy a ver
el dibujo si ellos no quieren. Al final, pido que vean el dibujo que lo
arruguen, eso causa un impacto y algunos no lo consiguen hacer. Eso mueve
bastante. Entonces hablamos de las cosas arrugadas, maltratadas, que nunca más
van a volver a ser las mismas, pero que la gente puede escribir otras historias
[…] Esa parte les mueve bastante” (Entrevistada 4).
Con la presencia
de 11 hombres, la profesional comienza preguntando cómo están. Hacen preguntas
sobre la reposición de los encuentros perdidos y causa inconformidad el hecho
de que las faltas justificadas nos sean consideradas. Superadas las cuestiones
sobre el funcionamiento del grupo, una vez más los participantes muestran
indignación con la obligatoriedad de los encuentros. En respuesta, la
responsable se expresó en el sentido de querer también la suspensión de quienes
cree que no aprenderán nada con el trabajo del grupo, pero que ella no puede
hacer eso. Este posicionamiento se hizo con la intensión de demostrar que cada
uno tiene allí sus obligaciones y que, como todos están obligados, los hombres
pueden sacar provecho de algo en el grupo, aunque sea en el ejercicio de la
palabra.
Así fue como inició la
dinámica del papel arrugado ya descrita. Y, cuando la psicóloga pidió que
arrugaran el papel con su dibujo, hubo mucha resistencia. La profesional,
entonces, dijo que era para que ellos vieran que nada vuelve a ser igual
después de ser maltratado, ya sea con otra persona o con ellos mismos. Algunos
de ellos se quedaron tranquilos y emocionados. En seguida, la integrante del
equipo técnico pidió que cada uno de los hombres contara lo que había dibujado
y que si aquel dibujo había quedado maltratado con la violencia vivida. Ese
momento de conversación sobre el estado del dibujo causó mayor emoción en
aquellos hombres que tienen hijos.
Dentro
de la conversación, surgieron cuestiones relativas al racismo y la homofobia,
especialmente sobre cómo el mundo está complicado actualmente. Uno de los
participantes llegó a decir en determinado momento que “es mejor pegarle a
la mujer que ser marido de Flordelis”[7].
Tal posicionamiento, analizado en conjunto con la mención del caso Neymar en el
encuentro anterior, demuestra cómo los casos mediáticos influyen en la
percepción de la violencia, a pesar de que los hombres prefieren acudir a los
casos que corroboran prácticas violentas contra las mujeres. En la misma línea,
un participante comentó que hoy en día ya no juzga a los hombres que matan
mujeres, porque el hombre puede haber sido agraviado como él. En la
oportunidad, varios otros hombres también se mostraron más solidarios con los
agresores luego de haber vivido la experiencia del proceso.
En un momento, una de las
participantes preguntó a la investigadora y a la responsable de conducir al
grupo si nunca agarraban a sus esposos por la camisa y los sacudían impacientes
y gritando y señalándolos con el dedo en la cara. Cuando la psicóloga y la
profesional lo negaron y dijeron que este tipo de comportamiento no era normal,
preguntó si era posible que él fuera el único involucrado con una “loca”.
Algunos hombres expresaron su preocupación por el tema de los antecedentes
penales y su impacto negativo en la obtención de un trabajo en el futuro. Este
posicionamiento demuestra que la reflexión más latente no parece ser sobre
cambiar la forma de relacionarse con las mujeres, sino con las consecuencias
sociales de una condena.
El cuarto y último encuentro
fue pensado para hacer una celebración por el fin de esta fase de los
encuentros. La profesional dijo que muchos hombres pueden pedir el envío para
tratamiento psicológico, ya que el grupo no propone ser psicoterapéutico, sino
reflexivo: “[...] ellos [los participantes] se quejan de no ser escuchados,
entonces tienen este tiempo. Para que puedan buscar alternativas distintas a la
violencia. Esto es lo que buscamos, estos otros caminos” (Entrevistada 4).
Asistieron diez hombres. Por
razones médicas, el grupo fue impartido por otra profesional del equipo
técnico. Ella preguntó a los hombres qué pensaban del grupo. Algunos
participantes querían volver a hablar de por qué estaban allí, pero la
profesional se mantuvo firme en centrarse al tema. El asunto del feminicidio
surgió espontáneamente, cuando algunos participantes dijeron que creen que los
hombres inocentes (como ellos en el grupo) están pagando por los que cometen
cosas más graves. Esta intervención es importante en tanto que, incluso en la
última reunión, algunos hombres se fueron sin darse cuenta de la gravedad de su
conducta. Finalmente, se distribuyeron los formularios que servirían como
evaluación del grupo por parte del equipo técnico de la sentencia. Se observó
que, a pesar de que era obligatorio, buena parte de los hombres no las
respondieron completo.
Conviene hacer algunas consideraciones acerca del grupo
trabajado en el período de la mañana. Es un grupo abierto, por lo que hay un
flujo de entrada y salida de personas. Esto se debe a que los hombres necesitan
completar cuatro reuniones en un período determinado y, por lo tanto, las
personas que inician el grupo no son las mismas que lo terminan, habiendo una
mezcla de antiguos y nuevos integrantes. La participación viene siendo de entre
nueve y 16 hombres por reunión. La forma de funcionamiento del grupo también es
abierto: hay reuniones quincenales y en cada reunión se alterna quién dirige el
contenido. La primera reunión es con un miembro del equipo técnico, la
siguiente es con un invitado, la tercera es nuevamente con el profesional del
Juzgado y, finalmente, la clausura la realiza otro invitado.
Los invitados hasta el
momento han sido “[...] representantes de Alcohólicos Anónimos, Narcóticos
Anónimos, Defensoría Pública de la Mujer, [...], Neuróticos Anónimos”.
Además, en el momento de la entrevista, ya se había establecido contacto entre
el equipo y el Centro de Valoración de la Vida, quienes enviarían a un
representante para participar en futuras reuniones. En cuanto a la elección de
los invitados, la Entrevistada 3 aclaró que estar en contacto con estos
representantes puede llevar a ganancias específicas, como, por ejemplo, que un
participante que abusa del alcohol aproveche el acercamiento con Alcohólicos
Anónimos para resolver este tema en concreto. La entrevistada 3 incluso destacó
que el tema del alcoholismo ha permeado la violencia doméstica y familiar
contra las mujeres, pero ratificó que tales conquistas no son la intención
principal; el objetivo primordial con la inclusión del hombre en un grupo es
que despierte el sentido de pertenencia:
“La
razón principal es que, en nuestro contacto previo con estas instituciones
hermanas, en este caso, vemos que tienen una experiencia de rectificación
subjetiva, por decirlo así, desde el momento en que ellos se envuelven en la
respectiva institución hermana, sea cual sea. Entonces toda la vida anterior
cambia. La forma en que hablas de esta experiencia cambia completamente desde
el momento en que te unes. Es decir, frente a una dificultad, frente a una
experiencia de desamparo, frente a una experiencia de violencia que en otros
momentos acompañó la trayectoria de estas personas, relacionadas o no con la
violencia doméstica y familiar. A partir de cierto momento, comienzan a verse a
sí mismos y a su experiencia de una manera diferente. [...] pensamos que puede
haber una transmisión de esta situación” (Entrevistada 3).
La Entrevistada 3 informó
que, para esos encuentros, no están definidos los temas, de tal forma que, en
los días en que el grupo es conducido por el equipo técnico, el primer objetivo
es transmitir la idea de cuidado, mostrando que las profesionales están ahí
para escuchar las historias de los participantes. De acuerdo con el relato de
la profesional, no solamente por su experiencia personal, sino que también por
el diálogo que ha tenido con colegas de otros Juzgados, que los hombres llegan “[...]
queriendo hablar sobre lo que sucedió, quieren hacer una rectificación, decir
que no fue tal cual, que no fue escuchado […]” (Entrevistada 3). Así, la idea
del cuidado es puesta en práctica a través de la escucha de las historias
personales, toda vez que la historia de uno puede provocar que otro
participante se identifique y coloque la misma situación en otra perspectiva.
La importancia de eso reside en el hecho de que muchos agresores se miran a sí
mismos como víctimas:
“Desde una perspectiva no
jurídica, tal vez sea adecuado entender que son víctimas, pero el punto es que
están obsesionados con esa idea, no hay desplazamiento; pero para otros hay un
cierto desplazamiento, hay un desahogo, eso es muy evidente. A veces, los
muchachos participan en la primera, segunda, tercera, cuarta reunión y luego
dicen: “Sí, pero si estamos aquí, al fin y al cabo, es porque hicimos algo
[...]”. Pensamos que ese es un primer paso: “Oh, hice algo” o “De alguna manera
contribuí a lo que pasó […]”. Necesitamos mostrarles que estamos dispuestos a
escuchar, que estamos dispuestos a cuidar” (Entrevistada 3).
Ese comportamiento de
victimizarse fue largamente constatado en los grupos observados. Las
profesionales de los equipos presentaron las dificultades para trabajar con las
dinámicas propuestas, porque los hombres tienen la tendencia a monopolizar las
pautas para volver a hablar de la situación de violencia que motivó el proceso,
siempre desde la perspectiva de librarse de la responsabilidad. Existen muchas
resistencias y dificultades por parte de los participantes para pensarse y
pensar la relación afectiva de forma mucho más amplia.
Cabe resaltar que el primer
contacto del condenado con los profesionales del Equipo Técnico del Juzgado de
Leopoldina es en la entrevista para encausarlos, es cuando el equipo los dirige
tanto al grupo, como a la prestación de servicio a la comunidad. En ocasiones
han transcurrido de dos a tres años entre el hecho y esta entrevista, debido a
los recursos procesales que se interponen y retrasan el cumplimiento de la
sentencia. Cabe señalar que el largo lapso que pasa entre el hecho y el
cumplimiento de la sentencia; también se observó en el Juzgado de Bangu, y fue
incluso la razón por la cual ese Juzgado comenzó a formar grupos de reflexión;
aún en la etapa de la medida de prevención. La intención era acercar el momento
del grupo al hecho delictivo para evitar la reincidencia, ya que el agresor no
recibe ninguna orientación ni ningún tipo de trabajo que pudiera provocar
cambios en su comportamiento durante el período de tramitación del proceso.
Así, sólo queda el resentimiento por estar respondiendo a un proceso penal, en
el que muchas veces el agresor no entiende su conducta como una agresión y se
siente agraviado.
5. Consideraciones finales
La falta de articulación en
la implementación de la política pública en la pauta de la violencia doméstica
en Brasil es una situación notoria (Carla Penafort, Terezinha Mafioletti, Aida
Maris Peres, 2019). En el caso del servicio de responsabilización y educación
para agresores, encontramos un escenario similar, comenzando por la falta de
capacitación por parte del Tribunal de Justicia. La implementación solo fue
posible gracias al compromiso de los profesionales en la búsqueda por el saber
y en el intercambio con otros profesionales que ya habían estado trabajando con
los grupos.
Uno de los reflejos de la
ausencia de formación, o de una orientación mínimamente unificada del Tribunal
de Justicia, es la falta de estandarización en la metodología del servicio. El
grupo Bangu originalmente tenía ocho reuniones y se redujo a tres para atender
la alta demanda del servicio, mientras que los dos grupos en Leopoldina operan
con cuatro reuniones, también para poder cubrir la realidad local. En los dos
foros, el equipo técnico no trabaja exclusivamente para la implementación de
los grupos, siendo esta solo una de las funciones que realizan en medio de
otras tareas, como la elaboración de estudios psicosociales de casos
judiciales.
En cuanto a los temas
planteados por los equipos en las reuniones, los dos grupos utilizaron
dinámicas más lúdicas para introducir temas de gran relevancia en los estudios
de género, como el feminismo, la violencia y la legislación. Sin embargo, una
sugerencia que es relevante para observar es el posible bajo nivel educativo de
los hombres que participan en los grupos, considerando que esto impacta en la
forma en que asimilan los temas y se relacionan con el mundo. Por ejemplo, en
el grupo Bangu, los hombres parecieron no entender las definiciones presentadas
por el equipo sobre los tipos de violencia, ya que se ofreció como explicación
la definición adoptada por la ley, con un lenguaje más elaborado. En
Leopoldina, los hombres utilizaron ejemplos tomados de telenovelas y casos
mediáticos para expresarse, haciendo uso de recursos de la cultura popular para
exteriorizar su descontento con las mujeres.
En cuanto a los criterios
para enviar a los hombres a los grupos, Bangu se mostró vanguardista,
considerando que incluso antes de la aprobación de la Ley n. 13.984/20, ya
había admitido a hombres en cumplimiento de una medida de prevención. Se adoptó
esta innovación porque, según información recabada en la entrevista, el
magistrado de ese Jurisdicción quería actuar en un momento procesal más cercano
a la comisión de la violencia y donde había mayor probabilidad de que el hombre
aún mantuviera una relación afectiva con la mujer que lo denunció. Leopoldina,
por su parte, solo aceptaba hombres ya sentenciados. De hecho, esta diferencia
tuvo un impacto notable en el perfil de los hombres: en Bangu, la mayoría
estaban casados o vivían en una relación estable, mientras que, en
Leopoldina, la mayoría eran hombres solteros o divorciados.
La inclusión de hombres en
cumplimiento de una medida preventiva presentó una dificultad: el hecho de que
estos hombres aún no han sido escuchados y en ocasiones ni siquiera cuentan con
un abogado ni acuden a la Defensoría Pública. Como resultado, no parecían
entender las razones judiciales para ser remitidos al grupo reflexivo, que
consumía mucho tiempo con demasiadas dudas legales. Por lo tanto, el grupo
podría ser más útil si estos hombres hubieran recibido orientación legal
previamente, para definir que las reuniones no estarían destinadas a esto. Las
dudas legales también estuvieron presentes en el grupo de Leopoldina, pero en
menor cantidad y más en un tono de descontento que de falta de información.
La conclusión a la que se
llega en este trabajo es que, hasta el momento, no es posible determinar
cuántos de los procesos tienen como finalidad la remisión del agresor a los
grupos en sustitución de la privación de libertad, ni si esta medida tiene
algún impacto en la disminución de la violencia, por falta de criterios de
evaluación. Y eso, para nosotras, como militantes por los derechos de las
mujeres, es bastante frustrante. Se hace un esfuerzo para que las mujeres
víctimas de violencia denuncien a sus agresores, y quienes sí lo logan hacer,
pasan por el doloroso proceso judicial y, cuando obtienen una sentencia
favorable, los hombres participan en tres o cuatro reuniones, que no duran ni
dos meses, y quedan libres. Los equipos
de profesionales están muy comprometidos con la lucha contra la violencia hacia
las mujeres, pero también están sobrecargados y sin apoyo para una implementación
institucionalizada con criterios de evaluación efectivos.
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[1] Este artículo fue apoyado con fondos
de la Fundação Carlos Chagas Filho de Amparo à Pesquisa do Estado do Rio de
Janeiro (Faperj) y de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de
Nível Superior – CAPES.
[2] El equipo de Bangu ya estaba
trabajando con los hombres enviados en cumplimento de medidas preventivas desde
antes de la aprobación de la ley n. 13984/2020.
[3] “Vale Nigth” es una
expresión brasileña que hace referencia al “permiso” que algunos de los
miembros de una pareja obtienen para poder salir en la noche a divertirse sin
su compañero o compañera. La expresión recoge la noción de la política social
de otorgar vale de transporte, vale de alimentación, etc.
[4] Tales conceptos están previstos en
el artículo 7º de la Ley Maria da Penha.
[5] La cartilla está disponible en el
sitio web: http://www.tjrj.jus.br/documents/10136/3480102/cartilha-maria-penha.pdf [25/05/2020].
[6] En el momento de ese encuentro, el
futbolista Neymar da Silva Santos Júnior había sido denunciado por violación
sexual por parte de la modelo Najila Trindade, sin embargo, la modelo terminó
siendo procesada por denuncia calumniosa. El caso fue ampliamente difundido por
los medios de comunicación y utilizado para reducir la lucha de las mujeres
contra el abuso sexual, incluso dando lugar al proyecto de ley denominado “Neymar
da Penha”, cuya propuesta es aumentar la pena para los casos de acusaciones
falsas de violación.
[7] El día 16 de junio del 2019 el
pastor Anderson do Carmo fue asesinado en la puerta de su casa. Entonces, su
esposa, la diputada federal Flordelis dos Santos de Souza, dijo que fue un
asalto. A pesar de eso, cuando las pesquisas avanzaron, algunos hijos del
matrimonio llegaron a estar presos y todavía hoy se investiga si la diputada
estuvo relacionada con el asesinato del su marido. El caso fue ampliamente
divulgado por los medios de comunicación por causa del cargo político que
ocupado por Flordelis.