¿Cómo supe que era un chico trans?: Análisis
documental de diez videos
de youtubers female-to-male
How did i know I
was a “trans guy? Documentary analysis of ten famale-to-male youtuber videos
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Marina Pibernat Vila |
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Universitat Autònoma de Barcelona – España Grupo de
Investigación EMIGRA |
Recibido: 28-02-2023
Aceptado: 13-05-2023
Resumen
El aumento
de chicas adolescentes declarándose “chicos trans”, que los estudios relacionan
con el consumo de redes sociales e Internet, nos obliga a las feministas a
indagar en las causas de este fenómeno cultural y su proceso de difusión.
Analizamos diez videos de YouTube de diez chicas que se han declarado “chicos
trans”, y observamos que su orientación sexual y su rechazo a los roles y
estereotipos de la feminidad patriarcal desde la infancia, así como la
preferencia por todo aquello socialmente asociado a los niños y chicos,
aparecen como indicadores de ser un “chicos trans”. Amplifican así la propuesta
de realizar el “cambio de sexo” como forma de abordar el malestar producido por
los roles y estereotipos de género.
Palabras
clave: youtube, cultura
juvenil, identidad transgénero, estereotipos de género, FTM.
Abstract
The increase
of adolescent girls declaring themselves to be “trans
boys”, which studies relate to the consumption of social networks
and the Internet, forces feminists to investigate the causes of this cultural phenomenon and its diffusion process. We analyze ten YouTube videos of
ten girls who have declared themselves
“trans boys”, and we
observe that their sexual orientation and their rejection of the roles and stereotypes of patriarchal femininity since childhood, as well as the preference for everything socially associated with boys, appear
as indicators of being a “trans
boy”. They thus amplify the
proposal of performing a “sex
change” as a way to address the discomfort
produced by gender roles and stereotypes.
Keywords: youtube, youth
culture, transgender identity,
gender stereotypes, FTM.
1. Introducción
Actualmente,
gracias al desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
(TIC) de las últimas décadas, cualquiera con las habilidades digitales y el
equipo necesarios no sólo puede consumir contenidos digitales, sino que además
puede producirlos y distribuirlos a través de múltiples plataformas digitales.
El concepto del “prosumo mediático”, creado a partir de la fusión de los
términos “producir” y “consumir”, fue acuñado por Alvin Toffler (1996) en los
años 80 del siglo pasado para referirse a esta capacidad producir y consumir
contenidos audiovisuales al mismo tiempo. Especialmente la juventud que ha
crecido con el desarrollo de las TIC se ha lanzado desde su tierna adolescencia
a compartir sus fotos, videos o textos en Internet. En algunos casos, han
conseguido un gran éxito de audiencia en las redes sociales. Los y las youtubers
han llamado la atención de millones de jóvenes en todo el mundo que siguen sus
publicaciones, habiendo creado comunidades virtuales alrededor de su figura,
compartiendo sus intereses, experiencias, bromas y humor. Así, han creado su
propia identidad digital en las plataformas de Internet a través del contacto
constante con su audiencia (Hidalgo-Martí y Segarra-Saaverdra, 2017: 54),
estableciéndose una sensación de estrecha cercanía e intimidad entre el o la
adolescente y su youtuber favorito o favorita (Pibernat Vila, 2019:
226).
La lucha por los
derechos del llamado colectivo LGTBIQ+, que incluye al colectivo de las
personas transexuales, es una de las causas socio-políticas más habituales
entre chicas youtubers de éxito como Dulceida (Pibernat Vila, 2019:
448), dedicada al mundo de la moda. YouTube también ha servido como medio de
expresión de chicas adolescentes y jóvenes disconformes con su sexo femenino,
declarando que son en realidad “chicos trans”[1],
encontrando en esa plataforma un buen número de videos en los que estas
protagonistas exponen sus experiencias a su audiencia. Estas chicas,
pertenecientes a esa juventud prosumidora de la era digital, gozan de las
herramientas necesarias para expresar en YouTube la disconformidad con su
cuerpo y los motivos que las llevaron a realizar la transición de mujer a
hombre (FTM, por las siglas en inglés de female-to-male), así como sus
concepciones de lo que es la identidad y el género.
El objetivo del
presente artículo es el de analizar los discursos de diez jóvenes mujeres[2]
que se han declarado “chicos trans” en diez videos de YouTube publicados entre
2016 y 2021. El análisis permite sistematizar las experiencias expuestas como
testimonios de primera mano para observar las semejanzas y diferencias entre
ellas. Además, como contenidos mediáticos digitales, son al mismo tiempo
productos audiovisuales consumidos por adolescentes y jóvenes, impactando en su
socialización y su aprehensión del mundo en relación a la feminidad, la
masculinidad y la transexualidad. Es en ambos sentidos, pues, que se presenta
la pertinencia de este tipo de análisis documental.
2. Internet e identidad “trans”: lo
que dicen los estudios
En 2019, la
doctora Lisa Littman puso de manifiesto el repentino incremento de adolescentes
que desarrollaban disforia de género al sufrir disconformidad con su sexo,
sobre todo chicas que expresaban ser chicos. Se refirió a este fenómeno como “disforia
de género de inicio rápido” (DGIR), y señaló que el 86,7% de las familias de
las chicas y chicos que presentaban DGIR informaron de que la aparición de dicho
trastorno había coincidido en el tiempo con un uso intensivo de Internet y las
redes sociales, por formar parte de un grupo de amistades en el que alguien se
había declarado “trans”, o bien por ambas cosas (Littman, 2019). Apuntaba, por
lo tanto, hacia la producción de un contagio social de la disforia de género
vehiculada por el consumo de contenidos audiovisuales online y el grupo
de pares, siendo ambos dos importantes agentes de socialización de la infancia
y la adolescencia, los cuales se imbrican de forma múltiple y compleja,
influenciándose mutuamente (Lahire, 2007).
En esa misma
línea, en 2020 la periodista Abigail Shrier publicó una polémica obra
periodística acerca del súbito incremento de chicas estadounidenses blancas y
de clase media que se declaraban “trans”. En ella se hacía eco de los estudios
que han señalado que la actual población adolescente de EEUU pasa menos tiempo
en compañía y más en solitario frente a la pantalla de sus dispositivos
digitales (Twenge, Spitzburg y Campbell, 2019), cosa que empeora notablemente
su bienestar psicológico y aumenta la posibilidad de depresión o ideas suicidas
(Twenge y Campbell, 2019). La soledad frente a la pantalla en el consumo de
contenidos audiovisuales en la adolescencia ha sido también observada en
investigaciones para el caso de España. En una muestra de 471 adolescentes y
jóvenes de entre 12 y 21, el porcentaje que declaró ver series, películas u
otros contenidos principalmente en solitario fue del 59,7%, porcentaje que
entre las chicas se sitúa en el 53,3%, y en el 62,7% entre los chicos (Pibernat
Vila, 2019: 177). Yendo más al detalle de las diferencias por sexo y grupos de
edad de la misma muestra, vemos que ese porcentaje es del 35,3% entre las
chicas de 12 y 13 años; del 60% entre las de 14 y 15; del 72,7% entre las de 16
y 17; y del 59’,8% entre las de 18 a 21 años. Entre los chicos, esos
porcentajes son, respectivamente, del 58%, del 61,4%, del 63% y del 71,1% (Pibernat
Vila, 2022).
Así pues, emerge
el cuadro de una adolescencia y juventud del siglo XXI con menos relaciones
sociales presenciales. Una “Generación @”, como se la ha llamado, cuya
presencia en el mundo y su gestión del “yo”, ya sea el físico o el virtual, se
da mediante formas más individuales respecto de las generaciones de jóvenes del
siglo XX, cuyas experiencias presentaron formas más colectivas de estar en el
mundo (Portillo, Urteaga, González, Aguilera y Feixa, 2012). De esta manera, la
construcción de la identidad entre adolescentes y jóvenes actuales, una
construcción necesariamente social y colectiva que se da en el plano de las
relaciones sociales, es llevada a cabo en un contexto de descomposición de los
lazos sociales (Errasti y Pérez, 2022: 56), y que en buena medida han sido
sustituidos por las relaciones virtuales y el ocio audiovisual consumido en
soledad.
En otras
investigaciones, hemos podido comprobar que la socialización audiovisual en la
era digital ha reformulado y amplificado los roles y estereotipos sexistas,
haciendo que chicas y chicos tengan experiencias infantiles y juveniles
marcadamente diferenciales en función de su sexo en cuanto al uso y consumo de
las herramientas digitales como los videojuegos, las redes sociales, las
películas o las series; e incluyendo la producción de sus propios contenidos,
ya sea como youtubers, instagramers o influencers (Pibernat
Vila, 2019). Además, hemos observado también que tanto en los contenidos
audiovisuales realizados y distribuidos por la misma juventud prosumidora como
en los productos de las grandes industrias culturales, abundan los contenidos
que propagan la premisa de que hay personas que han nacido en el cuerpo sexuado
erróneo, ya sea en YouTube, series, películas, programas de televisión,
revistas, videojuegos, cuentos infantiles o personajes famosos. El conjunto de
la sociedad, y especialmente adolescentes y jóvenes, experimenta un bombardeo
mediático de contenidos que les hablan de la necesidad personal de descubrir
cuál es su supuesta verdadera identidad sexual y la posibilidad de modificar su
cuerpo acorde con ella. Además, estas ideas han penetrado en los centros
educativos a través de protocolos educativos “trans” en España, validándolas
académicamente ante el alumnado como una nueva verdad, y que han suplantado la
coeducación como herramienta clave para educar en igualdad; incluyendo también
la suplantación de las charlas contra la violencia y sobre educación
afectivo-sexual (Carrasco Pons, Hidalgo Urtiaga, Muñoz de Lacalle y Pibernat
Vila, 2022).
A todo esto,
también en España se ha detectado un incremento repentino de chicas
adolescentes que deciden iniciar el proceso de transición y “dejar” de ser
mujeres. Han sido equipos interdisciplinares de organizaciones feministas los
que han recabado datos de los servicios médicos dedicados a las llamadas “transiciones
de género”. En Cataluña, un informe realizado por Feministes de Catalunya
(2022) ha señalado el enorme incremento de personas que en los últimos años se
han dirigido al Servei Trànsit, el servicio del sistema público de salud
que atiende casos de disforia de género en esa comunidad autónoma. Por edad y
sexo, el grupo que más ha crecido entre 2015 y 2021 ha sido el de chicas de 10
a 14 años que declaran ser “trans”, aumentando un 5.700%; seguido del grupo de
niñas de 0 a 9 años con un 2.400%; las de 15 a 18 con un 1.500%; y los chicos
de 10 a 14 con un aumento del 1.400%. Además, dicho informe señala también una
caída de 12 años de la media de edad de quienes acudieron al Servei Trànsit
entre 2012 y 2021, pasando de los 34 a los 22 años. Un informe posterior y en
la misma línea realizado por otro equipo interdisciplinar de la plataforma
Confluencia Movimiento Feminista (2023) ha confirmado esas mismas tendencias
para el conjunto de España.
Como hemos visto,
la investigación sobre estos cambios repentinos del fenómeno “trans”, en pocos
años y en EEUU y varios países europeos como España, Reino Unido o Suecia, ha
puesto de manifiesto la relación entre la exposición a las redes sociales e
Internet y el enorme incremento de menores, y sobre todo niñas y chicas
adolescentes, que declaran ser “trans” e inician terapias de hormonación y
cirugías. Se trata de un fenómeno complejo, pues, que requiere de una
perspectiva que tenga en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos, sociales
y culturales antes de lanzarse a recomendar a personas con disforia de género
que modifiquen su cuerpo de forma irreversible (Daurella, 2022). Esa
perspectiva obliga a incluir, como no podría ser de otro modo, la socialización
digital y el análisis de contenidos mediáticos de la juventud prosumidora con
un fuerte impacto en su ocio audiovisual, siendo el fenómeno youtuber
uno de los mayores ejemplos en ese sentido.
3. Selección de materiales y
metodología
Como productos audiovisuales realizados por la juventud prosumidora, los
videos de chicas que han declarado ser “chicos trans” presentan un doble
interés. Por un lado, resultan muy valiosos como experiencias personales de las
cuales hacer un análisis sistemático. Por el otro, son también un contenido
audiovisual, con decenas de miles de visualizaciones, que divulgan unas
experiencias e ideas específicas entre su audiencia. En ellos, como fuentes
documentales, encontramos una gran cantidad de significados de la información,
y no sólo en cuanto a los aspectos formales, sino sobre todo en relación con
los preceptos ideológicos, las motivaciones o inclinaciones de quienes los
realizan (Peña Vera y Pirelo Morillo, 2007: 57). Aquí analizaremos
cualitativamente las motivaciones expresadas por diez chicas del espacio
hispanohablante que se definen como “chicos trans” en sus videos de YouTube,
así como las concepciones y preceptos ideológicos en cuanto a la identidad y el
género.
La selección de
materiales se realizó buscando contenidos en YouTube de chicas que se han
declarado “chicos trans” cuyos videos se titularan “¿cómo supe que era trans?”
o formulaciones muy similares. Nueve de los diez videos seleccionados responden
específicamente a este criterio. El décimo video seleccionado es de la influencer
y youtuber Dulceida, y en él trata el tema de la transexualidad
entrevistando a Enzo. Dicho video ha sido incluido en el análisis en virtud de
la importante popularidad de Dulceida como referente LGTBIQ+ de la red (Pibernat
Vila, 2019: 330), alcanzando un elevado número de visualizaciones de sus videos
y, por tanto, un considerable impacto entre la adolescencia y la juventud
actuales. Los videos sometidos a análisis fueron publicados entre 2016 y 2021.
La Tabla 1 presenta la relación de videos seleccionados.
Tabla 1: Materiales seleccionados para el análisis
|
Título del video |
Youtuber/Canal |
Fecha de publicación |
1 |
¿Cómo supe que soy trans? FTM Adán |
Adán Roda FTM |
3-11-2016 |
2 |
FTM Hugo: ¿Cómo supe que era trans? |
Campillo FTM |
5-4-2017 |
3 |
¿Cómo supe que soy trans? How
did I know I'm trans?// FTM |
Hugo Martín |
7-8-2017 |
4 |
El tabú de la transexualidad – Dulceida y Enzo. |
Dulceida |
18-7-2018 |
5 |
Soy un chico trans y así lo descubrí... | FTM España. |
Ander Martínez 2 |
18-10-2018 |
6 |
¿Cómo supe que soy trans? Mi vida con disforia [Female to Happy]. |
Female to Happy MGL |
6-4-2019 |
7 |
Cómo supe que era trans. |
Marcus Hard |
24-5-2019 |
8 |
¿Cómo supe que era trans? - FTM Perú |
Matías Fabián |
14-10-2019 |
9 |
¿Cómo supe que era trans? Allan FTM |
Allan (canal ZipyZap) |
13-4-2020 |
10 |
Primer video + Como supe que era trans |
Dani Marrero |
18-7-2021 |
Nota: Relación de los videos seleccionados para el análisis documental, youtuber realizadora
del mismo o canal en el que fue publicado, y fecha de publicación.
Fuente: www.youtube.com.
A continuación,
la Tabla 2 expresa los ítems de investigación definidos y sus indicadores
correspondientes con el objetivo de sistematizar las experiencias relatadas en
los diez videos seleccionados.
Tabla 2: Ítems de investigación e indicadores
|
Ítems de Investigación |
Indicadores |
1 |
Experiencias en la infancia |
1 - Juegos y juguetes 2 - Ropa y cabello en la infancia 3 - Adaptación social |
2 |
Experiencias en la adolescencia |
1 - Llegada de la pubertad y cambios
físicos 2 - Orientación sexual 3 - Aceptación y adaptación social |
3 |
Relación con el entorno social y
virtual/audiovisual |
1 - Aceptación o rechazo del entorno
social 2 - Internet, redes y contenidos
audiovisuales |
4 |
Concepciones sobre identidad y género |
1 - Ideas sobre la identidad 2 - Ideas sobre el género |
Nota: Ítems de investigación e indicadores definidos para el análisis
documental.
Fuente: elaboración propia.
4. Resultados
A continuación
exponemos los resultados del análisis documental cualitativo de los diez videos
seleccionados en función de los ítems de investigación e indicadores expresados
en la Tabla 2. En cuanto a la transcripción textual de lo expresado en ellos, en
cursiva, hemos utilizado comillas inglesas
- “ ” - para lo diche directamente por las misma youtubers;
comillas simples - ‘ ’ - cuando ellas
mismas citan a otras personas o a sí mismas en el pasado en estilo directo, así
como aquellos términos mencionado acompañados con el gesto del entrecomillado
hecho con los dedos, y para términos coloquiales. Hemos indicado con puntos
suspensivos entre paréntesis - [...] - la omisión de parte de lo expresado por
ser información no relevante o bien repetitiva. Hemos añadido aclaraciones a la
transcripción también entre corchetes - [ ] - y sin cursiva para facilitar su
comprensión. Por lo demás, hemos tratado de realizar una transcripción y
puntuación fiel al estilo espontáneo del fenómeno youtuber, así como las
interjecciones que emplean, para preservar la expresividad característica de
este tipo de contenidos. Hemos omitido comentar los cortes en la edición del
video u otros efectos visuales utilizados para facilitar visualmente la
comunicación de lo expresado, ya que aquí nos interesa únicamente el contenido
del testimonio relatado.
4.1. Experiencias en la infancia:
Las protagonistas
hacen referencia a su infancia en relación a su transexualidad. “Siempre
supe que era diferente. Desde bien ‘peque’ no encajaba ni con las niñas ni con
los niños”, expresa Adán FTM (2016) resumiendo la tónica general de las
experiencias infantiles expuestas en los videos. Invariablemente, aparece la
sensación de no encajar en relación al juego y los juguetes, o la ropa y el
cabello como probables indicadores o manifestaciones en la infancia de que eran
“chicos trans”, aunque al mismo tiempo y paradójicamente, insisten en que esto
no significa serlo.
4.1.1. Juegos y juguetes
A propósito de su
infancia, Allan (ZipyZap, 2020) comenta:
“Sí que es verdad
que de pequeño jugaba al fútbol, siempre me juntaba con los niños y esas otras
cosas, pero no considero que esto sea un indicador de ser más trans o menos
trans […] Sí que es verdad, siempre me sentí más a gusto con los chicos que con
las chicas, porque me identificaba con ellos”.
Matías Fabián
(2019) señala que desde que tiene uso de razón se sentía identificada con las
cosas socialmente consideradas como masculinas, que siempre jugaba con sus
primos varones, que “me gustaba agarrar papeles de niño [...] Elegía cosas
más masculinas. Lo cual, aclaro duramente, no tiene nada que ver, elegir cosas
más masculinas, con que tengas que ser una persona transgénero”. Dani
Marrero (2021), por su parte, avisa de que va a saltarse “el tema de ‘me
juntaba más con los niños que con las niñas o me gustaba jugar al fútbol’
porque no tiene nada que ver.” Y añade que “cuando estaba en casa y
jugaba solo me imaginaba [...] el personaje que yo me creaba era un niño, un
chico”. En esta línea, Adán FTM (2016) dice:
“Me encantaba el
fútbol, me encantaba trepar a los árboles, hacer cabañas, ir en bici pero a lo
loco, por el campo, dando botes, yendo sin manos […] No sé, mucho a la
aventura. Y odiaba lo que era el rosa, las muñecas […] Todo lo ‘estipulado’
como para niñas.. [...] Me gustaba todo lo en principio ‘estipulado’ para
niños, como eran los Scalextric, coches teledirigidos y Action Mans y todo esto
[…] Y no tuve la suerte de poder elegir. Entonces, a pesar de saber cómo yo era
y lo que me gustaba, me seguían regalando muñecas. Y recuerdo que llegué a un
punto en el que estaba ya tan harto […] Y cogí, cogí las muñecas, las rape a
todas, les quité la ropa, les arranqué algún brazo o alguna pierna […] Cogí lo
que era una cuerda y las deje ahorcadas en la ventana como acto de rebelión, de
decir ‘no quiero más muñecas’. Y cogí mi dinero ahorrado, y me fui a la tienda
y me compré un Action Man que tenía un arco y unas flechas, y bueno, ya era el
más feliz”.
4.1.2. Ropa y cabello en la infancia
Adán FTM (2016) también explica que le obligaban a llevar vestido y lo
pasaba fatal:
“Lloraba, me sentía disfrazado, que por favor yo quería llevar
pantalones como mis hermanos hombres […] Pero no había manera, era una batalla
perdida. Y al final, pues mira, como me obligaban a todo lo ‘estipulado’ para
niña, siempre estaba enfadado. Siempre. O sea, yo me he visto en videos, en
fotos, y siempre estaba enfadado con la vida [...] Con doce años le pedí a mi
madre que me cortara el pelo corto, lo quería como mis hermanos chicos. Y
bueno, yo me puse insistente, mi madre no quería, no quería […] ‘Las niñas, con
el pelo largo’. Tanto le di la lata que al final me lo cortó, pero claro, no
como yo quería. Me cortó el pelo así, de champiñón. Y vaya, que cogí tal trauma
que se me quitó la idea de cortarme el pelo ya para siempre”.
Para Allan (ZipyZap, 2020), esa misma
imposición de la vestimenta asociada a la feminidad vino por parte de su
escuela concertada, donde el uniforme obligaba a que los chicos llevaran
pantalón y las chicas, falda. Más adelante su madre tuvo que comprarle un
chándal para cada día de la semana, porque era la única ropa mixta que podía
usar. Dani Marrero (2021), por su parte, explica que quería vestir como sus
hermanos varones, y que odiaba los bikinis y bañadores. También a Matías Fabián
(2019) le gustaba vestirse de forma considerada masculina, lo que ve como una
forma “de tal vez manifesarme”, pero que eso
no quería decir que fuera un “chico trans”.
4.1.3. Adaptación social
Debido al hecho de no encajar en los estereotipos sexistas, esas youtubers
han sufrido, en mayor o menor grado, problemas para adaptarse al entorno social
ya desde la infancia. Esa sensación de no encajar con lo que se espera de una
chica llevó a Adán FTM (2016) a llamar “Lelli Kellys”[3]
a las niñas que cumplían con el estereotipo de feminidad, “[...] porque no
me sentía para nada identificado con ellas, era una manera de diferenciarme, de
dejar claro que yo no era como ellas”.
Ander Martínez (2018) cuenta que debido a sus gustos en
cuanto a los juegos y los juguetes recibía insultos, relatando así su
experiencia:
“Los chicos dejaron de juntarse conmigo porque las chicas les decían que
no se juntasen conmigo. Tuve que adaptarme a estar con las chicas porque era lo
que, socialmente, en mi colegio se aceptaba. Siempre me sentí incómodo en ese
ámbito porque yo sentía que los temas de los que hablaban no iban demasiado
conmigo. Yo siempre me sentía como rechazado, como aislado [...] desde pequeño había
como indicadores que yo no me sentía del todo con el género que se me había
inculcado. Siempre tenía envidia de los chicos cis. [...]
Cosas tan básicas como que cuando saludase a alguien me diese dos besos en vez
de la mano siempre me había parecido muy incómodo. Socialmente, nunca había
conseguido sentirme cómodo, porque no podía socializar como un chico”.
4.2. Experiencias en la adolescencia
Los juegos y el
cabello constituyen las cuestiones más habituales mencionadas por las protagonistas
en relación a su infancia. Pero llegada la pubertad y el desarrollo de los
caracteres sexuales secundarios representaron un problema mucho mayor,
añadiéndose la cuestión de la orientación sexual, mientras seguían mostrando
problemas de aceptación de sí mismas y de adaptación social.
4.2.1. Llegada de la pubertad y cambios físicos
En cuanto a los cambios fisiológicos acaecidos con la llegada de la
pubertad, el desarrollo de los pechos se presenta como uno de los grandes
problemas en la vida de estas youtubers, por ser lo más visible,
evidenciando que eran mujeres. Y aunque no todas mencionan explícitamente el
malestar por el desarrollo de sus pechos, todas han terminado por practicarse
dobles mastectomías. Adán FTM (2016), por ejemplo, explica: “Me empezaron a
crecer los pechos y lo pasé fatal, me traumó muchísimo, me encorvaba
avergonzado para ocultarlos […]” También Matías Fabián habla de:
“[…] lo horrible cuando yo empecé a desarrollar un cuerpo femenino. Llegó
la adolescencia y fue la etapa más difícil de mi vida porque […] Yo dejé el
deporte, yo era muy deportista, dejé de salir con mi cuadra, vivía encerrado en
mi cuarto y me sentía muy mal conmigo mismo. [...] Y era porque yo empecé a
desarrollar ese cuerpo que no me identificaba”.
Ander Martínez (2018) cuenta que trató de afrontar esos
cambios practicando deporte para “masculinizar un poco mi cuerpo”.
4.2.2. Orientación sexual
Todas las chicas cuyos videos hemos analizado se sienten atraídas
sexualmente por otras mujeres, siendo lesbianas en ocho de los casos y
bisexuales en los dos restantes. Su orientación sexual es lo primero que
menciona Matías Fabián (2019) cuando explica cómo supo que era “trans”:
“Desde muy pequeño, quiero aclarar de que yo me sentí primero atraído
hacia las niñas, lo cual no define, o definía de que
yo era una persona trans. [...] Creía por mucho tiempo que yo era lesbiana [...]
la única información que yo tenía acerca de estas personas [lesbianas]
es que estaba mal, mal visto por Dios y que era un pecado. [...] Me fui
frustrando, en el sentido de que yo sentía de que algo en mi estaba mal”.
Cuenta también que se acostaba rezando para que Dios hiciera que
amaneciera siendo un chico, y que lo pasó mal por enamorarse de chicas que no
le correspondían.
Ander Martínez (2018) expresa sus conflictos internos en
relación a su orientación sexual y el sexo con el que se identificaba, ya que
le había costado mucho aceptar su condición de lesbiana y si era un “chico
trans” entonces ya no sería lesbiana y, como había visto en videos, eso
comportaría que ya no podría salir con las mismas personas de antes por no
formar ya parte de los grupos de chicas lesbianas. Así, cuando empezó una
relación con una chica a los 15 años, dijo que debía negar que era un “chico
trans” porque era, definitivamente, lesbiana. Cuenta que eso la llevó a una
negación “tan extrema que empecé a vestirme más femenino, como cuando era
más pequeño, me dejé el pelo un poco más largo, incluso me dejaba maquillar”.
En el caso de
Adán FTM (2016), su homosexualidad despertó rechazo entre algunas personas de
su familia en un primer momento. Además, explica que siempre quiso reproducir
la lógica heterosexual en sus relaciones de pareja con otras chicas:
“Siempre dejaba claro que
yo era el hombre, cuando en una relación de dos chicas, de lesbianas, no hay
ningún hombre, las dos son mujeres. Siempre tuve el rol masculino, y eso al
menos pues me consolaba y era mucho mejor que todo lo que había vivido hasta
ahora”.
En cambio, Dani
Marrero (2021), así como Enzo (Dulceida, 2018), sabían que sentían atracción
por chicas y por chicos. A propósito de su atracción hacia las mujeres, la
primera señala que solía pensar que:
“Me gustaría haber nacido
niño, [...] que todas las chicas del colegio dijesen ‘qué guapo es este niño
del colegio’ [...] Siempre me han llamado marimacho, siempre se han metido
conmigo por ese tipo de cosas [...] siempre lo he pasado muy mal por ese tipo
de cosas”.
4.2.3. Aceptación y adaptación social
Los problemas de
aceptación y adaptación social a causa de su homosexualidad o bisexualidad
quedan plasmados en el testimonio de Matías Fabián (2019), que recuerda que en
el colegio “había una chica que era bastante masculina a la cual la
molestaban de lesbiana, y a mí no me hubiera gustado pues que me molesten. Por
eso yo adopté, pues como pasar desapercibido”. Así, intentó “adaptarse” por
la presión social y evitar el rechazo. Es muy habitual en estos testimonios el
paso por una fase en la que trataron de encajar en los estereotipos de la
feminidad a toda costa y el malestar que eso les causaba. Dani Marrero (2021)
cuenta que tuvo una “época en mi vida en las que a mí mismo me obligaba a
vestir más femenino. Pero llegaba un punto que era como ‘es que no puedo, me
siento disfrazado, es que no soy yo’. No podía”.
Mucho mayores
fueron los problemas de Marcus Hard (2019) para aceptar su cuerpo. Ilustra su
experiencia mostrando fotos. Desde los 12 años:
“Ya estaba recibiendo
piropos en la calle de viejos verdes. Y esto quiero atribuirlo a que me
desarrollé muy rápido, y que estas personas no sabían que yo seguía siendo un
culo cagado. Y, lo quieran o no, todos estos comentarios sobre mi físico
hicieron que desde muy chiquito yo fuera consciente de mi apariencia. [...] A
esa edad hice mi primera dieta. Con 11 años yo no estaba conforme con mi
cuerpo. Básicamente, yo odiaba mi cuerpo. [...] creo que colapsé, porque a los
13 años comencé a sufrir de cutting, me cortaba, me cortaba los brazos. Y en
varias épocas de mi vida caí en la anorexia, caí en la bulimia también, por
esta inconformidad con mi físico. Pero ni por aquí se me pasó que fuera una
cuestión de género. Y como a los 18 años comencé a vestirme con ropa de hombre,
‘hombre’, y me corté el cabello bastante. Pero no porque yo creyera o empezara
a sospechar que pues era un chico trans. Sino que yo veía en Internet a unas
mujeres que eran tomboy, y me gustaba muchísimo cómo se veían”.
Marcus Hard
(2019) relata así una traumática relación con su cuerpo que achaca al hecho de
que era un “chico trans”, dándose cuenta a los 26 años. Female to Happy MGL
(2019) relata también un extremo sufrimiento derivado del rechazo de su cuerpo
que la llevó a un intento de suicidio cuando tenía 23 años, y expresa similares
comportamientos manifestados por el resto de testimonios, como el sentimiento
de no encajar, el querer llevar el pelo corto e intentar durante un tiempo
cumplir los estereotipos de género femeninos. Adán FTM (2016), por su parte,
también trató durante un tiempo de cumplir dichos estereotipos cuando
desarrolló los pechos, pero el gran rechazo a su cuerpo le llevó primero
a definirse como “una persona masculina, agénero y asexual”, y después a
pensar “‘¿no será que seré un hombre en el cuerpo de una mujer?’ Y todo
encajaba”. Finalmente, declara haber podido darse cuenta de su “autoengaño”
y reconocer que era un “chico trans”.
4.3.
Relación con el entorno social y virtual/audiovisual
Son diversas las
experiencias de estas youtubers en cuanto a su relación con el entorno
social, siendo tanto positivas como negativas. Sin embargo, se destaca la
influencia del mundo virtual y digital en sus declaraciones de que eran “chicos
trans”.
4.3.1. Aceptación o rechazo del entorno social
Como hemos visto
hasta ahora, estas chicas expresan haber tenido problemas en su entorno social
por no encajar en las normas de género asociadas al sexo femenino ni en la
heterosexualidad. Ander Martínez (2018) explica que temía que su novia le
dejara y su familia le rechazara si se declaraba “chico trans”. Y si bien en un
primero momento dice que no hubo una buena reacción por parte de su madre,
explica que:
“Media familia se quedó
flipando. La otra mitad dijo ‘yo ya lo sabía, no pasa nada’. Y la verdad es que
he tenido muchísimo apoyo de mi familia, [...] lo aceptó súper bien y me trató
como Ander desde el primer momento”.
Sobre el papel
del entorno en relación con ser “trans” cabe destacar el video “El tabú de la
transexualidad”, de la popular youtuber española Dulceida (2018).
En él entrevistó a su amiga que se había declarado “chico trans”, Enzo. El
diálogo entre ambas, reproducido a continuación, muestra no sólo la buena
aceptación del entorno, si no que de hecho animaba a Enzo – antes Sonia – a
cambiar de sexo, además del papel que jugó la perdida de su figura masculina en
la familia:
Dulceida: “Cuando teníamos más confianza me acuerdo que le pregunté por el
aspecto que tenía y por la manera de ser que era y tal. Y a veces no sabía si
hablarle de él, de ella, era como un poco […] ¿Verdad?”
Enzo: “Ya, sí, sí. A mucha gente le pasaba, ¿eh?”
Dulceida: “Y le pregunté así con confianza un día si ella estaba cómoda […] Y
me dijo que sí. Y yo, ‘pues bueno’ ”.
Enzo: “Sí. Pero que en verdad no, ¿no? Yo decía que estaba bien pero nunca
acababa de estar bien. Intentaba luego estar bien y me engañaba a mí mismo
intentando algo pero no […] Al final no, al final todo acaba saliendo, tarde o
temprano”.
Dulceida: “¿Cómo dijiste ‘voy a hacerlo’?”
Enzo: “Bueno, principalmente se murió mi abuelo, mi figura paterna siempre.
Y era un ejemplo para mí [...]. Al final, nos acabaremos muriendo, ¿sabes? Es
importante estar bien contigo mismo. [...] Y como nadie se esperaba nada de mí,
es más mucha gente me preguntaba ‘Oye, ¿no has pensado alguna vez en cambiarte
de sexo o tal’? Y yo, ‘no, qué dices, chalado, cómo voy a hacer esto’. Y al
final, digo ‘¿Por qué me voy a estar engañando a mí o a los demás, si al final
[…]?”
Dulceida: “Te engañabas a ti mismo. Yo es que te veía tan chico […] ¿Cómo fue
el proceso, cómo empezaste a hormonarte? Y sigues haciéndolo” .
Enzo: “Sí, esto ya es de por vida”.
Dulceida: “¿Sí? Ah, no lo sabía eso, eh. O sea, toda la vida te tienes […] [que
hormonar]”.
Enzo: “Sí, sí. Toda la vida. [...] Mi familia bien. Mi madre era la primera
persona que me decía siempre en plan ‘Pero […] ¿No has pensado alguna vez en
cambiarte de sexo? Hay mucha gente que se cambia de sexo’, no sé qué […]”
Dulceida: “¡Ah, qué guay!”
Enzo: “Y yo ‘no, no, no’ ”.
Dulceida: “[...] El momento de negación, que yo creo que
habrá en la mayoría de casos de estos, cuando te preguntaban tus amigos. Y tú:
‘no, no’, tal […] Ese momento de negación, si tienes detrás gente que te dice
‘¿Pero tú no […]?’, creo que es más fácil. Porque si tienes un muro con tu
familia va a ser mucho más complicado”.
Dulceida cree que
Sonia se autoengañaba porque parecía evidente que era un “chico trans”, y
expresa la conveniencia de ir preguntando si se sienten realmente cómodos con
su cuerpo a quienes, por su forma de ser o vestir, no encajan en los
estereotipos de género. Sin embargo, después manifiesta que hay chicas que se
visten muy masculinas y que no significa que sean “chicos trans”, a pesar de
que ella y otras personas cuestionaron el cuerpo de su amiga hasta que ésta
aceptó ser un “chico trans”. Dulceida asume que la habían sacado de su supuesto
autoengaño, ignorando hasta el día de la entrevista que eso implicaba
hormonación de por vida, como le hace saber Enzo ante la sorpresa de ella. La
experiencia de Sonia/Enzo parece mostrar de forma velada una presión social en
determinados entornos hacia quienes subvierten los mandatos de género para que “cambien”
de sexo.
4.3.2. Internet, redes y contenidos audiovisuales
Allan (ZipyZap,
2020) cuenta que nunca pensó que era “trans” porque no sabía que eso existía,
hasta que empezó “a buscar videos en la ESO [Educación Secundaria
Obligatoria], cuando me di cuenta de que había muchos chicos que habían
pasado por un proceso con el cual yo me sentía identificado”. Después de
mudarse a Valencia para estudiar en la universidad, fue ahí donde empezó a
transicionar sin problemas, iniciando la hormonación y practicándose después
una doble mastectomía. El entorno virtual y los contenidos audiovisuales tienen
en todos los casos un peso muy importante. Ander Martínez (2018) señala que “estar
en Tumblr fue una de las cosas que más me afectó [...] Empecé a ver a chicos
trans, y poco a poco me fui dando cuenta de que era como que yo me sentía”.
Tumblr, cuya popularidad se disparó en los años 2013 y 2014, ya ha sido
descrita como una red altamente relacionada con la difusión de contenidos sobre
identidad “trans”, así como también YouTube (Ekis Ekman, 2021: 251-254).
Al hablar de esta
época de su vida y las distintas estrategias para afrontar la disconformidad
con su cuerpo, Ander Martínez (2018) y Hugo Campillo FTM (2017) expresan algo
que es muy habitual en las experiencias tratadas, a saber, los referentes y
modas conocidos a través de la socialización audiovisual y digital. Hugo Campillo (2018) cuenta que:
“Cuando tenía
dudas, me fue muy bien ver estos videos [en YouTube] porque en cierta manera pues […] No son dudas, tú lo
sabes, pero te sientes bastante identificado con muchos chicos de […] Bueno,
que ves en los videos del canal y todo esto, y siempre ayuda un poco”.
Dani Marrero
(2021) encontró este tipo de contenido en Instagram a los 16 años:
“Me salió el
video de un chico [...] como que se había operado una parte del pecho. Y yo
decía ‘¿qué se ha hecho este chico en el pecho’? Y nada, me metí a su Instagram
a cotillear y vi fotos del antes y el después.
[...] dije ‘esto es lo que yo quiero’. Fue una liberación, fue como
haberme quitado un gran peso de encima de saber lo que me viene pasando desde
que tengo cinco años”.
Matías Fabián
(2019) explica que un día puso en el buscador del navegador “soy lesbiana
pero no quiero tener mis pechos”, y una respuesta de Yahoo la llevó a la
conversación de dos internautas en la que una de esas personas le decía a la
otra “tal vez no eres lesbiana. Tal vez eres trans. Trans o transgénero”. Califica
aquel día como el más importante de su vida, a partir del cual empezó a buscar
más información, dando con youtubers de España – no encontrando
prácticamente ningún caso en su país, Perú -; y se declaró “chico trans”. No
obstante, no iniciaría la transición hasta un tiempo después por temor a las
reacciones de la familia.
En relación a
otros contenidos audiovisuales, Marcus Hard (2019) hace referencia a los
videojuegos y a la animación japonesa diciendo que “es verdad que desde niño
jugaba mucho a videojuegos sangrientos, violentos, también me la pasaba todo,
todo, todo el tiempo viendo animes Shonen, casi no me gustaban los Shojo”[4]. Como en el caso
de los juegos y juguetes en la infancia, pues, los videojuegos y otros
contenidos audiovisuales consumidos principalmente por chicos aparecen como
indicadores de que algo les estaba ocurriendo al desviarse los estereotipos de
género, si bien esta misma youtuber dice que “nunca sospeché que
fuera niño por hacer este tipo de cosas a pesar de que yo sí veía que las niñas
de mi clase no veían esas cosas [...] y sí lo hacían los niños de mi clase”.
4.4.
Concepciones sobre identidad y género
En todos los
casos se observa en las protagonistas de los videos no sólo el conflicto de
identidad por creer que son hombres con un cuerpo de mujer. También un
conflicto entre definiciones contradictorias de lo que es el género que se
entremezclan en los relatos que exponen sobre cómo descubrieron en ellas una
identidad que no se correspondía con su cuerpo.
4.4.1. Ideas sobre la identidad
Todas las youtubers
que exponen sus experiencias en los diez videos analizados dan por hecha la
existencia de una identidad masculina esencial en ellas, previa a cualquier
interacción social, que debían descubrir, reconocer y aceptar. Las
protagonistas atribuyen su malestar a esa verdadera identidad masculina que no
encajaba en lo socialmente considerado femenino, viéndolo como la fuente de sus
problema, y que habría estado siempre ahí. Adán FTM (2016), a quien su entorno
siempre quiso imponerle aquello más estereotípicamente femenino – pelo largo,
vestidos, color rosa – cuenta que “en el espejo me tiraba horas intentando
verme a mí mismo, me apartaba el pelo […] Me miraba muy profundamente como
queriendo ver mi verdadero yo”.
Hugo Campillo FTM
(2017) relaciona las ideas de infancia y libertad diciendo que:
“Somos completamente
libres cuando somos pequeños. Que es cuando nos da igual si hacemos una cosa u
otra, lo que vayan a pensar. Nos dan igual las consecuencias y si queremos lo
hacemos. Si no, no lo hacemos... Entonces, yo creo, personalmente, que una
persona trans lo sabe desde siempre. Si eres una persona transexual, tú, desde
que tienes uso de razón, lo sabes. [...] Si que es verdad que de ‘peque’,
bueno, era mucho más libre, vestía como quería, tenía el pelo más corto […]”.
Así pues, ve en
la infancia libertad y despreocupación en relación con cómo era y lo que le
gustaba. Sin embargo, al ir creciendo sin encajar en los roles y estereotipos
de género ni en la orientación sexual que el entorno – familia, grupo de pares
– esperaba de ella, empezó al rechazar su cuerpo femenino en la pubertad,
encontrando después en la idea de ser en realidad un “chico trans” una pretendida
solución a sus problemas psicosociales, empezando entonces a modificar su
cuerpo mediante hormonación y cirugía. Este relato es el esquema común
encontrado en todos los casos tratados en esta investigación.
4.4.2. Ideas sobre el género
También son comunes
en todas las experiencias recogidas dos concepciones del término “género”. Para
referirse al sexo, las protagonistas de los videos hablan de “sexo biológico” o
“sexo asignado al nacer”. Pero en el caso del concepto de género presentan
determinadas contradicciones que ellas mismas perciben cuando explican que fue
precisamente el hacer cosas socialmente asociadas a los niños lo que pudo haber
sido un indicador de que eran “chicos trans”. Hugo Campillo FTM (2017),
por ejemplo, trata de soslayar dicha contradicción diciendo que:
“Yo no voy a
explicar mi historia de lo que hacía de ‘peque’ o a qué jugaba porque por mucho
que yo os diga que jugaba con muñecos, en vez de con muñecas, no tiene nada que
ver, porque considero que […] Bueno, estamos ahora bastante abiertos de mente
como para entender que hay muchas niñas que juegan con muñecas y que juegan con
coches y que no por eso significa que vayan a ser chicos, ni que sean
transexuales, ni que les gusten las chicas”.
Igualmente y de
forma más explícita, Hugo Martín (2017) expone en su video que:
“Por supuesto que
podría hacer una lista de una cantidad de comportamientos ahora o desde niños
que siempre fueron catalogados dentro del género masculino. Sin embargo, eso
simplemente sería seguir apoyando la idea de que los géneros se categorizan en
diferentes acciones o comportamientos [...]”.
En ese mismo
sentido, Marcus Hard (2019) explica que:
[Encajar con los estereotipos
masculinos] “No iba a definir mi género [...] Y, ojo, yo sé que muchos trans
si se dan cuenta de que lo son por hacer ese tipo de cosas, por intentar
encajar en ese rol de género, ese estereotipo de género al que sabes que
perteneces, ya sea como hombre o como mujer. Y la verdad es que me parece
súper, súper, súper maravilloso, súper genial, que esto pueda ser como un
indicativo para ellos, de saber que son trans. Pero en mi caso no lo fue”.
Este discurso
aparece repetidamente en los testimonios de estas youtubers, insistiendo
de forma contradictoria en que lo que ellas mencionan como indicadores de ser “chicos
trans” no son neceariamente indicadores de serlo, por lo menos en su caso,
porque son estereotipos sociales. En los casos en los que esta contradicción es
manifestada de forma más evidente señalan, como hace Hugo Martín (2017) que:
“Si hablo acerca de cómo
sentí que soy transgénero hablaría de sentimientos que he tenido conmigo toda
mi vida: la angustia, el desasosiego y la inconformidad sobre mi cuerpo han
estado desde mi infancia. Sin embargo, sí hubo un momento en específico en el
que yo supe que esos sentimientos tenían un nombre y que había una forma de
solucionarlos”.
Esos sentimientos
de angustia, desasosiego y disconformidad con el propio cuerpo que desde la
infancia sentía Hugo Martín (2017) encontraron su definición en la disforia de
género, como explica, la cual podía solucionarse realizando la transición. No
obstante, la decisión de transicionar no estuvo exenta de dudas, y manifiesta
que:
“Antes de tomar
la decisión de hacer el tránsito me pregunté muchísimas veces qué es realmente
ser un hombre o ser una mujer, y si realmente yo tenía que estar en una de las
dos categorías. Si yo de verdad debía cambiar todos mis comportamientos porque
tenía que encajar en el rol del género que yo estaba aceptando como mío.
Mientras me fui construyendo como una persona transgénero y como un hombre en
este último año de vida me di cuenta de que yo no tenía por qué cambiar mis
comportamientos, que simplemente podía ser yo, de una forma libre y amarme
dentro de esa forma”.
Como vemos, pues,
Hugo Martín (2017) asociaba el hecho de ser mujer u hombre a los
comportamientos y no a la realidad biológica del sexo, hasta que comprendió que
sus comportamientos no eran erróneos y que no debía modificarlos. Pero,
paradójicamente, sí sintió que debía modificar su cuerpo.
Así pues, los
diez videos analizados presentan principalmente una idea de la definición de
género como una identidad masculina innata de la protagonista a pesar de su
sexo femenino. Esta definición es la que lleva a Dulceida (2018) a expresar,
durante su entrevista a Enzo, que “creo que naces en un cuerpo equivocado,
con un cuerpo equivocado y […] Pues, te das cuenta y ya está”. Y a la
consiguiente respuesta de Enzo:
“Sí, sería así. Naces
biológicamente con una cosa que no te identificas. Y luego […] Pues para llegar
a ser lo que realmente siempre has sido, ¿sabes?, te tienes que hormonar, o no.
[...] No hay que escoger ser un chico o una chica. Hay muchísimas más opciones”.
Enzo (Dulceida,
2018) expresa aquí lo que también señalan el resto de testimonios, a saber, que
sólo pretenden presentar su experiencia personal e individual, que no es puede
generalizar dado que cada proceso de transición es distinto.
5. Discusión
A pesar de esa
insistencia en la exclusividad de su experiencia, todas estas chicas fueron
niñas que rechazaban los estereotipos de la feminidad (juguetes para niñas,
vestidos, el color rosa, el pelo largo), para luego rechazar su sexo con la
aparición de los caracteres sexuales secundarios, principalmente los pechos,
además de haberse sentido sexualmente atraídas por otras chicas. Las relaciones
de las protagonistas con su entorno va desde la imposición familiar de los
estereotipos de género y el rechazo inicial al conocerse su orientación sexual
o identidad de “chico trans”, a la aceptación y comprensión. En el caso de Enzo
(Dulceida, 2018), incluso fue el entorno familiar y las amistades las que le
empujaban repetidamente a cuestionar el hecho de que fuera una mujer y a “cambiar”
de sexo, cosa que ella rechazaba con
vehemencia en un principio para finalmente declararse “chico trans”, e iniciar
la transición hormonal y practicarse una doble mastectomía.
Los testimonios
analizados aquí ilustran las fases de la construcción de la identidad “trans”
identificadas por Silvia Carrasco (2022), siguiendo un mismo patrón
argumentativo. En primer lugar la
disociación entre una “identidad sentida” y la realidad material del
cuerpo sexuado; después, la multiplicación de opciones identitarias derivadas
de la concepción del sexo como un espectro; a continuación, la necesidad de
descubrir la “auténtica identidad”; seguido por la transgresión de “atreverse a
ser quien se es”; y finalmente la toma de conciencia de poseer una identidad
oprimida.
A juzgar por los
casos tratados, en ese descubrimiento y toma de conciencia de la “auténtica
identidad” oprimida juega un papel muy destacado el entorno virtual y digital.
Estas chicas hablan de las modas en la forma de vestir, de información y
referentes que encontraron en la red. En algunos casos cuentan explícitamente
que fue gracias a Internet que supieron que eran “trans”. Los relatos
evidencian lo señalado en estudios como el de Littman (2019), que han
relacionado el aumento de chicas que quieren cambiar de sexo con el uso de
Internet y las redes sociales.
Este contagio y
propagación se produce en un contexto sociotécnico y comunicativo caracterizado
por el prosumo mediático, que ha hecho de Internet un mercado de la imagen y la
identidad personal. También de lo que Paula Sibilia (2008) ha llamado “extimidad”,
la conversión de la intimidad en un espectáculo audiovisual y digital, un show
del yo como forma de estar en el mundo que actúa, justamente, como sucedáneo de
las relaciones sociales en un contexto de atomización social caracterizado por
la ya mencionada soledad frente a la pantalla. En otras partes hemos constatado
la sensación de cercanía de los y las adolescentes respecto de youtubers
a quienes siguen, así como el hecho de que se trata de un fenómeno audiovisual
global con un contenido altamente segregado por sexos y con una clara
reproducción de la desigualdad y los roles y estereotipos de género (Pibernat
Vila, 2019), e incluso el uso del humor misógino por parte de youtubers
varones para conectar con sus audiencias adolescentes y preadolescentes (Pibernat
Vila, 2021).
El cuadro social
que se dibuja alrededor de estas youtubers female-to-male como chicas
que han rechazo su sexo femenino es el de un repunte del machismo entre la
juventud prosumidora y en su socialización audiovisual, después de una infancia
y adolescencia de rechazo a los estereotipos de género, suponiendo problemas de
adaptación y aceptación.
Encontrando en el
hecho de convertirse en “chicos trans” la única forma de lidiar con todo ello,
después han expuesto en Internet el “descubrimiento” de su identidad para poder
ser referentes de otras personas en la misma situación, como otras lo fueron
para ellas en su momento. Así se cierra en círculo que propicia la propagación
de ese contagio social entre chicas que quieren ser hombres, amplificando la
idea de la transición fármaco-quirúgica como solución al problema de no encajar
en un contexto de machismo creciente.
6. Conclusión
Los diez videos
analizados de chicas youtubers que se han declarado “chicos trans”, en
los que exponen sus experiencias personales relatadas como su caso particular
sin ánimo de generalizar, presentan una gran similitud. Todas ellas sufrieron
problemas sociales y psicológicos por no encajar y rechazar los estereotipos de
género asociados al hecho de ser mujer, así como por haberse sentirse atraídas
por otras chicas. Llegaron a la conclusión de que en realidad eran chicos en un
cuerpo femenino, por lo que modificando su cuerpo habrían encontrado su
verdadera identidad. Si eran chicos, entonces “todo encajaba”, es decir, podían
encajar en los roles y estereotipos de la masculinidad, encontrando sosiego y
felicidad.
En los casos
analizados, el uso y consumo de herramientas digitales y contenidos
audiovisuales en red fueron un factor determinante que consolidó la decisión de
iniciar la transcición fármaco-quirúgica, al saber que existían chicas como
ellas que se habían podido convertir en chico, como ellas deseaban. Tanto es
así que ellas mismas han querido compartir luego su testimonio para, como
suelen decir, ayudar a otras personas. De este modo, reproducen y amplifican
entre su audiencia juvenil la confusión del género como una identidad esencial
previa a lo social y, al mismo tiempo, un conjunto de roles y estereotipos
sexistas socioculturalmente específico. Y también amplifican los supuestos
beneficios de modificar el propio cuerpo para acabar con el malestar
psicológico.
Lo observado en
este análisis documental de diez videos de youtubers female-to-male
abunda en los datos e investigaciones que muestran que se está produciendo una
suerte de contagio social de las llamadas transiciones de género a través de la
red. Especialmente chicas adolescentes que no encajan en los roles y
estereotipos sexistas, y que además son lesbianas o bisexuales, están
resolviendo su malestar declarándose “chicos trans” y modificando su cuerpo de
forma irreversible. En ello están, por tanto, implicados los servicios de salud
pública y privada. Además, en España y otros países de su entorno, completan el
cuadro de ese contagio social los protocolos educativos “trans” en las esucelas
y las legislaciones en materia de autodeterminación de género.
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Materiales audiovisuales
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¿Cómo supe que soy trans? FTM Adán (Canal de
YouTube de Adán, 2016): Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=uw_LSRCGYPo [21/1/2023].
FTM Hugo: ¿ Cómo supe que era trans? (canal de
YouTube de FTM Hugo, 2017). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=pClryqfuu9o [22/1/2023].
¿Cómo supe que soy trans? / How did I know I'm
trans? // FTM (canal de YouTube de Hugo Martín, 2017). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=tK_6VT0-pmk [23/2/2023].
El tabú de la transexualidad – Dulceida y
Enzo. (Canal de YouTube de Dulceida, 2018). Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=0KE3jru9y9o&t=3s [22/1/2023].
Soy un chico trans y así lo descubrí... | FTM
España. (Canal de YouTube de Ander Martínez 2, 2018): Disponnible en: [ttps://www.youtube.com/watch?v=X6kLkjJTIcgo [23/2/2023].
Cómo supe que era trans (canal de Marcus Hard,
2019): Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=PSQqUIungvA [22/1/2023].
¿Cómo supe que soy trans? Mi vida con disforia
[Female to Happy] (canal de YouTube de Female to Happy MGL, 2019): Disponible
en: https://www.youtube.com/watch?v=JRSw2XeY3YU [23/2/2023].
¿Cómo supe que era trans? - FTM Perú (Canal de
YouTube de Matías Fabián, 2019): Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=WIYhOAA9HDI [21/1/2023].
¿Cómo supe que era trans? Allan FTM (Canal de
YouTube ZipyZap, 2020): Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=4sTT1Gs891g [21/1/2023].
Primer video + Como supe que era trans (Canal
de YouYube de Dani Marrero, 2021): Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=RkGFeGLUnPI&t=1s [21/1/2023].
[1] A lo largo del texto nos
referimos a ellas como chicas por tratarse de un dato objetivo de la realidad
biológica, con las implicaciones que esto tiene en relación con la definición
de su orientación sexual (lesbianas y bisexuales). Si bien no se trata de no
respetar su identidad como “chicos trans”, como investigadoras no podemos
sustituir dicha realidad por una declaración subjetiva. Sustituir la variable
del sexo por el “sexo sentido” de los sujetos de estudio distorsiona la
exposición y resultados de todos los trabajos de cualquier disciplina
científica en la que el sexo sea relevante, contribuyendo a la confusión. En
este artículo no consideramos apropiado en modo alguno opacar mediante la
terminología empleada que estamos hablamos, justamente, de chicas que rechazan
su cuerpo, fenómeno que no ha hecho más que ir en aumento como ya se ha
constatado.
[2] No hemos incluido aquí a chicos que
se declaran “chicas trans”, ya que en este trabajo hemos decidido centrarnos en
los testimonios de chicas jóvenes disconformes con su sexo que se declaran “chicos
trans” debido, como veremos, al gran incremento de estos casos que se ha
producido en los últimos años en buena parte del mundo.
[3] Lelli Kellys es una marca de zapatos italiana que comercializa
calzado con un diseño que reproduce lo socialmente asociado a las niñas
(colores blanco y rosa, brillantes, con dibujos de princesas).
[4] Dentro del género del anime,
el subgénero Shonen – literalmente, “niño” -
está dirigido a niños y chicos adolescentes. La popular Dragon
Ball, que Marcus Hard
menciona, es uno de sus principales exponentes. En cambio, el subgénero Shojo – literalmente, “niña” - está dirigido
a niñas y chicas adolescentes.