Celia Amorós,
Maestra de Maestras
Celia Amorós, Mentor of Mentors
|
Rosalía Romero Pérez |
|
Universidad de Sevilla - España |
Resumen
En este artículo se argumentan y
documentan dos ideas fundamentales sobre el Feminismo Ilustrado: la primera es
que las investigaciones realizadas en su marco teórico han ayudado a explicar
el proceso de emancipación de las mujeres españolas a partir de la Transición a
la democracia; y la segunda es que se identifican unas señas de identidad que
recorren su historia, desde que nació en el siglo XVIII hasta la actualidad.
Ello ha sido posible gracias al magisterio ejercido por Celia Amorós, que ha
formado a nuevas maestras.
Palabras clave: razón patriarcal, feminismo
ilustrado, feminismo filosófico.
Abstract
This article
argues and documents two fundamental ideas about Enlightened Feminism: the first is
that the research conducted within its theoretical
framework has helped to explain the process
of emancipation of Spanish women since the
Transition to democracy;
and the second is that it
identifies certain characteristics that run through its history,
from its birth in the 18th century to the present day. This has been possible thanks
to Celia Amorós whose
guidance has trained new mentors.
Keywords: patriarchal reason, enlightened feminism, philosophical feminism.
Entiendo que ser maestra
es la acción continuada en el espacio y
en el tiempo que se
manifiesta con la creación de público.
1. Introducción
Un estudio del legado
de Celia Amorós desde el punto de vista de su magisterio y de la creación de
“Escuela”, en mujeres que a su vez se convierten también en maestras, requiere
discernir los aspectos del feminismo filosófico amorosiano
que constituyen un continuum con el conjunto de discursos que se reproducen
indiscutiblemente en individualidades distintas y que, por consiguiente, nos
obliga a precisar el concepto de “maestra” que utilizamos. Ello implica
delinear las señas de identidad que se mantienen en un proceso histórico que
abarca cincuenta años, caracterizado por ser un periodo en el que los cambios
por influencia del feminismo se han producido exponencialmente, en comparación
con cualesquiera de los periodos que elijamos de la historia española.
En España, el año de
la muerte del dictador, 1975, coincide con la Declaración de la ONU como Año
Internacional de la Mujer. En la dictadura, que duró casi cuarenta años, las
mujeres volvieron al estado de minoría de edad legal, cuestionado desde la
lucha contra el Antiguo Régimen, situación de exclusión intensificada tras el
triunfo de la Revolución francesa. Para salir de esa minoría de edad legal y
conquistar la libertad para nuevos estilos de vida, en los que la autonomía de
las mujeres fuera el leitmotiv de un
movimiento social emergente, el movimiento feminista, hacían falta muchas
maestras que decidieran dedicar sus vidas a la lucha por la liberación de las
mujeres. Para ello era necesario la construcción de teoría. Y se requería
conocer la historia: la génesis del estado de minoría de edad legal de la mitad
de la población y los discursos filosóficos tanto legitimadores como críticos
con esa realidad. Es importante señalar que al hablar de Celia Amorós como
filósofa y maestra es insoslayable el nombre de Amelia Valcárcel (2010) porque
juntas, si bien cada una con su concepción filosófica propia y con su
individualidad, han defendido los fundamentos del Feminismo de la Igualdad, el
Feminismo Ilustrado y la Democracia Paritaria. Ana de Miguel ha señalado en
distintos foros que el gran desarrollo y el éxito del feminismo en España es
porque “nos subimos a hombros de gigantas”, refiriéndose a Celia Amorós y a
Amelia Valcárcel.
A Amorós se le
reconoció el estatus de “madre del feminismo filosófico” en América Latina en
la década de los años noventa (Femenías, 2010) y el
reconocimiento académico se extiende a Estados Unidos y a Europa (Romero Pérez,
2019). El contexto histórico en el que emerge como teórica del movimiento
social feminista fue en la etapa de la Transición española a la democracia.
Cuando decimos que Celia Amorós es maestra de maestras no estamos queriendo
decir que la relación que subyace a ambas partes sea unidireccional y unívoca:
la maestría amorosiana se construye en un proceso de
escucha en el que se da también una aspiración reciclada por la maestra de las
aportaciones de las discípulas. Su maestría se entiende mejor si definimos el
concepto de maestra como la acción
continuada en el espacio y en el tiempo que se manifiesta con la creación de
público.
Cuando comienza la
Transición a la democracia en España, Amorós aborda en sus escritos, entre
otros muchos temas, el androcentrismo en la Filosofía y en la institución
universitaria, las diferencias entre capitalismo y patriarcado y la institucionalización
de la genealogía patriarcal. En este
artículo pretendemos mostrar cómo Amorós y las maestras que ha formado han
alumbrado teóricamente para comprender el proceso de liberación de las mujeres
a partir de los años setenta del siglo XX, contribuyendo de una manera
importante al cambio hacia mejor producido.
El pensamiento sobre
el contexto histórico nacional e internacional, es decir, la ontología del
presente, ha necesitado el análisis de la génesis histórica del patriarcado
contemporáneo, y también ha generado necesidades explicativas requeridas por el
avance de las ciencias, por las reacciones contra los derechos conquistados por
y para las mujeres, y por los debates sobrevenidos coadyuvantes a la propia
intrahistoria finisecular y de las primeras décadas del siglo XXI. Por todo
ello, analizamos los conceptos de Igualdad, Libertad y Sororidad y su
significancia para, en palabras de Celia Amorós, un feminismo emancipatorio para las mujeres.
Y ello no es posible sin que en el acelerado proceso histórico al que estamos
abocadas, medie la Ética desde una posición activa que ponga límites a la
barbarie tecnológica y neoliberal, y destape los encubrimientos de la misma
niquelados por el eufemismo del venerable concepto de libertad.
2.
La Transición española a la democracia: androcentrismo, patriarcado y
genealogía (1975-1985)
En esta primera
década de la democracia española contemporánea se recuperan derechos civiles y
políticos que habían sido anulados durante la dictadura. Amorós se define como
feminista de la Igualdad y en su concepción del mundo encuentra notables
sintonías con Simone de Beauvoir y con Kate Millett. Ser feminista de la Igualdad significa abogar por
la emergencia de las individualidades, y no de las identidades, en las mujeres,
llegando a ser no sólo sujetos de deberes sino también sujetos de derechos, en
igualdad con los varones.
Kate Millett en el marco del Feminismo Radical contribuye a
documentar la divisa “Lo personal es político”. La sujeción de las mujeres en
la familia y en la vida privada, las altas cuotas de analfabetismo femenino,
las separaciones conyugales que estaban legalmente imposibilitadas para
concluir en un divorcio, la reforma urgente de la normativa respecto de la
patria potestad que no reconocía derecho alguno a las mujeres madres, la
violencia masculina intrafamiliar, etc. eran problemáticas candentes que el
feminismo español afrontó, en la época de la Transición. Veamos cómo Amorós
dirige las investigaciones sobre la situación de las mujeres y sobre su génesis
en las sociedades contemporáneas y en la tradición.
2.1.
La crítica al androcentrismo
La obra escrita de
Amorós tiene unas señas de identidad propias desde sus inicios y ello tendrá
una repercusión importante en la hermenéutica feminista. En 1976 criticó el
androcentrismo que impregnaba por doquier a la institución universitaria
española y sentó el pilar de la interpretación sobre Simone de Beauvoir que es característica del feminismo Ilustrado
español: el pensamiento de Beauvoir no es un sartrismo y su filosofía tiene una coloración propia. Esta
tesis ha sido ampliamente documentada en las investigaciones de Teresa López
Pardina (Sabiñánigo, Huesca, 1941- Majadahonda,
Madrid, 2023), quien escribió la primera tesis doctoral en España sobre la autora
de El segundo sexo, defendida en la
Universidad Complutense de Madrid en 1992, bajo la dirección de Amorós, con el
título La hermenéutica existencial en
Simone de Beauvoir.
A Teresa López
Pardina le debemos el excelente prólogo que hace de la edición de la obra
capital de la filósofa existencialista francesa en la colección “Feminismos” de
Cátedra en el Cincuenta Aniversario de su publicación, 1998 (1998b). Impartió
numerosas conferencias sobre Beauvoir, avalada por
excelentes publicaciones en las que explicó entre muchas otras ideas la que es
su tesis fundamental: la filosofía de Beauvoir se
diferencia de la de Sartre desde su primera etapa como autora de ensayo
filosófico con el concepto de situación (1998a).
Este concepto está inextricablemente unido al concepto de libertad, tan
importante en la filosofía existencialista. A diferencia de su maestro, J.P.
Sartre, que parte de la tesis de que los seres humanos “estamos condenados a
ser libres”, Beauvoir desarrolla la tesis de que la
libertad humana está cercenada por situaciones concretas que afectan a los
colectivos oprimidos como los negros, los judíos, las personas afectadas por el
colonialismo, y de manera distinta afectan a la mitad de la población, las
mujeres, por su estructura fisiológica. López Pardina llegó a ser la maestra en
España experta en Simone de Beauvoir. Gracias a su
gran labor de difusión del pensamiento de la filósofa francesa, el público
atento comprendió el análisis filosófico de una realidad vivida por tantas
mujeres que existen o están rodeadas por situaciones de vida condicionadas por
factores opresivos y contingentes, es decir, susceptibles de superación si se
adoptan los métodos de lucha adecuados. Con Teresa López Pardina aprendimos que
la conciencia feminista se desarrolla en un proceso, como es el caso de Simone
de Beauvoir: mientras que cuando escribió El segundo sexo no se consideraba
feminista ni valoraba la gran aportación del Sufragismo, llegó a su tercera
etapa como militante del Feminismo Radical.
2.2.
El concepto de patriarcado
Celia Amorós, en
sintonía con Kate Millett, asume el concepto de
patriarcado, resignificado en el Feminismo Radical, y hace valiosas
explicaciones sobre cómo funciona. Se enmarca en el modelo explicativo posteconomicista, que abandona el modelo de la lucha de
clases y el método marxista del análisis de la producción para explicar la
opresión de las mujeres. Establece una distinción conceptual ente capitalismo y
patriarcado, debido a que los movimientos feministas organizados estaban
formados por mujeres provenientes de las organizaciones de izquierda, de
inspiración marxista en su mayoría, o anarquista. Esta separación suponía la
ruptura con la creencia de que la liberación de las mujeres estaba
inextricablemente relacionada con “la lucha de clases”. Amorós explicó a través
del análisis del “paralogismo de la producción-reproducción”, que el marxismo
no era el método adecuado para analizar las situaciones de exclusión y de
discriminación de las mujeres. Un paralogismo en el que incurrieron las comprensiones
que aplican, ilegítimamente, a la reproducción, en cuanto que es reproducción
de la producción, las mismas categorías y los mismos instrumentos de análisis
que han sido elaborados para el ámbito de la “producción” (Amorós, 1985).
2.3.
La institucionalización de la genealogía patriarcal
La tarea
investigadora de Amorós en su quehacer deconstructivo, que es una seña de
identidad de su feminismo filosófico, se remonta, como no podía ser de otra
manera, a Grecia. Aristóteles se autoinstituye en el
legitimador de la tradición filosófica patriarcal y, según Amorós, es “la
ceremonia de adopción de re-conocimiento retrospectivo la que convierte a los
filósofos anteriores a él en sus precursores” (Amorós, 1985: 82). La
legitimación ocurre bautizando –permitáseme el
anacronismo- con el Nombre del Padre: la causa material de los milesios, la
causa formal de los pitagóricos, la causa eficiente de los atomistas y la causa
final atribuida al Nous de Anaxágoras. El magisterio
de Celia Amorós nos ha enseñado a practicar la filosofía de la sospecha. Y así
lo llevó a cabo Mª Luisa Femenías en su tesis
doctoral –leída en el periodo de Amorós en la Universidad Complutense, en
1995-, cuando extiende la investigación feminista sobre Aristóteles al asunto
de la participación de las mujeres en la reproducción biológica de la especie.
Con el título de “Aristóteles: reconstrucción de una legitimación”, quien a su
vuelta a Argentina introdujo los Estudios Feministas en la Universidad de su
país, analiza cómo el filósofo de Estagira, el gran
biólogo, no asume la concepción biseminal de los
filósofos presocráticos Anaxágoras, Empédocles, Hipócrates y Parménides, que
“sostuvieron que el feto era el resultado de la combinación del esperma
femenino y el masculino” (Femenías, 1996: 99).
Aristóteles instituye
el monoseminalismo reproductivo, que afirma que las
mujeres son un mero receptáculo, y que lo que hoy conocemos como “material
genético” es aportado por los varones. Entre los argumentos que defiende para
sostener que la sangre menstrual no puede ser considerada esperma femenino, se
encuentra el de que “la mujer no siente placer en las relaciones sexuales y el
esperma (procreativo) adviene con el placer […]” (Ibídem: 103). Como podemos
advertir, la institucionalización de la genealogía patriarcal tiene una doble
vertiente: por un lado, este filósofo griego cuando historia por primera vez la
filosofía precedente ignora a todas las mujeres filósofas de los periodos
presocrático y clásico. Por otro lado, la genealogía es patriarcal al impostar
que la herencia biológica se transmite a través de los padres y no de las
madres. Este hecho tiene el agravante de que Aristóteles sostiene estas tesis
renunciando en parte a su proyecto de legitimación de la filosofía precedente,
a fuer de negar el legado presocrático que la ciencia posterior validó.
3.
Pilares de la Ilustración feminista amorosiana
Hemos dicho que Celia
Amorós se autoinscribe en el Feminismo de la Igualdad
y que ello significa que aboga por la emergencia de las individualidades y no
de las identidades, aunque en ello hay dos planos distintos. El nominalismo
puede ser radical o moderado. Cuando es radical se está hablando de ideal
ético, y cuando es moderado se trata de analizar qué tipo de entidad connotan
lo femenino y lo masculino. En ningún caso lo masculino y lo femenino
representan esencias o son expresiones de la naturaleza, sino que son
construcciones culturales asimétricas y jerarquizadas en las que lo masculino
se solapa con el neutro, con lo genérico de la especie, y lo femenino con “el
sexo”, en su acepción naturalista. Pero debajo de ambas construcciones se
encuentran individuos. Los varones, identificados con lo humano, detentan la
universalidad, a diferencia de las mujeres que, identificadas con lo femenino,
quedan excluidas de la misma. La propuesta de Amorós es que las mujeres han de
apropiarse de la universalidad para poder redefinirla.
La apropiación de la
universalidad cobra significado a través de los sentimientos morales
feministas, como son los sentimientos de libertad, de igualdad y de sororidad.
El concepto de igualdad aparece ya expresado en Poulain
de la Barre, fundador del género vindicación: la exigencia de igualdad es
planteada con carácter universalista. El género vindicación deslegitima y
denuncia el poder de los varones y la división sexual de los roles. Celia
Amorós llega a decir “vindiquemos la vindicación” (Amorós, 2006) para
establecer la diferencia mayor con el Feminismo de la Diferencia que, aunque
abarca distintas corrientes, parece abdicar de las peticiones universalizadoras del feminismo.
Los conceptos de
libertad y de sororidad como sentimientos morales feministas son posteriores y
Amorós los encuentra al hilo de los acontecimientos de la Revolución francesa.
En Olympe de Gouges se
plantea universalizar la libertad, atributo del hombre, y se establece una
diferencia entre libertad y licencia, designando esta última a la acción que se
excede en el uso de la libertad y que debe ser reprimida por la ley. Por
último, el concepto de sororidad, como solidaridad emancipatoria,
aparece en la literatura feminista de la época en la constante invocación a “mi
sexo”.
4.
El Seminario Feminismo e Ilustración
En la filosofía
española se hace una gran aportación a la periodización del feminismo: mientras
que en el Feminismo Radical se conceptualizó el Sufragismo como la primera
etapa, las investigaciones en España han documentado la tesis amorosiana de que el origen del feminismo está en la
Ilustración y en el género vindicación, diferenciándolo de la Querelle des femmes
y el género “memorial de agravios” inaugurado por Christine de Pizan (Amorós, 1997). A diferencia de Kate Millett, que adopta una perspectiva anglosajona y sostiene
que la primera fase estuvo comprendida en el periodo 1830-1930 (Millett, 1995: 134-135), en el Seminario “Feminismo e
Ilustración” se traducen textos claves del feminismo francés que precedió y
estuvo presente hasta después del triunfo de la Revolución francesa y la
condena a pena de muerte de Olympe de Gouges. Es más, la traductora de la mayor parte de estos
escritos del francés al español, Alicia Puleo,
sostiene que el siglo XVIII francés conoció dos concepciones distintas de feminismo:
Feminismo de la Igualdad y Feminismo de la Diferencia. Este último tiene su
expresión en Diderot que abogaba por leyes que permitieran superar el estado de
sometimiento de las mujeres y, al mismo tiempo, defendió presupuestos
biologicistas. Alicia Puleo (1993: 15) afirma que “[…]
para Diderot, como para el pensamiento vulgar y “científico” de la época, el
útero no tiene una simple función reproductora, sino que es algo que afecta la
personalidad total, determina la actividad del cerebro y proporciona a las
mujeres un ámbito gnoseológico propio inaccesible a los varones […]”.
La excelente labor
que Alicia Puleo llevó a cabo en el Seminario
“Feminismo e Ilustración” (Madruga, 2023: 214; Marcelino, 2025: 210) se debe no
sólo a sus ponencias sino también al material que brindó al grupo después de
haber pasado por su Etapa francesa y microfilmar documentos conservados en las
bibliotecas y, sobre todo, como ya antes hemos aludido, por las traducciones
que ha realizado del francés al castellano, de las que dan cuenta los dos
volúmenes publicados con los títulos La
Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII (1993) y Figuras del Otro en la Ilustración francesa.
Diderot y otros autores (1996). A
ello se suma su ensayo Ideales Ilustrados.
La Encyclopédie de Diderot, D’Alembert
y Jaucourt. Un legado emancipatorio
para el siglo XXI (2023), obra en la que se encuentra una semblanza de la
evolución de Diderot hacia posiciones biologicistas más fuertes, probablemente,
por la influencia de “las ciencias biológicas emergentes que favorece una
explicación naturalizante de los prejuicios
heredados” (Puleo, 2023: 164).
4.1.
El feminismo Ilustrado no es hijo del liberalismo
Cuando se creó el
Seminario “Feminismo e Ilustración”, Celia Amorós ya había dirigido una tesis
doctoral sobre el tema a Cristina Molina Petit, que
se relacionaba con su directora de tesis desde Nueva York y fue la pionera en
tematizar en una investigación doctoral en España las ideas que, poco a poco,
fueron erigiéndose en las señas de identidad de una corriente de pensamiento y
de acción de la filosofía y del feminismo. El título no podía ser más
expresivo, “Ilustración y Feminismo”, defendida en 1987 en la Universidad
Complutense, donde Amorós creó el Seminario un año después. Las ponencias que
se presentaban en el Seminario eran, en su mayoría, el resultado de las
investigaciones emprendidas con el apoyo de Amorós.
Cristina Molina
sostiene que las relaciones entre Feminismo e Ilustración son dialécticas en el
sentido moderno y en el sentido antiguo del término: lucha y tensión, por un
lado, y diálogo nunca terminado, por otro. En su comprensión dialéctica observa
que la dicotomía de esferas, lo privado y lo público, es redefinida por el
liberalismo en términos de propiedad, bajo el presupuesto de que “el
liberalismo es la práctica política más importante que surge de la Ilustración,
si bien no la única” (Molina, 1992: 8). Al respecto señalaremos las pertinentes
observaciones que Molina Petit lleva a cabo sobre uno
de los filósofos ilustrados, John Locke que, aunque admitía que la patria
potestad debía ser compartida también por las mujeres madres, en la relación
conyugal sostuvo que la autoridad debe ejercerla el marido. Esta idea política
la sustenta el padre del liberalismo remitiéndose al designio divino que hizo
al varón más hábil y más fuerte. Molina Petit
suscribe explícitamente la explicación dada por Lorenne
Clark (1992: 10): a esta remisión de Locke a lo religioso subyace lo relativo
al manejo de la propiedad. Para Locke “de lo que el paterfamilias dispone, sin
discusión y sin injerencias, es de la propiedad familiar”. La tesis de Cristina
Molina es que este es un elemento espúreo a la propia
razón ilustrada, y es proveniente del liberalismo.
4.2.
Genealogía patriarcal versus
genealogía feminista: el paradigma de la Naturaleza
Marta Madruga, en su
ensayo Feminismo e Ilustración. Un
seminario fundacional, con la lucidez que le caracteriza, advierte de la
“estrecha relación entre la teorización contenida en la obra Hacia una crítica de la razón patriarcal
y el vasto proyecto de investigación que se presenta en el Seminario “Feminismo
e Ilustración” (Madruga, 2020: 154). Y enfatiza que con los análisis del
Seminario la concepción ética es complementada con una visión política.
En Hacia una crítica de la razón patriarcal,
Amorós ya señala que autores ilustrados como Kant y Rousseau identifican en su
obra a los varones con la cultura, lo masculino y lo racional, y a las mujeres
con la naturaleza, lo femenino y lo no-racional (Serret
Bravo, 2025: 4). Y su tesis es que tales adscripciones son ideológicas, en el
sentido marxista del término y, por tanto, constituyen distorsiones de la
realidad porque como lúcidamente argumenta “No hay una relación lineal entre el
hecho de que la mujer sea percibida como reproductora de la especie y el de que
sea conceptualizada como naturaleza” (Amorós, 1985: 31-32). Estas ideas van a
constituir uno de los ejes centrales del Seminario “Feminismo e Ilustración” porque en su programa se analizan
deconstructivamente los discursos filosóficos patriarcales que, en el paso del
Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea, se tomaron como referentes para
excluir a las mujeres de todos los derechos civiles y políticos y del acceso al
mundo público, incluido el acceso a las instituciones educativas. Los
argumentos de los discursos no feministas de la Ilustración se enmarcan en el
determinismo naturalista. Asunción Oliva Portolés
(Madrid, 1941-Madrid, 2020), por quien siempre Celia Amorós muestra una
especial veneración, supo ver en sus investigaciones lo que su maestra
desarrolla y conceptualiza en su filosofía: primero, de-construir el sujeto iniciático,
que se niega a aceptar que es nacido de cuerpo de mujer. Y, a partir de la
deconstrucción, reconstruir un sujeto verosímil (Amorós, 2024:25). El sujeto
iniciático amorosiano construye un determinismo
ideológico, a la par que reniega de la génesis humana natural.
El derecho natural va
a modelar la idea de Igualdad en el origen, pero también se construyen
discursos que, apelando a un hipotético estado de naturaleza, el concepto de
igualdad ilustrado se construirá con serias y represoras limitaciones como
veremos a continuación. Luisa Posada Kubissa, que
dedica su tesis doctoral al filósofo de Königsberg y
es autora de Razón y conocimiento en
Kant. Sobre los sentidos de lo inteligible y lo sensible, sostiene en su
obra que, si bien Kant es un filósofo moderno porque entiende el matrimonio en
términos de contrato, por otra parte, es poco moderno al defender que el mismo
es la pacificación de lo que entiende como eterna guerra entre los sexos.
Además, sostiene que las mujeres se hacen libres por el matrimonio, mientras
que los hombres pierden su libertad en el mismo. La analogía y las afinidades
entre Rousseau y Kant son puestas de manifiesto en el agudo análisis que Luisa
Posada lleva a cabo: tilda de sexismo y de esencialismo a los discursos
filosóficos que constituyen los referentes de las políticas que se llevarán a
cabo después de la Revolución francesa (Posada Kubissa,
2015: 13-20). Ello no significa que las obras de estos dos ilustrados sean
objeto de crítica deconstructiva in toto, pues su filosofía no pertenece a la cultura de la
cancelación siguiendo la línea del feminismo filosófico de su maestra (Romero
Pérez, 2025). De hecho, como hemos visto anteriormente valora, por su espíritu
ilustrado, la posición de Kant sobre la ilegitimidad de pactar la propia
esclavitud.
En 1987, Celia Amorós
es presidenta del tribunal de tesis de Concha Roldán, sobre Leibniz y, además,
de señalar las virtudes analíticas de la investigación, invitó a su autora a
formar parte del Seminario “Feminismo e Ilustración”, para que integrara la
perspectiva de género, que no había tratado en su trabajo doctoral (Gómez
Franco, 2020: 359). Roldán ha investigado sobre lo que ella llama esa “otra
Ilustración” “subrayando el incipiente compromiso de algunos en la defensa de
la igualdad de género (Baruch Spinoza, Jakob Thomasius
y Gottfrield W. Leibniz)” (Gómez Franco, 2020: 357).
Entre sus trabajos críticos con la misoginia en la Ilustración, citaremos sus
artículos sobre Kant. Como Marta Madruga señala, Roldán advierte que en la
filosofía kantiana se da una separación cada vez mayor entre la antropología y
la ética, vislumbrándose la desconexión entre saber teórico y saber práctico.
Roldán señala que la descripción antropológica se erige en prescripción ética,
particularmente para el sexo femenino (Madruga, 2020: 190).
Las aportaciones
críticas a la obra de Rousseau han sido realizadas fundamentalmente por Rosa
Cobo, quien le dedica su tesis doctoral, bajo la dirección de Amorós, al
filósofo ginebrino, desvelando que mientras que toda su obra es una crítica al
naturalismo, se olvida de ello cuando plantea cómo tienen que ser educadas y
socializadas las niñas y las mujeres: excluidas del mundo público y destinadas
a las tareas domésticas y al cuidado de los demás. Los dos conceptos de naturaleza
representados por Emilio y Sofía constituyen la condición de posibilidad de que
la educación de Emilio esté enfocada para la autonomía moral, y la educación de
Sofía se oriente a estar sujeta y depender de Emilio, quien representa el
proceso de individualización y el del ejercicio de la libertad. R. Cobo explica
que en Rousseau existen dos estados de naturaleza, dos contratos y dos espacios
sociales. Los dos estados de naturaleza están gráficamente representados en las
palabras de Rousseau cuando afirma “Las mujeres hiciéronse
más sedentarias y se acostumbraron a guardar la choza y los hijos, mientras que
el hombre iba en busca de la subsistencia común” (Rousseau, 1979, citado por
Cobo, 1995: 208-209). El contrato social rousseauniano esconde otro contrato
previo que es “el contrato sexual”, mediante el cual se establece la sujeción
de las mujeres y la exclusión de la participación en el contrato social.
Como Marta Madruga
nos recuerda en el marco del Seminario “Feminismo e Ilustración” se introducen
obras capitales publicadas en otras lenguas, como es el caso de El contrato sexual de Carole Pateman, traducida al
castellano por Mª Luisa Femenías y prologada por la
Catedrática de Filosofía Política en la Universidad de Santiago de Compostela,
Mª Xosé Agra, ponente invitada al Seminario y a otros
grupos de investigación que Amorós organizó posteriormente. M.X. Agra explica
importantes ideas de Pateman que nos inducen a
considerar tanto las convergencias teóricas como las propuestas que la filósofa
británica lleva a cabo ante lo que denomina un “Estado de bienestar
patriarcal”. En cuanto a las convergencias de los análisis de Pateman con el feminismo Ilustrado, señalaremos la
importancia de cifrar la apelación a la “naturaleza” como el criterio
demarcador entre libertad y sujeción, y entre funciones atribuidas al espacio
público, por un lado, y al espacio privado por otro. En lo que respecta a las
propuestas de acceso al mundo público, Pateman es muy
escéptica en cuanto a las virtualidades emancipatorias
de las mujeres al optar por llegar a ser individuos asexuados al mundo público.
De acuerdo con Mª Xosé Agra, la propuesta de Pateman de “ir más allá de la igualdad y la diferencia
merece, a nuestro entender, que se le preste una atención más detenida” (Agra,
1995: XVI), puesto que parafraseando a Pateman la
igualdad es incompatible con la subordinación, pero no lo es per se con la diferencia sexual (Ibídem).
R. Cobo contrapone la
genealogía patriarcal rousseauniana con el legado que nos brinda la filósofa
inglesa Mary Wollstonecraft en su crítica al filósofo
ginebrino. Dada la importancia de la educación en el espíritu ilustrado, Wollstonecraft denuncia la educación diferenciada que se
imparte a los niños y a las niñas: las niñas son educadas para el matrimonio y
sus facultades intelectuales son escasamente reconocidas. Tras el triunfo de la
Revolución francesa, ante la profunda decepción de las medidas antifeministas
tomadas, Mary Wollstonecraft escribe Vindicación de los Derechos de la mujer.
La noción de razón de Wollstonecraft es similar al bon sens cartesiano
utilizado en la obra de François Poulain de la Barre
contra el prejuicio acerca de las mujeres.
4.2.1. El feminismo reactivo francés ante la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
Entre las reacciones
a la Declaración de Derechos del Hombre y
del Ciudadano de 1789, vamos a distinguir las peticiones de las mujeres en
los cuadernos de quejas (cahiers
de doléances), la posición de Condorcet y la posición de Olympe
de Gouges. Alicia Puleo nos
ha mostrado en sus análisis de los cuadernos de quejas la existencia de un
movimiento social feminista en el siglo XVIII. Ello significa que en esta
primera etapa se encuentra la dimensión práctica y militante también con un
marco teórico legitimador. Los planteamientos pueden clasificarse en distintas
maneras de exigir derechos: mientras que en unos se hablaba de la necesidad de
cambios políticos que permitieran una nueva distribución del poder, el
campesinado se limitaba a reivindicaciones concretas que hicieran menos duras
su vida cotidiana. La exigencia de participación directa en los estados
generales, frente a la representación por procuración, se argumenta aduciendo
que “los representantes tienen que tener absolutamente los mismos intereses que
los representados: las mujeres sólo podrían ser representadas por mujeres” (Puleo, 1992b: 149). También en los argumentos ilustrados
encontrados en las mujeres que se manifiestan en los Cuadernos, se detesta el criterio de la Historia como fundamento
del derecho y, frente a la tradición, se opone la Igualdad fundamentada en la
Razón. Un tercer grupo de cuadernos de quejas son los que constituyen una
reacción intrahistórica contra el feminismo: se trata de cuadernos apócrifos en
los que se ridiculizan las reivindicaciones de Igualdad de las mujeres.
Destacaremos que el divorcio, y una mayor igualdad en el contrato matrimonial,
fueron peticiones finalmente exitosas. En septiembre de 1792 se publica una ley
que reconoce el derecho al divorcio, pero volvería a abolirse en 1816. La
defensa de las mujeres en los cuadernos de quejas, se extiende además a
proclamas y campañas de prensa. A partir de 1791, las acciones se encauzan a
través de clubs políticos, tanto mixtos como sólo de mujeres; entre estos
últimos, destacaremos la “Sociedad de Ciudadanas Republicanas Revolucionarias”,
liderada por Claire Lacombe.
Ángeles Jiménez
Perona, miembro destacada del Seminario Feminismo e Ilustración porque, entre
otras razones, fue la encargada de coordinarlo durante el tiempo que Amorós
estuvo en Harvard, es una de las investigadoras que se dedicó al feminismo
francés del siglo XVIII. Entre sus contribuciones destacaremos su trabajo “Las
conceptualizaciones de la ciudadanía y la polémica en torno a la admisión de
las mujeres en las asambleas” (1992). Ángeles J. Perona sostiene que, a
diferencia del carácter liberal de la mayor parte de las concepciones
filosóficas de la Ilustración, que desarrollan un concepto de libertad “que se
define mediante el de propiedad y que, en esa medida, pone severos límites al
concepto de igualdad” (Jiménez Perona, 1992: 139), Condorcet
parte de presupuestos liberales, pero evoluciona, a través del desarrollo del
concepto de “Igualdad”, a juicio de Ángeles J. Perona, a ciertas posiciones que
pueden ser consideradas un precedente socialdemócrata.
De las muchas ideas
expuestas y argumentadas, vamos a centrarnos en la concepción de la educación que
aportó Condorcet a la Revolución francesa, para
concluir con el tema de los límites de su feminismo. En 1791 es elegido
presidente del Comité de Instrucción Pública con el objetivo de redactar el
decreto que regularía la educación pública. En este proyecto de Decreto
establece cinco grados de instrucción, la universalidad del derecho a la
educación y su gratuidad y se propone un sistema coeducativo, en el que
indistintamente habría maestros y maestras y educarían igualitariamente a niños
y a niñas. Ahora bien, en su filosofía admite que la educación de los hijos ha
de recaer más en las madres que en los padres. Como A. Perona sostiene, aquí se
encuentran los límites de su feminismo: “es natural que la mujer críe a sus
hijos […]; atada a su casa por estos cuidados, más débil que el hombre, es
natural también que lleve una vida más retirada, más doméstica […] (esto) puede
ser un motivo para no preferirlas en las elecciones, pero no puede ser el
fundamento de una exclusión legal” (Jiménez Perona, 1992: 144). Ángeles J.
Perona concluye que Condorcet no vio que para que se
llevaran a cabo sus ideales era necesario también reformar una institución tan
importante como la familia. Los jacobinos rechazaron el proyecto de decreto
coeducativo de Condorcet y establecieron que las
niñas fueran unos primeros años a las escuelas para, después, ir a aprender las
que se consideraban “labores propias de su sexo” en la familia. En 1794, Condorcet fue abocado al suicidio en las cárceles
jacobinas.
Como estamos viendo,
a pesar de que las mujeres habían participado activamente en los episodios
revolucionarios, la exclusión se intensifica: la instauración de la república
no cumplió con las expectativas que se expresan en los cuadernos de quejas y
reclamaciones de las mujeres. Existe “un registro completo de diversas
actividades políticas femeninas. Pero una vez que los jacobinos establecen el
Terror revolucionario, todas, burguesas, ilustradas y republicanas como Pauline León y Claire Lacombe,
son duramente reprimidas” (Puleo, 1992a: 216).
Olympe de Gouges llevó hasta las últimas consecuencias sus
convicciones ilustradas: en su obra se registra una importante pieza teatral
titulada La esclavitud de los negros,
cuya escenificación fue prohibida por el alcalde de París cuando, después de la
tercera representación, su fuerza radical despertó el miedo de que originara
una sublevación en las colonias. Su Declaración
Universal de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791) está inspirada
en la que justamente critica de 1789. Parte del paradigma de la Naturaleza y
pregunta si en el mundo natural se encuentra el “dominio tiránico de un sexo
sobre el otro”. Alicia Puleo estima que los estudios
etológicos le dan la razón a De Gouges: aunque en
algunas especies los machos son dominantes, “en ninguna se halla la hembra en
la situación de opresión a la que la mujer ha sido reducida en la mayoría de
los periodos históricos” (Puleo, 1992a: 217).
O. de Gouges sienta el principio de igualdad y cooperación en el
estado de Naturaleza y también acude al derecho natural como fundamento de su
Declaración. La razón es fundamento de las iguales capacidades intelectuales en
hombres y mujeres y se afirma que en algún momento del pasaje de la naturaleza
a la Historia, los derechos de las mujeres han sido arrebatados. Como A. Puleo observa, De Gouges
relaciona la libertad con un ámbito en el que las mujeres han estado
tradicionalmente oprimidas, la sexualidad y la maternidad, cuando con fuerza e
ímpetu reclama los derechos de los hijos e hijas ilegítimos. Tales derechos
consisten en la equiparación con los nacidos dentro del matrimonio, incluidos
la herencia y el apellido. Deja patente que la esclavitud fue abolida por la
Revolución francesa, pero sólo la esclavitud masculina porque las mujeres
quedaron “esclavizadas” al quedar excluidas de todos los derechos de ciudadanía
excepto dos: pagar impuestos e ir al cadalso. En su Declaración, De Gouges esgrime que, si
las mujeres y los hombres son iguales para ser condenados a pena de muerte,
deben ser iguales también para subir a la tribuna, para poder expresarse
libremente en público. Entre las reivindicaciones más sobresalientes,
destacaremos incluir a las mujeres en todas las ocupaciones del hombre y el
derecho de las mujeres a la propiedad, reivindicación que se desmarca de todos
los ilustrados, que establecían la jerarquía en la familia en base a la
propiedad, criterio para otorgar la potestad y patria potestad al marido y
padre respectivamente, y establecer la sujeción de las mujeres al ámbito
privado. En 1795 se prohibió por decreto la participación política de las
mujeres, aunque ya en 1793 se habían prohibido los clubs y las sociedades
populares y se había guillotinado a Olympe de Gouges.
5.
El feminismo Ilustrado en la actualidad: Educación, Naturaleza e Igualdad
Los conocimientos
adquiridos necesitan ser difundidos, tanto la crítica a los discursos
patriarcales y androcéntricos como las aportaciones de los filósofos y
filósofas que no han sido incluidos en la historia hegemónica ni en el canon.
Así mismo los conocimientos y avances en la teoría ética y en la teoría
política han de ser acotados, en contra de lo que normalmente se practica, que
se simplifica en la costumbre de que con el feminismo “siempre se empieza de
nuevo”. No, el feminismo está en su cuarto siglo de vida y tiene mucho terreno
ganado con el legado que hemos heredado de la tradición ilustrada. En el siglo
XXI se trata de difundir y aplicar los criterios éticos derivados de los
sentimientos morales feministas, mediante el discernimiento en el análisis de
la realidad patriarcal de nuestro tiempo.
5.1.
Los estudios feministas y su aplicación coeducativa en Enseñanza Secundaria:
Amalia González Suárez
Amalia González
Suárez realizó su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, bajo
la dirección de Amorós sobre “Lo femenino en Platón”, leída en 1992. Entre las
contribuciones de Amalia González, referidas a los déficits que hemos ido
poniendo de relieve a lo largo del artículo, destacaremos que, en su manual de
Historia de la Filosofía para 2º de Bachillerato, Mujeres, varones y filosofía, con prólogo de otra gran maestra como
Amelia Valcárcel, recoge:
1. Aportaciones de las filósofas griegas que Aristóteles no reconoce cuando instaura la genealogía patriarcal: entre ellas citaremos a Teano, a Perictione y a Aspasia. En el tratamiento que hace de Aristóteles, explica su comprensión
monoseminal de la reproducción
de la especie.
2. En la Edad Media su autora recoge
las perlas misóginas encontradas en las filosofías de Agustín de Hipona y de Tomás de Aquino.
3. En la época Moderna destacaremos la amplia visión que da de la Filosofía Racionalista: fiel a su maestra
Celia Amorós, le dedica el espacio merecido a François Poulain de la Barre, fundador del
género vindicación. Acompañando a los filósofos de la
historia hegemónica de la Modernidad, no podían faltar algunas de las intelectuales y filósofas críticas: Madame de la Charrière
y Mary Wollstonecraft son presentadas
por sus críticas a Rousseau. Wollstonecraft fue objeto de calumnias
y cayó en desgracia en el siglo XIX, con la excepción de
Flora Tristán quien lleva a cabo una defensa del pensamiento de la filósofa inglesa.
En el apartado de la Filosofía Moderna, en el tema dedicado
a Kant, A. González recoge la interpretación
de Luisa Posada sobre la filosofía
del filósofo de Königsberg
y expone la utilidad que
Sheila Lintott encuentra en
Kant para abordar, a partir
de su concepto de lo
sublime, fenómenos que están
afectando a las adolescentes
con su imagen corporal, desembocando
en enfermedades como la anorexia.
4. Las críticas desde la óptica del género y del pensamiento feminista se amplían en los dos últimos siglos: Flora Tristán, Harriet Taylor y J. Stuart Mill en el siglo XIX. En el siglo XX, en el manual se nos presenta a Simone de Beauvoir y su
influencia en autoras como B. Friedan, S.
Firestone y K. Millett. Por último, señalaremos la presencia de las filósofas María Zambrano, Nancy Fraser y Ángela Davis, junto a Ortega y Gassett, Marcuse y Habermas, respectivamente.
Los trabajos de
Amalia González Suárez sobre coeducación
son un referente y de forma muy
particular es digno de elogio
el trabajo que, junto a otras autoras, ha realizado sobre educación afectivo-sexual. La publicación Ni ogros ni princesas
(Ordóñez, Blanco Orviz y
Rubio Fernández, 2007), llevada a cabo
con el apoyo del gobierno
de Asturias, ha sido objeto
de mención entre las buenas
prácticas, en Educación sexual para alumnado de
Educación Secundaria, reconocidas por la UNESCO.
5.2.
La evolución del concepto de naturaleza: el Ecofeminismo
Ilustrado de Alicia Puleo
Como Angélica
Velasco ha señalado, las influencias
de Simone de Beauvoir y de Celia Amorós son insoslayables en el pensamiento de Alicia Puleo, “Hacia una crítica de la razón
patriarcal aparece como una lectura esencial en la vida y la obra de Alicia Puleo. En numerosas ocasiones,
ha expresado su inmensa gratitud, afecto y reconocimiento a esta filósofa
en quien encuentra no sólo a su directora de tesis, sino también
a su maestra” (Velasco,
2020: 348). De Simone de Beauvoir elogia el haber comprendido que las mujeres son conceptualizadas como seres más
cercanos a la naturaleza
que los varones.
El dualismo cultura/naturaleza, objeto de crítica de
Celia Amorós, desde su primera obra, Hacia
una crítica de la razón patriarcal, es repensado y redefinido por Alicia Puleo: comparte con Amorós que las mujeres no son
naturaleza que per se les
imposibilite ser sujetos soberanos en el mundo de la cultura y de la esfera
pública, como argumentaban los filósofos ilustrados que traicionaron sus
propios principios y defendieron el determinismo naturalista. La posición
filosófica de Alicia Puleo es que, aunque las mujeres
no están determinadas, imposibilitadas, por la naturaleza, forman parte de la
misma. Pero formar parte de la naturaleza no significa que lo sean en el mismo
sentido que los árboles y los campos. Celia Amorós le hace un guiño a Alicia Puleo cuando critica las palabras de Sócrates: “Los campos
y los árboles no quieren enseñarme nada” (Amorós, 2000: 52), y trae a colación
su conceptualización ecofeminista, para seguir negando que las mujeres puedan
ser conceptualizadas con el término genérico de naturaleza. Al respecto se remite
a “los dos afueras constitutivos” de la polis, aduciendo que las mujeres, que
están en el gineceo, constituyen un “afuera constitutivo interior”. Como se
advierte, Alicia Puleo no conceptualiza “a las
mujeres y a los campos y a los árboles bajo el concepto genérico de
‘naturaleza’, sino que en su obra argumenta a partir de un solapamiento
explicativo entre androcentrismo y antropocentrismo” (Romero Pérez, 2025: 23).
Alicia Puleo acuña el concepto de razón androantropocéntrica,
cuyo eje son los dualismos jerarquizados cultura/naturaleza, razón/emoción,
espíritu/materia, humano/animal. Tales dualismos inducen a la creencia de que
ni somos naturaleza ni dependemos de ella para subsistir (2019). El
androcentrismo es el sesgo de la cultura dominante que ha posibilitado que
valores practicados por mujeres y, por tanto, considerados femeninos, tales
como la empatía, la compasión y las tareas del cuidado sean devaluados. Esta
devaluación está estrechamente relacionada con la de la naturaleza. Puleo reivindica los valores infravalorados por la
tradición patriarcal, los valores relacionados con el cuidado de las otras
personas y con el cuidado de la naturaleza y plantea la necesidad de su
universalización, es decir, plantea la exigencia de que dejen de estar asociados
al género.
El Ecofeminismo Ilustrado de Alicia Puleo
tiene una continuidad académica en quienes trabajan las líneas introducidas
desde su magisterio. Entre este profesorado y personal investigador citaremos a
Marta Madruga, Angélica Velasco, Georgina Aimé Tapia e Iván Sambade.
Y no sólo su notable influencia se da en el ámbito universitario, sino también
en los movimientos sociales feministas y ecofeministas,
para los que muchos de ellos, un referente teórico de primera línea es el Ecofeminismo Ilustrado, fundado por esta discípula de Celia
Amorós y convertida a su vez en una notabilísima Maestra.
5.3.
El Feminismo de la Igualdad en el siglo XXI: Ana de Miguel
Ana de Miguel es la directora
del clásico curso Historia
de la Teoría Feminista, que
empezó a impartirse
en el Instituto de Investigaciones
Feministas, bajo la dirección
de Celia Amorós, con quien
ha coeditado la Historia
de la Teoría Feminista. De
la Ilustración a la globalización
en tres extensos
volúmenes. Ana de Miguel y Celia Amorós,
en la Introducción a esta extensa obra,
nos recuerdan que al estudiar a autores como Locke, Rousseau y Kant se comprende
cómo las reivindicaciones
de libertad y de igualdad quedan frustradas en aras de la adscripción
de las mujeres a la esfera doméstica-privada. La ideología patriarcal del Liberalismo y la organización de la familia sobre el eje de que la propiedad es patrimonio del marido y padre de familia es lo
que dificulta y/o impide a
las mujeres proyectar con posibilidades de éxito su autonomía y libertad.
Amorós y De Miguel explican
que la ideología patriarcal
está tan perfectamente estructurada que la “fuerte coacción estructural en que se desarrolla la vida de las mujeres presenta para buena parte de ellas la imagen misma del comportamiento libremente deseado y elegido” (2005:61). La función de
la teoría feminista es desenmascarar esa ficción de libertad y conceptualizar como conflicto, como resultado de las relaciones de poder, lo que en apariencia es inmutable e imperecedero, con creencias tales
como “siempre ha sido así y siempre
lo será”, “la prostitución
es el oficio más viejo del mundo” o “los hombres siempre serán más
fuertes, más violentos […] y eso no va a cambiar nunca”,
haciendo referencia a que
la violencia contra las mujeres
es imparable.
Ana de Miguel ha
alcanzado altas cuotas de éxito con las veinte ediciones de su libro Neoliberalismo sexual. El mito de la libre
elección (2015), ensayo en el que se condensa su visión del Feminismo de la
Igualdad, de raíz ilustrada. El neoliberalismo del que nos habla Ana de Miguel
ha ampliado el espectro de las ganancias: no sólo son económicas, sino que se
extienden a otros órdenes de la vida, en los que interseccionan el espíritu del
liberalismo económico, el capitalismo, y el del patriarcado, siguiendo la
distinción establecida por su maestra desde los años setenta y que es una seña
de identidad del Feminismo filosófico Ilustrado. En este ensayo, el término
“neoliberalismo” hay que entenderlo atendiendo a un nuevo contexto, en el que
el poder patriarcal no se ejerce ya de un modo fundamentalmente jurídico: no es
un poder de leyes discriminatorias dictadas o ejercidas fundamentalmente desde el aparato del Estado.
Ana de Miguel
sostiene que el feminismo de la Igualdad “tiene un rumbo claro y formula la necesidad
de una alianza fuerte y consistente con todas las personas y grupos que se
oponen al neoliberalismo y la conversión del ser humano en mercancía” (2015:
11-12). Se critica la socialización diferenciada por sexos porque per se es generadora de desigualdad
entre niñas y niños, y entre mujeres y hombres. En las sociedades
contemporáneas, el centro neurálgico generador de la diferencia sexual se
localiza en potentes sectores del mundo de la creación y se transmite en los
medios de comunicación de masas, generando poderosas industrias. Los temas a
través de los que se analiza la situación de desigualdad de las mujeres en el
mundo contemporáneo son la socialización diferenciada en las distintas edades
de la vida, el amor, la sexualidad, la prostitución, los nuevos movimientos
sociales, la violencia de género y, como corolario a una prospectiva feminista,
se vuelve a repensar el Sujeto del feminismo.
El análisis del
neoliberalismo en Ana de Miguel es una apología de la libertad de las mujeres,
de la libertad como desiderátum. Por
ello, se argumenta por qué las mujeres no son libres, entrando de lleno en el
entramado filosófico del determinismo e indeterminismo. El análisis que se
despliega es el conjunto de factores que condicionan
la libertad de las mujeres. Por ello, Ana de Miguel defiende el abolicionismo
en el debate sobre la prostitución, disiente de los ejes vertebradores de la
teoría queer y critica la falacia que entraña la
creencia en las virtualidades emancipatorias de la
llamada revolución sexual de las últimas décadas del siglo XX. La crítica al
neoliberalismo sexual nos plantea, de nuevo, repensar las relaciones entre
capitalismo y patriarcado. Ana de Miguel concluye defendiendo que sin el
feminismo de la Igualdad no puede darse una transformación radical de las
condiciones de vida de las mujeres. No hay que olvidar que su propuesta
ético-política incluye que ningún ser humano sea tratado como mercancía.
6. Conclusiones:
las señas de identidad del Feminismo Ilustrado
En el marco del feminismo
filosófico en lengua española se reconstruye una corriente filosófica y
feminista, el feminismo Ilustrado, una reconstrucción colectiva bajo la
dirección de su fundadora y maestra, Celia Amorós. Las investigaciones llevadas
a cabo bajo su dirección han desempeñado un papel crucial en el orden
epistemológico, en cuanto que se ha ejercido la crítica al androcentrismo y se
han sacado a la luz tanto ideas feministas de filósofos poco estudiados, como
legados de filósofas no conocidas. La contribución en este orden reestructura
tanto la propia historia de la filosofía, como reconstruye la historia de la
teoría feminista.
El feminismo Ilustrado tiene
su origen en el género vindicación, que plantea la Igualdad como una idea moral
reguladora de una praxis de reivindicaciones que persigue ampliar el margen de
autonomía y de “libertad” de las mujeres. Cuestiona desde su origen el poder de
los varones y la división “sexual” de roles, reivindica el derecho universal a la educación de las mujeres
y argumenta por qué “el intelecto no tiene sexo”. La igualdad en la educación
se amplía a la igualdad en todos los derechos civiles y políticos, según un
parámetro: homologación de los derechos de las mujeres con los reconocidos a
los varones. Su primera etapa como teoría y como praxis, como movimiento
social, se dio en la Primera Generación de Derechos Humanos, el siglo XVIII.
El proceso en el que las
mujeres españolas, en la etapa de la Transición a la democracia, demandan la
recuperación de derechos tales como derechos de las madres sobre sus hijos,
patria potestad compartida entre padres y madres, derecho al divorcio y a la
propiedad, ha sido alumbrado con los análisis de su génesis histórica. Las
injerencias del liberalismo, como corriente mayoritaria de la Ilustración,
permitieron primero teorizar y más tarde imponer la sujeción en la familia y el
confinamiento al ámbito privado. El feminismo Ilustrado sufrió en su primera
etapa la adversidad del liberalismo. Entre las razones más importantes se encuentra
la distinta manera de entender la libertad humana: el feminismo desarrolla una
concepción de la libertad definida desde su origen como dimensión humana
diferenciada de “la licencia”, donde la ley tiene que intervenir para controlar
los excesos de la mal llamada libertad cuando deriva en “dejar hacer” (laissez
faire), sin imposición de límites. Desde su origen se establece que “nadie debe
estar autorizado/a para pactar su propia esclavitud”, hecho que es considerado
como “una licencia” que va en detrimento del grupo social oprimido al que se
pertenece. En este sentido, las opciones supuestamente libres e individuales
son contempladas en su dimensión política, tal y como se encuentran en el
ejercicio de la prostitución y en el ejercicio de la maternidad subrogada. La
cuestión de la libertad de las mujeres no sólo se aborda en sus excesos y
perversiones derivadas en “licencias”, sino también en el análisis de todos los
agentes socializadores y educativos que cercenan la libertad, incluidas todas
las instancias que en el mundo contemporáneo contribuyen a la construcción del
deseo, e inducen a la creencia de que la libertad no está ni determinada ni
condicionada, ni debe tener límites.
El feminismo Ilustrado aboga por la emergencia de las individualidades porque
no quiere identidades naturalistas o esencialistas que impidan el cambio
social. Las identidades naturalistas a las que se renuncia son construidas
desde el determinismo naturalista. Sin embargo, el feminismo Ilustrado no niega
que somos parte de la naturaleza, como Alicia Puleo
ha explicado: ello implica que no niega el sexo natural o sexo biológico. Se
puede admitir una identidad, la identidad feminista colectiva que identifique
los elementos de opresión, marginación, discriminación y explotación que afectan
a las mujeres como sexo/género. Celia Amorós sostiene que hay que apropiarse de
la universalidad, de lo genérico de la especie, para poder redefinir y,
obviamente, sin renunciar a la vindicación, columna vertebral del feminismo
Ilustrado. Los retos que se plantean en el momento actual son nuevos. El sexo
biológico y natural está puesto en entredicho y negado en la teoría queer y su influencia es de alta intensidad. También el
neoliberalismo contribuye fuertemente al reforzamiento de las prácticas patriarcales
más brutales en el mundo global, en nombre de la libertad y el transhumanismo y
posthumanismo cobran cada vez más auge.
A mi entender hay preguntas que resolver. Es importante repensar lo que Mª Xosé Agra propone, parafraseando a Carole
Pateman: ir más allá de la igualdad y de la
diferencia. ¿Es posible sin renunciar a la vindicación, reclamar la
universalidad y lo genérico de la especie como mitad sexuada? O, en otras
palabras: ¿debe el feminismo defender la diferencia sexual sin renunciar a la vindicación?
Ello significa que la emergencia de las individualidades será de individuos
sexuados y que el feminismo Ilustrado debe seguir siendo abolicionista de
género, pero también redefinir a la altura de los tiempos, en los que la teoría
queer y el transhumanismo acechan la deriva del
futuro, sus posiciones ante la diferencia sexual.
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