La socialización de género en las mujeres rurales: un análisis temporal a través de diversos casos de las habitantes de la Sierra de Gredos de la

Comunidad Autónoma de Castilla y León

 

Gender socialization in rural women: a temporal analysis through various cases among inhabitants of the Sierra de Gredos in the Autonomous Community of Castilla y León

 

 

Andrea Chamorro García

a.chamorro.2016@alumnos.urjc.es

Universidade Rey Juan Carlos - España

 

Recibido:   27-02-2024

Aceptado:  29-04-2024

 

 

Resumen

La socialización de género es un aspecto muy relevante en la sociedad, marca las vidas de todas las personas. Concretamente, se trata de la manera mediante la cual los valores patriarcales, radicalmente diferentes entre hombres y mujeres, se inculcan a través de la educación a todos los niveles. Esta herramienta sociocultural es uno de los elementos más potentes que aguarda el patriarcado para su mantenimiento. Sin embargo, aunque las bases son generales, se podrían observar matices si se investiga un contexto y momento específicos. Por ello, se realizará este análisis sobre las zonas rurales a través del ejemplo específico de las historias de vida de las mujeres habitantes de diferentes pueblos de la zona castellanoleonesa de la Sierra de Gredos.

Palabras clave: socialización de género, medio rural, familia, roles de género, estereotipos de género, decrecimiento, tradición.

 

Abstract

Gender socialization is a highly relevant aspect of society, as it influences the lives of all individuals. It is rooted in the way patriarchal values are imparted to people through education at every level, with principles that differ significantly between both men and women. This sociocultural mechanism is one of the key factors that perpetuate patriarchy. Although its foundational principles are universally common, distinct nuances can be observed when examining specific contexts and moments. This article aims to conduct an analysis within a rural setting, focusing on the Midwest Spanish Region of Gredos. It will explore this topic through the examination of different life stories from women living in this definite rural area.

Keywords: gender socialization, rural environment, family, gender roles, gender stereotypes, decline, tradition.

 

 

1. Introducción y objeto de estudio

 

 

El estudio de las diferentes situaciones sociales requiere un análisis de múltiples factores de incidencia, como puede ser la propia socialización de las personas, ya que estas situaciones y los procesos vitales que las componen son complejos y están atravesados por diferentes variables. Esto es lo que ocurre cuando hablamos de mujeres y medio rural, dos aspectos que tienen sus propios marcos y que, cuando se investigan conjuntamente, pueden conformar un marco específico. Esta interacción transversal es la que se va a analizar en el presente estudio, la manera en la que se manifiesta la socialización de género cuando se observa en el contexto rural y, más concretamente, si se han presentado cambios a lo largo del tiempo a través de los testimonios de mujeres que han crecido y vivido diferentes épocas en el mismo espacio geográfico, el medio rural castellanoleonés.

Esta investigación es relevante debido a la necesidad de investigación que existe sobre todos aquellos aspectos que envuelven las vidas de las mujeres, las condiciones que se presentan en los diferentes contextos y que pueden generan una situación que se considera interesante a analizar en los estudios interdisciplinares de género. Para ello, resulta importante ahondar en todos los aspectos diferentes que se han presentado y se presentan en la socialización de género en el medio rural, ya que, como fenómeno social, no es estático y exactamente igual en todas las zonas y momentos, sino que cada contexto tiene unas características especiales que son claves por analizar para poder conocer en profundidad dicho fenómeno y así observar si ha evolucionado en la actualidad.

Un aspecto importante es que se puede encontrar diversa literatura de referencia para el presente artículo, publicaciones de diferentes elementos teóricos que enriquecen esta investigación sobre socialización de género en el medio rural, similares en metodología y temática con la presente investigación. Algunos ejemplos de estos estudios son:

 

·     “El lugar del género en geografía rural”, de Mireia Baylina Ferré e Isabel Salamaña Serra, del año 2006.

·     Aproximaciones al arraigo y desarraigo femenino en el medio rural: mujeres jóvenes en busca de una nueva identidad”, de Cecilia Díaz Méndez, del año 2005.

·     “La educación de las mujeres en el medio rural”, de Valentina Maya Frades, del año 2006.

·     “Invisibles y móviles: trayectorias de ocupación de las mujeres rurales en España” de Luis Camarero, del año 2008.

·     “La historia rural ayer y hoy”, de Pegerto Saavedra, del año 2007.

·     “Desarrollo rural en áreas de montaña: el pirineo navarro” de Hugo Bustos Alecha, del año 2016.

·     Mujer y cambio social en el medio rural gallego” de Susana de la Gala González, del año 1991.

·     Ocio y tiempo libre de la mujer rural”, de Valentina Maya Frades, del año 2004.

·     Pasado y presente del medio rural en la provincia de Salamanca”, de Valentina Maya Frades, del año 2000.

·     “La reproducción de la violencia de género: una lectura desde las áreas rurales” de María Ángeles Martínez García y Luis Alfonso Camarero, del año 2015.

·     Estudio sobre la violencia de género en el medio rural de Castilla y León”, de Rosario Sampedro Gallego, María Ángeles Martínez García y Cintia Bartolomé, del año 2018.

·     Género y repoblación rural: mujeres autóctonas e inmigrantes de la España interior”, de Rosario Sampedro Gallego, del año 2022.

 

El presente artículo analiza concretamente la zona norte de la Sierra de Gredos es un territorio español perteneciente a la provincia de Ávila, en la autonomía de Castilla y León, que consta de múltiples enclaves rurales. De todos ellos, el presente estudio analizará concretamente los casos de seis municipios, presentados y detallados en el apartado metodológico del presente artículo.

Por tanto, el objetivo general del presente trabajo es el estudio de la socialización de género de las mujeres en el medio rural con el propósito de determinar si se manifiesta de una manera específica en dicho contexto geográfico y si hoy en día es diferente. La principal hipótesis que se plantea es precisamente que en los municipios rurales sí que se pueden observar matices que inciden de una manera relevante a destacar en cuanto a la socialización de género en las vidas de las mujeres y que en algunos aspectos ha cambiado, mientras que en otros sigue siendo similar.

 

 

2. Antecedentes y fundamentación teórica

 

 

El sistema jerárquico implantado en la sociedad que utiliza una serie de mecanismos para segregar la sociedad entre hombres y mujeres, llamado comúnmente patriarcado, se reproduce a través de la socialización de género. Esta socialización es uno de los grandes mecanismos que conserva, está basada en una serie de normas y valores que se recogen a través de distintos roles y estereotipos para apoyar la dicotomía de la dominación masculina y la subordinación femenina, siendo clave ámbitos como la familia, la economía, el amor o la cultura para que el sistema de opresión se siga perpetuando fácilmente (Ávila Bravo-Villasante, 2019). Más concretamente, desde muy temprana edad, tanto los niños como las niñas tienen diferente educación (De Beauvoir, 2019). Esto se une a una serie de funciones del componente sociológico que también se imponen, la mujer asignada al servicio doméstico y el cuidado, mientras que el varón es asignado al resto de ámbitos que quiera desarrollar según sus propios intereses. Por un lado, la agresividad, la inteligencia, la fuerza o la eficacia son valores que se inculcan en los hombres (Millett, 2019). Por otro lado, las mujeres las mujeres están educadas en la pasividad, la dependencia, el conformismo (Friedan, 2019).

Esta educación deja a las mujeres en una situación de dependencia hacia los hombres que hace que pierdan totalmente su autonomía y su seguridad, poniéndolas en una situación tan injusta que incluso acaban por reprimirla y negarla con rotundidad (Millett, 2019), básicamente son educadas para que su mayor deseo y propósito sea encontrar a un hombre, formar una familia y dedicarse a su cuidado. Realmente, cierto es que el proceso natural de la maternidad es exclusivamente un fenómeno biológico femenino, el cuidado que recae exclusivamente en las mujeres es una asignación completamente cultural (De Beauvoir, 2019). Estas creencias se tratan de perpetuar únicamente por el interés político que tiene el patriarcado de aumentar la natalidad, la subordinación y la reasignación de espacios. Pero incluso esta socialización diferenciada también hace difícil la vida a los hombres, por ejemplo, a la hora de gestionar o manifestar su sufrimiento emocional. Sin embargo, sigue existiendo la resistencia a cambiar el sistema, porque concede un estatus y un poder sociopolítico (Ávila Bravo-Villasante, 2019).

Por tanto, cabe decir que la socialización de género es un instrumento muy eficaz para justificar las desigualdades que produce el patriarcado, es uno de sus aspectos más difíciles de erradicar al encontrarse arraigado al ideario cultural, por eso a pesar de los avances legislativos, no se producen los suficientes cambios en el sistema (Millett, 2019). Esto se produce porque también es capaz de adaptarse a los diferentes momentos y contextos, es decir, aunque los valores en su esencia más pura son los mismos, su lectura se ha ido transformando a través del tiempo para poder ajustarse a los diferentes cambios sociales (Ávila Bravo-Villasante, 2019). Las consecuencias de esta socialización producen una discrepancia entre las vidas de las mujeres y la imagen social a la que se tienen que amoldar, creando un malestar a través de sensaciones de insatisfacción, impotencia, agotamiento, invisibilidad. De esta forma, las mujeres eliminan su personalidad y sus objetivos vitales (Friedan, 2019).

En conclusión, la socialización ha alcanzado una poderosa colonización interior en todos los seres humanos, la dominación sexual es la cuestión más resistente y profundamente arraigada en la cultura. El patriarcado genera la socialización de género, es decir, dos tipos de vida radicalmente opuestos, que se desarrollan durante toda la vida a través de los agentes socializadores como son la familia, los grupos de iguales o la cultura (Millett, 2019). Así, por tanto, se genera y mantiene la desigualdad entre hombres y mujeres y, por consiguiente, se mantiene el sistema patriarcal, donde las mujeres no tienen más valor que como ser accesorio del hombre, siendo este la figura principal, con todo lo que eso conlleva, de la sociedad (Kollontái, 2016).

 

 

3. Diseño y metodología

 

 

La metodología seleccionada para la presente investigación es de tipo cualitativa, consiste en una serie de entrevistas en profundidad presenciales a veinticuatro mujeres que viven actualmente o han vivido como mínimo diez años en alguno de los pueblos de la comunidad, para poder establecer una horquilla temporal que sea significativa para el proceso de socialización. De todos los municipios que componen la zona norte de la Sierra de Gredos, se han seleccionado seis debido a la mayor facilidad de acceso de la investigadora. Estas poblaciones, aunque algunas son más pequeñas que otras, son prácticamente iguales en todas sus características. Los municipios seleccionados son, concretamente: Hoyos del Espino, Hoyos de Miguel Muñoz, Navacepeda de Tormes, Navadijos, Navarredonda de Gredos y San Martín de La Vega del Alberche. Según los datos oficiales, la densidad demográfica de todas estas poblaciones juntas es de 1.262 habitantes, de los cuales 576 son mujeres (Diputación de Ávila, 20-04-2024).

Para poder mostrar los extractos de los resultados garantizando la ética de este análisis, el proceso de anonimización de las mujeres participantes consiste en mostrar a las participantes con un nombre falso y una edad establecida que realmente varía en una horquilla de tres años más o menos, ya que este dato es importante para poder observar los cambios generacionales, así como se plasman algunos otros datos relevantes para entender mejor el contexto pero descritos de forma general para poder imposibilitar la identificación de las entrevistadas. Todas las participantes del estudio son mayores de edad, para así poder aguardar de mejor manera su consentimiento, debidamente informado en la concesión de las entrevistas que se realizan con fines de investigación. A continuación, se muestran las diferentes características de las veinticuatro mujeres participantes, concretamente se muestra en la siguiente tabla su seudónimo, su edad aproximada, si tiene origen rural o urbano, si vive actualmente en la ciudad, su estado civil, si es madre, su tipo de profesión y su tipo de estudios.

 

Tabla 1. Características generales de las mujeres que forman la muestra del estudio

 

Seudónimo

Edad

Origen

Ciudad

E. Civil

Madre

Profesión

Estudios

Henar

30

Rural

No

Soltera

No

Estudiante

Superiores

Silvia

19

Rural

Soltera

No

Estudiante

Superiores

Teresa

55

Rural

No

Soltera

No

Ganadera

Primarios

Cruz

57

Rural

No

Casada

Hostelera

Primarios

Anabel

64

Rural

No

Casada

Ama de casa

Primarios

Elisa

27

Rural

Soltera

No

Funcionaria

Superiores

Amanda

52

Urbano

No

Casada

Ama de casa

Superiores

Rosario

49

Urbano

No

Divorciada

Hostelera

Medios

Clara

51

Urbano

No

Casada

Ganadera

Superiores

Verónica

58

Rural

Casada

Funcionaria

Superiores

Antonia

98

Rural

Viuda

Ama de casa

Primarios

Mercedes

42

Rural

No

Soltera

No

Hostelera

Medios

Luciana

74

Rural

No

Casada

Ama de casa

Primarios

Luz

81

Rural

No

Casada

Ama de casa

Primarios

Helia

60

Rural

No

Casada

Hostelera

Medios

Juana

82

Rural

No

Viuda

Ama de casa

Primarios

Sonia

24

Rural

Soltera

No

Funcionaria

Superiores

María

59

Rural

No

Casada

Hostelera

Primarios

Celestina

49

Rural

No

Casada

Hostelera

Medios

Noelia

23

Rural

Soltera

No

Estudiante

Superiores

Beatriz

38

Rural

No

Casada

Hostelera

Medios

Remedios

78

Rural

Viuda

Ama de casa

Primarios

Soledad

63

Rural

Casada

Ama de casa

Primarios

Martina

63

Rural

No

Casada

Funcionaria

Medios

Fuente: elaboración propia.

 

La batería de preguntas se recoge en las cuestiones relativas a la socialización de género, haciendo hincapié como elementos generales en los diferentes agentes sociales. Concretamente, de manera más escueta para poder conceder libertad de discurso a la entrevistada, se recogen las siguientes preguntas generales: 

 

·     ¿Cómo es vivir en el pueblo? 

·     ¿Tienen importancia las familias en los pueblos?

·     Cuando estudiaste en la escuela, ¿era mixta? ¿Qué conocimientos se impartían?

·     ¿Han estado los grupos de iguales formados siempre de la misma manera?

·     ¿Cómo son y qué hacen los hombres en el pueblo? ¿Cómo son y qué hacen las mujeres en el pueblo?

·     ¿La cultura en los pueblos se podría considerar como cerrada? ¿Ha presentado cambios en el tiempo?

·     ¿Ha influido el desarrollo de las nuevas tecnologías en las vidas rurales?

 

El tamaño muestral se establece a medida que se alcanza la saturación de la información, así como los testimonios se han conseguido mediante la técnica en avalancha o bola de nieve (Martín Crespo-Blanco y Salamanca Castro, 2007: 2). Las entrevistas en profundidad se realizan únicamente a las mujeres habitantes de estos municipios debido al propio objeto de este estudio, es decir, los resultados que se observan en base a la manera en la que la socialización de género incide específicamente en sus vidas, de las cuales se extraen los pasajes literales más interesantes para la presente investigación.

 

 

4. Resultados

 

 

A través de las distintas preguntas realizadas a las mujeres entrevistadas, los resultados que se pueden discernir de este análisis explican diferentes puntos que engloban la socialización de género, aunque a veces los límites entre los temas son difusos ya que se retroalimentan fácilmente.

El medio rural del territorio español lleva experimentando durante años el éxodo de la población que ha producido una recesión demográfica. Este fenómeno se observa especialmente en comunidades como la de Castilla y León, la región más grande del país, compuesta en su mayoría precisamente de zonas rurales más bien despobladas, masculinizadas y envejecidas (Rico González y Gómez García, 2009: 52). Esto puede tener un impacto importante en la socialización de género, como se irá viendo a lo largo de los testimonios. Sin embargo, a pesar de que se caracterizan por la escasez de personas más jóvenes, especialmente mujeres, cabe destacar que comarca de Gredos se cuenta con una importante población de hombres y mujeres de mediana edad debido al empleo que produjo un taller de costura que hubo durante muchos años en la zona.

En atención a las estadísticas oficiales, los seis municipios estudiados tienen una bastante similitud demográfica a lo largo de los años, con una progresión en ascenso desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, un mantenimiento de su punto más álgido entre las décadas de 1910 y 1960 y un descenso brusco y progresivo a partir de la década de los setenta (Instituto Nacional de Estadística, 20-04-2024). Los tres siguientes testimonios son de mujeres que han vivido diferentes épocas, la primera de ellas entre los años cuarenta y sesenta, la segunda de ellas entre los años setenta y ochenta y, la última, desde los noventa a la actualidad.

 

“Antes era más raro que la gente se fuese del pueblo, era muy raro. Ahora nadie quiere quedarse en el pueblo, pero antes no, había mucha juventud.” (Luz, 81 años)

 

“Casi toda la gente se ha marchado, en el pueblo se quedan más hombres, hay pocas mujeres que se queden porque salen a estudiar, quieren un futuro distinto al que hay en el pueblo.” (Martina, 63 años)

 

“Aquí de la gente de mi edad se queda muy muy poca, por no decir ninguna, algunos chicos por el tema de la ganadería y tal, si no pues nada [...] A mí por ejemplo sí que me gustaría vivir aquí, creo que es un buen sitio para vivir, pero no tienes oportunidades ninguna, así que es mejor que no nos quedemos.” (Noelia, 23 años)

 

El control ejercido por el entorno, al que podemos llamar también vigilancia social, se da especialmente en los núcleos de población más pequeños, ya que cuanta más gente haya más difícil será realizar un seguimiento de lo que ocurre. Este hecho es mucho más severo sobre las mujeres que sobre los hombres, ya que, debido a la socialización de género, ellas están más sujetas a las normas patriarcales (De Beauvoir, 2019: 652). La escasa población en el medio rural, cuentan las entrevistadas, puede suponer dos cosas, que todo se difunda inevitablemente pero también que exista más silencio debido a que se tratan de lugares donde la presión social aparece con mayor carga por esta cercanía social. 

 

“Yo creo que en un pueblo afecta que se conozca todo el mundo, porque en los pueblos es una vida muy pública y las mujeres pues todavía más pública porque todo el mundo te conoce, sabe lo que haces, con quién has hablado, si te vas de cena, si ha venido la familia o alguna amistad, en los pueblos es muy pública. Yo creo que afecta sobre todo porque no tienes la libertad de hacer cosas porque dices si es que qué dirán, qué dirán, y claro, no lo haces por el qué dirán, porque era la comidilla del pueblo y claro a tu familia un disgusto si estás en boca de la gente o lo que sea. Es que aquí la sociedad es reducida y cerrada, ahora ya la cultura se va abriendo porque ya viene gente, en este pueblo sigue viviendo aunque sea en vacaciones todo tipo de gente, y la gente joven, pues algo más abierta, pero claro toda esa gente se va.” (Cruz, 57 años)

 

Con relación a esto, también existen dos percepciones en cuanto a las relaciones sociales, por una parte, se considera que un contexto rural facilita más la cercanía y la ayuda al estar rodeado de personas conocidas, pero también propicia en muchas ocasiones el aislamiento ya que, si no te encuentras en consonancia con las pocas personas habitantes, no hay más opciones.

 

“Las relaciones sociales en un pueblo dependen de la persona, de lo que quiera, porque sí que es cierto que aquí en el pueblo lo que hay es lo que hay, y tú también tienes que engancharte al grupo para no quedarte sola, para no quedarte atrás.” (Verónica, 58 años)

 

“En los pueblos hay más relaciones, hablas más con la gente y eso, sales a la calle y si te cruzas con alguien te dices hola... También eso puede afectar negativamente, porque al conocerse a todo el mundo pues a lo mejor la gente se mete de más en tus cosas. Pero yo también pienso que aquí la gente a lo mejor en los pueblos te ayuda más, si necesitas cualquier cosa, tiene no sé, más cercanía en ese sentido.” (Henar, 30 años)

 

Estas sensaciones son igualmente percibidas en las distintas generaciones, por lo que se podría decir que este es un aspecto que no ha cambiado a lo largo del tiempo, es más, puede que vaya en aumento a medida que desciende la población, por lo que se considera que es uno de los elementos clave cuando se habla de la socialización en el medio rural.

 

“Creo que afecta negativamente en cuanto al tema de que a lo mejor tener un poco más de libertad y de individualidad, pues eso, que al final la gente pues te conoce, a lo mejor tú no te comportas de cierta manera o haces ciertas cosas porque sabes que si lo haces vas a estar escuchándolo mucho tiempo, sabes.” (Elisa, 27 años)

 

“El pueblo al final te puede cortar más porque dices ay, a ver que me dicen, a ver qué van a pensar, porque también hay menos personas claro, con la ciudad se diferencia en eso, en la ciudad puedes hacer lo que quieras sin ese tipo de coartación. Porque además la mentalidad es distinta, aquí hay muchas personas mayores y la gente que se queda es más de ese estilo, así que al final la cultura no termina de abrirse.” (Sonia, 24 años)

 

El patriarcado tiene un importante peso en la institución de la familia, como una unidad del sistema dentro de su conjunto, siendo un agente de control que aguarda los valores de la sociedad patriarcal (Millett, 2019: 83). En otras palabras, la dependencia de la mujer se refleja en las familias, generando una escuela de desigualdad, dividiendo los papeles y labores dentro de sus miembros de forma estratégica, la familia tradicional es fundamental para la masculinidad ya que legitima su autoridad (Ávila Bravo-Villasante, 2019: 36). 

La familia debe su cohesión a la dependencia económica de mujeres y menores hacia el hombre, por lo que su estabilidad depende de esta división jerárquica, ya que es la posibilidad que tienen los varones de afirmar su posición y demostrar su poder (Millett, 2019: 229). La familia y el entorno rural son los núcleos sociales donde se han mantenido históricamente de forma más férrea estos valores (Kollontái, 2016: 15). Por tanto, cabría destacar que se ha observado que las familias son un núcleo importante de la población, culturalmente siempre ha sido el grupo social con más peso para las personas en los pueblos, el mapa social de los mismos se ha dividido siempre por las familias que se encuentran en el mismo. Por tanto, encontrarte en el núcleo cerca o lejos de tu familia también incide mucho en las posiciones de cercanía o aislamiento social.

 

“A mí me cuidaba mi hermana mayor, es que somos siete y me llevaba trece años con ella y claro, como las madres tenían tanto trabajo pues las hermanas mayores nos cuidaban, para mí ha sido como mi madre.” (Décadas de los años veinte y treinta) (Antonia, 98 años)

 

“Solo tengo aquí a mi marido y mis hijas, que además ya se han ido a vivir fuera, a mis hermanas y mi madre y el resto de mi familia desgraciadamente no.” (Amanda, 52 años)

 

Entre otros aspectos a destacar, cabe decir que, por tanto, las decisiones que se toman dentro de la familia, los mandatos y los valores dentro de este núcleo, son un pilar central que afecta también a la vida de las mujeres, muy en relación con los valores de la socialización, especialmente con su rol impuesto de cuidadoras de dicha familia. 

 

“La vida aquí en el pueblo era más atada a la familia, no tenías tanta libertad como yo veo que hay ahora, que hay libertad de, pues eso, económica, libertad como persona, que tú puedes hacer lo que quieras [...] antes aunque fueras ya mayor de edad, siempre había que estar dando explicaciones, especialmente en casa. Como que te ves cohibida de [...]hacer más cosas, sí, fue así, pero tampoco en realidad lo veías mal porque tus amigas que estaban alrededor estaban igual que tú, claro, pero luego cada una tienes unas inquietudes y otro tiene otras, pero bueno, luego te tienes que adaptar a la realidad de la casa y la familia, había que aceptarlo, era así.” (Década de los ochenta) (Cruz, 57 años)

 

“Yo estuve diez años trabajando en la ciudad de mi carrera, es decir, estuve aquí en el pueblo de pequeña pero luego ya me fui. Mi intención no era volver, porque yo estudié, me gustaba mucho en lo que trabajaba, tenía mi casa y mis amigos en la ciudad, pero falleció mi padre y como tenemos un negocio familiar de hostelería me cogí una excedencia para ayudar a mis hermanos y mi madre, y luego lo fui alargando y al final me quedé aquí. Al principio me costó mucho adaptarme de nuevo, sobre todo por los días de diario porque hay muy poca gente, yo me encontraba lejos de mi vida y hay una soledad aquí que se te hace muy dura, además es casi todo gente mayor, en este pueblo hay algo más de variedad, pero es lo que hay.” (Década de los 2000) (Mercedes, 42 años)

 

En la actualidad no se dice que las familias no sigan teniendo mucha importancia en los núcleos rurales y mucho peso en la socialización, pero sí que se observa un ligero cambio en las oportunidades y libertad de decisiones que tienen las entrevistadas.

 

“Yo creo que la vida de las mujeres ha cambiado mucho, porque al final mi abuela por ejemplo no pudo salir del pueblo, directamente es que su familia no se lo permitió (Década de los sesenta) Mi madre sí vivió fuera mucho tiempo, pero luego se vino aquí y tampoco la ha hecho ilusión tener que quedarse (década de los noventa), así que yo por lo menos he podido elegir.” (Elisa, 27 años)

 

Durante más de dos mil quinientos años, las mujeres se han encontrado en una situación de desventaja educativa (Lerner, 1990: 323). La educación o socialización diferencial a lo largo de los tiempos es un punto clave para la desigualdad. Hasta finales de los sesenta, las escuelas de la mancomunidad dividían sus clases por sexos y sus enseñanzas también eran en algunos aspectos distintas entre niños y niñas, destacablemente marcadas en base a la dicotomía que presenta la socialización de género.

 

“A los trece años me sacaron de la escuela, porque tenía que ayudar a mi madre. Yo he tenido que ayudar mucho más en casa porque mis padres eran ya muy mayores. Yo iba con todos los hombres al campo y luego cuando volvíamos del campo y todos descansaban, pues yo hacía las tareas con mi madre. Entonces […] a mí no me dieron opción a estudiar porque no podían prescindir de mí, ni de mi hermano tampoco. Es que era el único varón que había, y mi padre como era mayor […] He trabajado más que ninguno pero como no ha sido para fuera, es como si no hubiera trabajado […] A la escuela, las niñas y los niños separados, nos enseñaban lo mismo, la enciclopedia era la misma, aunque lo de coser y cantar y limpiar y eso a ellos no.” (Década de los años cincuenta y los años sesenta) (Luciana, 74 años)

 

“No se enseñaba lo mismo a las chicas que a los chicos, a los chicos los ponían cuentas o lo que fuera, pero las muchachas según entrábamos a las tres ya teníamos la costura allí hacíamos una sábana, una un bordado [] Y los muchachos con las muchachas, ahora juegan juntos, van al colegio juntos y todo, y entonces éramos eran 50 y 52 muchachas en la escuela, fíjate. Entrábamos a los seis años y luego salíamos a los catorce […] A ayudar en casa y preparar el ajuar.” (Década de los cuarenta y cincuenta) (Luz,81 años)

 

“En la escuela estábamos separados, las chicas con una profesora y los chicos con un profesor. En el instituto, por ejemplo, teníamos una asignatura que se llamaba hogar y solo íbamos las chicas.” (Década de los setenta) (Helia, 60 años).

 

Esto es algo que, en la actualidad, al menos en la educación reglada, ya no se produce, ni segregación entre personas ni entre contenidos, es más, incluso al ser menos personas y encontrar varias generaciones y cursos en la misma clase, las entrevistadas aprecian menos diferencias que en otros lugares.

 

“Aquí no había tanta diferencia porque al final éramos pocos, entonces hacíamos las mismas cosas todos, no solo chicos y chicas, sino también de todas las edades.” (Década de los 2000) (Elisa, 27 años)

 

Cabe destacar que, de los seis municipios estudiados, en la actualidad solo cuentan con escuela dos, la de Hoyos del Espino y la de Navarredonda de Gredos. Los colegios de Navacepeda de Tormes y de San Martín de la Vega del Alberche cerraron en la década del 2000, mientras que las escuelas de Navadijos y Hoyos de Miguel Muñoz lo hicieron en la década de los ochenta. Todas ellas dejaron de funcionar por falta de menores. En ellas solo se puede estudiar las educaciones infantil y primaria, a partir de la educación secundaria se deben trasladar a municipios o ciudades más grandes.

Como se ha introducido, los grupos suelen ser variados en personas y edades debido a la escasez poblacional, aunque es cierto que algunas mujeres comentan que, a pesar de ello, las amistades también se suelen dividir entre hombres y mujeres, algo que se empieza a notar especialmente en la etapa adolescente. Aunque se haya observado un ligero cambio en la actualidad, los testimonios son similares en las diferentes generaciones.

 

“Antes nos juntábamos menos, no éramos unas pandillas mixtas, éramos chicas y chicos.  Las actividades lúdicas que se hacían eran distintas, yo recuerdo que se iban al campo se hacían chozos y no sé lo que harían. Sí que recuerdo algunas noches de verano jugar juntos, al escondite por el pueblo. Pero bueno, nosotras poca cosa.” (Década de los setenta) (Helia, 60 años)

 

“Nosotros solemos juntarnos todos, a ver los hombres son más de quedar por su cuenta para irse por ahí o a jugar a alguna cosa sin avisar a las chicas, pero bueno luego las veces que nos juntamos, podemos jugar todos por ejemplo.” (Sonia, 24 años)

 

Un testimonio que expone de manera más profunda las características socioculturales de las zonas rurales es el relatado a continuación por una de las entrevistadas.

 

“En el pueblo siempre hemos ido todos juntos porque tampoco éramos tantos como para dividirnos, pero con la adolescencia nos empezamos a separar, porque yo creo que te empiezas a sentir un poco diferente no, hacíamos grupito de amigas y los chicos iban por su lado (década de los 2000) Yo creo que un pueblo es más cercano, ósea yo creo que te da la oportunidad también por ejemplo de tener amigos para toda la vida, mientras que en la ciudad vas cambiando de colegio, instituto, universidad, trabajo [...] Y a lo mejor eso no se mantiene tanto. Y con el resto de gente pues conoces a todo el mundo. No creo que sea exactamente que sea determinante tener una mente cerrada si vives en un pueblo, porque si fuese así a lo mejor tampoco nos habríamos ido, pero sí que es verdad que a nivel masculino creo que es una cosa que te puede absorber bien porque tú encajas, te da igual salir con alguien que tiene muchísima más edad que tú porque aquí todos van a tener el mismo tipo de vida, tienen el mismo tipo de vida que hombres muy dispares a ellos [...] ciertos comportamientos aquí se permiten mucho, aquí hay menos gente y no puedes pasar de ir para otro lado en esas situaciones, al final tienes que tragártelo, especialmente situaciones cuando eres adolescentes, porque no te queda otro remedio, en la ciudad tendrás más espacio para separarte si algo está pasando, todos somos vecinos y nos conocemos y se permiten muchas cosas por esas relaciones.” (Elisa, 27 años)

 

El espacio también se categoriza en torno al género, ya que las actividades socialmente más valoradas han sido las asignadas siempre y únicamente a los varones, por lo que una tarea empieza a ser valorada, tiende a hacerse pública y, por tanto, a masculinizarse (Amorós Puente, 1994: 24). El desarrollo en las zonas agrícolas se caracteriza por el desarrollo de una versión concreta de la masculinidad, construida mediante la fratria de los hombres que se dedican a los trabajos que requieren fuerza física, estableciendo vínculos personales en sus ratos de ocio debido al fuerte sentido de pertenencia a un lugar y de orgullo por la dureza del trabajo realizado, que pasa de una generación a otra y que excluye completamente a las mujeres (McDowell, 2000: 149). La imagen social de la mujer rural está muy ligada precisamente a ese aspecto territorial, contribuyendo tanto a su construcción, como al mantenimiento de los distintos agentes sociales (Maya Frades, 2008: 28). A través de sus testimonios, se podría hablar del mantenimiento de los roles y estereotipos sexistas en la cultura de la población rural, principalmente el rol familiar y débil de las mujeres y el rol público y fuerte de los hombres.

Este mantenimiento cultural se debe indirectamente a todos los aspectos estudiados, pero en el caso de las zonas rurales su incidencia directa es el núcleo de población más reducido que dificulta los cambios. Además, en buena parte, las mujeres han sido y son socializadas y penalizadas para que no tengan el poder de rebelión contra estos valores sexistas.

 

A un niño no podías dejarlo con el padre, era impensable, porque el padre tenía muchísimo que hacer en el campo y el niño nada, siempre lo atendía la madre, mientras hacías las tareas los llevabas si podías, si no pues tenías que aprovechar cuando dormían (década de los sesenta) Nos ha pasado a casi todas, por lo menos a las que somos más mayores [...] las que seguimos teniendo familia, todas las tareas hay que hacerlas, ya sabes, yo sigo aquí con mi marido y mis hijos y pues hay que atenderlos.” (Luciana, 74 años)

 

Yo con mi marido pues he ido dos veces contadas al campo, porque él también era muy enemigo de que yo fuera con él, me decía que no era un sitio para tener que andar yo por ahí. Por ejemplo, las mujeres de muchos otros sí que tenían que ir al campo con ellos y él me decía, pues vaya inútiles son esos hombres, que estando los maridos y los hijos tienen que andar llevando a la mujer a hacer esas cosas.” (Décadas de los cincuenta y sesenta) (Juana, 82 años)

 

Nosotras a veces veníamos a casa de mi abuela y vivía también allí un tío soltero y veníamos los primos y las primas, y nos mandaban a nosotras a hacer las camas de mis primos, que teníamos todos la misma edad sabes, ponerles la comida, lavar nosotras los platos, esas cosas sabes, mientras ellos se iban por ahí [...] Y nosotras decíamos que no, que cada uno se hiciese lo suyo, y los adultos se enfadaban muchísimo con nosotras, sobre todo mi tío, porque no lo veían normal, no les gustaba que nosotras nos quejásemos, y eso que yo me quejaba menos, porque por no discutir […].”(Década de los años ochenta) (Rosario, 49 años)

 

Esto se relata de una manera muy parecida en las mujeres de mediana edad, que explican similitudes entre las experiencias más antiguas y las más actuales, es decir, se observa una regresión cultural por una parte de las mujeres entrevistadas. 

 

Aquí eran muy machistas, el hombre a trabajar y la mujer en casa, que luego era mentira, porque las mujeres trabajaban en su casa, cuidaban a sus hijos, ayudaban al marido, iban a trabajar al campo, iban a otras casas a ganarse algo de dinero limpiando, ya ves (décadas de los sesenta y setenta) Yo vi que luego eso fue cambiando pero ahora veo que vuelve, el machismo digo, yo veo a los chicos jóvenes que vienen aquí en verano y son muy machistas, cómo hablan a las chicas, sus comportamientos, el machismo está volviendo.” (Soledad, 63 años)

 

Aquí el trabajo se reparte de distinta manera, quiero decir, las mujeres tenemos nuestra jornada laboral y luego tenemos toda la casa y la familia por atender, el hombre no, no te quiero decir que no trabaje, sino que tiene su jornada laboral y ya está, se dedica a su trabajo única y exclusivamente. Algunas veces echan una mano en casa, pero no es lo suyo, vamos no es lo suyo porque no se ponen, porque la casa es de los dos, pero aquí en un pueblo, los hombres que no han salido del pueblo, ese reparto les cuesta mucho. Yo creo que aquí en un pueblo ocurre más porque la cultura es más cerrada, esos papeles estaban muy marcados y como nunca han salido de aquí… Y en las casas enseñaban así, se lo han inculcado así de pequeños que los hombres a las vacas y la mujer en casa y fin. Que yo te digo de mi marido que tiene cincuenta años, no de algún señor mayor que en su época fuese distinto.” (María, 59 años)

 

Entre hombres y mujeres, pues bueno, yo creo que un poco siguen los roles más marcados en el sentido de que ellos les da alergia coger una aspiradora o cualquier cosa, en ese sentido sí que está el machismo un poco más estancado, porque por ejemplo se turnan los hermanos para ir a atender a su madre, y cuando le toca a mi marido tengo que ir yo sabes, pues me toca a mí (…) Yo creo que es principalmente por la educación, la educación que se dé […] él hasta que se casó conmigo no tuvo que hacer ni su cama sabes, y ahora pues yo le digo, tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, y todavía su familia me hace comentarios como hombre pues cómo lo va a hacer él estando tú, esas cosas sabes. Y eso no creo que haya cambiado mucho, porque yo observo a la generación de mi hijo que es adolescente y todavía tienen muchos comportamientos así, se rigen por así decirlo por a ver quién la tiene más grande, quién es más bruto, quién es más cerrado, el ambiente huele a testosterona.” (Clara, 51 años)

 

Estos roles y estereotipos diferentes se mantienen en casos en los que incluso cuando las mujeres realizan también a diario labores exactamente iguales a las de los hombres que tienen a su alrededor, lo que además de estar invisibilizado socialmente, supone dobles y triples cargas para las propias mujeres.

 

Tenemos distintos tipos de vida porque ellos llegan a casa, yo lo veo por mi hermano, y no hace nada sabes, ya consideran que como han trabajado en el campo ya está, que es un trabajo muy duro, pero vamos que yo hago lo mismo que él y cuando llego a casa sigo trabajando. Ellos lo consideran así porque tienen todas las reglas de la mentalidad de antiguamente, porque no han salido al mundo mundial, si hubieran salido de ahí para afuera hubieran visto otra historia, es como una casa en la que solamente hay hombres, pues de eso se alimentan, tienen la mente ahí bloqueada. En los pueblos sigue habiendo mucho machismo, sigue habiendo una mente más cerrada por eso.” (Teresa, 55 años)

 

Por ejemplo, mi marido en su casa, pues lo han comentado muchas veces, igual pues sus hermanas trabajaban en el taller y sus hermanos en la fábrica todos las mismas horas, pero llegaban a casa y siempre lo comentan, que luego ellas ponían la mesa, quitaban la mesa, ayudaban a la madre, a las cosas y ellos no, se sentaban a comer y luego se iban por ahí y ya está, así eran las cosas con los hombres.” (Décadas de los años ochenta y noventa) (Celestina, 49 años)

 

Generalmente, cuando se habla de la actualidad, sí que se observan pequeños cambios en estas actitudes, aunque en algunos aspectos se contemplan comportamientos que siguen estando en consonancia con los valores patriarcales, estancados en el tiempo.

 

Yo creo que la vida de las mujeres rurales sí que ha cambiado, porque por ejemplo mi madre no se sacó ni siquiera el carnet de conducir, me parece que era una vida más sometida a los hombres (década de los años setenta) Bueno, yo creo que ahora también hay mujeres que están muy sometidas, aquí lo vemos, que no salen a trabajar, se quedan en casa con los niños y el marido trabaja, yo creo que somos menos las que decidimos trabajar, ingresar tu dinero, vivir un poco más independiente.” (Beatriz, 38 años)

 

Yo creo que sigue habiendo machismo en general en todas partes, no creo que sea una cosa de los pueblos en particular, pero sí creo que de los pueblos va a costar más sacarlo porque al final tú cuando te quedas en el pueblo teniendo la opción de irte, te quedas porque te atrae algo que no hay en las ciudades, y es precisamente esa tradición, entonces tú si aquí tienes una mentalidad super progre aquí no vas a sobrevivir, porque la gente que se queda, no la tiene. Y al revés igual.” (Elisa, 27 años)

 

“Hombre yo creo que sí es diferente en la gente de mi edad porque cada vez hay más mujeres jóvenes en lo que es el ámbito ganadero, hay cada vez más auge, yo creo que las personas jóvenes se van acostumbrando a ver a las mujeres más trabajar en ese sentido, pero creo que para la gente mayor sigue siendo el tópico de “los hombres a las vacas y las mujeres en casa.” (Silvia, 19 años)

 

Cabe destacar el apoyo que realiza la religión al patriarcado (Millett, 2019: 83), la sociedad patriarcal ha creado una serie de narraciones socioculturales para adaptar sus valores, siendo una de ellas la religión (Millett, 2019: 106). Las mujeres, privadas de su conciencia de grupo, sufrieron las consecuencias devastadoras por medio de la cultura sexista, expresada en la religión, la legislación y los mitos (Lerner, 1990: 343). Se ha podido observar que uno de los aspectos muy relevantes en la cultura de la población rural es el mayor arraigo existente a la religión. Actualmente lo podemos encontrar en mayor medida en las mujeres más mayores, ya que es importante destacar que las generaciones más jóvenes no hacen referencia en ningún momento al tema religioso. 

 

Antes a misa mucho, muchísimo, había que ir a misa prácticamente todos los días. Bueno mira, yo por ejemplo no me dejaban mis padres ir a la discoteca porque estábamos en semana santa, aquello era un pecado.” (Década de los ochenta) (Cruz, 57 años)

 

En el pueblo ha habido mucho arraigo con la religión, pero mucho, vamos, yo en la ciudad pues depende de cada persona pero no había un arraigo en general con la iglesia y sus ideas, aquí todo el mundo estaba vinculado a la religión, y si no lo estabas eras señalado o si no ibas a misa iba a buscarte el cura a tu casa. Porque aquí todo es muy rutinario, era lo que había que hacer. En una ciudad tú te ibas a vivir a una comunidad que no te conocía nadie y podías hacer el tipo de vida que quisieses.” (Década de los años setenta y ochenta) (Amanda, 52 años)

 

En el presente caso, es de relevancia hablar de la presencia específica de una figura eclesiástica en la comunidad desde mediados de los años cuarenta hasta principios de los años ochenta, descrito como una persona muy arraigada a estas ideas sexistas, muy estricto con la población y con mucho poder en el territorio, lo que se puede entender que causó impacto en la vida sociocultural de estos municipios.

 

A misa había que ir todos los domingos, sobre todo iban las mujeres con los hijos, era obligatoriamente obligatorio, el cura tenía mucho poder.” (Décadas de los años cincuenta y sesenta) (Remedios, 78 años)

 

El cura que había aquí, madre mía [...] era malísimo, nos trataba muy mal [...] Las familias que no teníamos nada le teníamos que llevar comida porque era una persona muy importante en el pueblo, era como obligatorio, y él la tiraba delante de nosotras sabes [...] Era machista total, yo creo que nos odiaba a las mujeres, cuando veía algo que hacíamos que no le gustaba, luego lo decía en la misa con todo el mundo delante para dejarte en evidencia [...] Había que tener cuidado con lo que hacías. Bueno, mi padre incluso estaba excomulgado, porque tenía un grupillo de música y tocaba en el baile, y para él eso era vamos, un pecado total. Cuando sacaba la procesión en las fiestas paraba a la virgen delante de nuestra casa para que la gente rezara porque decía que estaba maldita por los bailes que se hacían.” (Décadas de los años sesenta y setenta) (Anabel, 64 años)

 

Antiguamente, yo cuando vivía con mi abuela, mi abuela era muy muy religiosa, nos hacía siempre ir a misa, siempre todas las tardes al rosario y si no íbamos nos castigaba mi abuela, era una educación muy severa, al cura había que tenerle muchísimo respeto porque era como la persona más importante del pueblo.” (Década de los años setenta) (María, 59 años)

 

Las complejas sociedades actuales ofrecen un conjunto de relaciones sociales que a través de la tecnología pone en contacto a personas muy distantes entre sí en el espacio (McDowell, 2000: 180). Los avances tecnológicos, la trasformación que puede tener la socialización por la facilidad de conexión con otras personas que viven realidades geográficas distintas, también ha incidido en las poblaciones rurales actualmente.

 

Pues yo venía en verano y en esa época la diferencia de forma de vida, incluso de ropa o de cosas materiales, era muy diferente con las chicas del pueblo, lo que podían tener ellas. Y también un poco en, yo qué sé, saber de música, de libros, esas cosas, ellas no sabían de qué estabas hablando, había como más diferencia de la que puedes encontrar ahora, sin las tecnologías que hay ahora pues allí era medio aislado.” (Amanda, 52 años)

 

En definitiva, los diferentes elementos que explican la socialización de género en el medio rural muestran, generalmente, que, en cierto modo, son diferentes a los de otros contextos geográficos, además de que algunos se han transformado a lo largo del tiempo, mientras que otros se siguen manteniendo en la actualidad.

 

 

5. Conclusiones

 

 

La vida de las mujeres está atravesada por la desigualdad en diferentes ámbitos a causa del sistema patriarcal. Entre todos los tipos de desigualdades, la desigualdad sociocultural es una de las fundamentales, ya que condiciona de manera muy fuerte la socialización de género. Por un lado, los roles y estereotipos de género que sustentan en buena parte al patriarcado, aquellos valores que se transmiten por generaciones a través de la socialización y que definen la personalidad y el comportamiento de las personas. Estos valores se difunden a través de los distintos agentes sociales como pueden ser las familias, las escuelas, las amistades o los medios de comunicación puntos que se han ido analizando a través de las entrevistas que componen este artículo.

En referencia a la educación, se ha observado cómo en tiempos anteriores era radicalmente diferente entre hombres y mujeres, existiendo tanto una segregación física como curricular. Hoy en día esto no se produce de la misma manera, ya que los conocimientos impartidos están reglados de manera que son los mismos para todas las personas, así como no existe una segregación, es más, tras la recesión demográfica es habitual encontrar que los pueblos tienen pocos menores y que las aulas se componen de varias generaciones. Esto se puede observar de igual manera en los grupos de iguales, antes más diferenciados que ahora, aunque en cierto modo sí que se observa consonancia con la clásica socialización de género, especialmente a partir de la etapa adolescente.

En las zonas rurales también existen unas características sociales especiales que son la clave si hablamos de la socialización en el medio rural. No se pueden abarcar en profundidad en el presente artículo por cuestiones de amplitud, pero se puede introducir que la escasa población produce una situación de vigilancia social que provoca que sea muy complicado cambiar las actitudes establecidas. La importancia que ha tenido la familia o la cercanía social, sus estructuras y sus relaciones, se explica porque, al tratarse el medio rural de un territorio conformado por menos personas, se concede mucho valor e importancia a este tipo de relaciones, que influyen profundamente a la hora de seguir perpetuando los valores tradicionales que han existido desde siempre en el territorio. En definitiva, las ideas sexistas son las mismas que en todas partes, sin embargo, en zonas como esta pueden tener más incidencia y son más resistentes al cambio. Esto se observa de forma particular precisamente en las mujeres por la desigualdad de género.

En cuando a los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, es evidente que ha habido un cambio entre generaciones en este aspecto. Su facilidad de conexión y consulta también ha transformado la socialización de género, especialmente de las mujeres más jóvenes, aunque su uso es cada vez más común en otras generaciones también. A pesar de ello, su impacto quizás no se puede relacionar tanto directamente con el mundo rural porque al fin y al cabo ellas tienen que emigrar igualmente para seguir con la educación obligatoria, por lo que son socializadas también en núcleos urbanos. Además, aunque en algunos enclaves municipales se ha avanzado mucho, en otros aún no se encuentran aún las redes adecuadas para incorporar estos avances. Sin embargo, es importante destacar que su uso puede contribuir también a disminuir uno de los elementos característicos de algunos de estos territorios, el aislamiento.

En definitiva, se espera que esta investigación haya abierto la mirada hacia las vidas de las mujeres rurales, realidades que es importante conocer para poder ampliar el conocimiento relativo tanto a los estudios de género de forma particular como a la consciencia que puede aportar a la sociedad en general. El presente caso se ha realizado concretamente en algunos municipios castellanoleoneses, pero sus técnicas pueden seguir complementando y abriendo puertas a estudios replicables en otras zonas geográficas, o incluso indagar más profundamente en los distintos elementos encontrados en la misma, enriqueciendo así la relevante sabiduría transversal que aportan las mujeres rurales.

 

 

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