Deshominem, hombres contracorriente: una
investigación-creación
en torno a la reflexión de masculinidades no
hegemónicas
Deshominem, cross-current
men: a research-creation around the reflection
of non-hegemonic masculinities
Maria Cecilia Hernández Ocampo |
Paula Andrea Barreiro Posada |
Edisson Arbey
Mora |
Universidade de Antioquia - Colombia |
Universidade de Antioquia - Colombia |
Universidade de Antioquia - Colombia |
Recibido: 29-02-2024
Aceptado: 19-06-2024
Resumen
Este artículo se aproxima a las
experiencias de masculinidades no hegemónicas en un contexto universitario con
el objetivo de indagar sobre el reto que supone para los varones desafiar las
expectativas y los roles históricamente asignados a ellos. Apoyándonos en la
metodología de investigación-creación, buscamos comprender a qué nos referimos
cuando hablamos de masculinidades no hegemónicas, y cómo se construyen en el día
a día entre varones de la comunidad universitaria, entendiendo así qué efectos
tienen aún en la conformación de nuestras sociedades. Esta investigación forma
parte de un proyecto de la Universidad de Antioquia (Colombia, 2021-2022) y su
resultado es una miniserie documental web cuyo arco narrativo exhibe el proceso
de toma de consciencia, deconstrucción y reconstrucción permanente de
masculinidades diversas.
Palabras clave: masculinidad no
hegemónica, estudios de género, violencia de género, investigación-creación,
serie documental.
Abstract
This article approaches the experiences of non-hegemonic masculinities in a university context, to investigate the challenges faced by men
with the expectations and roles that have historically been assigned to them. Based on
the research-creation methodology, we seek to understand what we mean when
we talk about
non-hegemonic masculinities
and how these are built on a daily
basis among men in the university
community, thus understanding what effects they still
have on the
formation of our societies. This research is part
of a project at the University of Antioquia (Colombia, 2021-2022), its result is
a web documentary miniseries, whose
narrative arc exhibits the process
of awareness, deconstruction
and permanent reconstruction
of diverse masculinities.
Keywords: non-hegemonic masculinity, gender studies, gender violence, research-creation, documentary series.
1. Introducción
A partir de una iniciativa académica, entre la
Dirección de Bienestar Universitario y
la Fundación Universidad de Antioquia, se pone en marcha la propuesta
“Promotores del Bienestar”, en el año 2021, y que convoca a la comunidad de la
Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia), para que realice proyectos investigativos,
de producción audiovisual y concientización que tuvieran como eje la no
discriminación y la abolición de las violencias basadas en género (VBG).
La convocatoria demandaba propuestas en tres líneas
temáticas: Herramientas para el empoderamiento femenino e identidades de
género, Desnaturalización de las violencias cotidianas y Resignificación de
masculinidades. Una de las propuestas ganadoras fue “Objetores del patriarcado:
hombres contracorriente”, un proyecto de investigación-creación que se enmarcó
en la tercera línea temática mencionada: Resignificación de masculinidades, y
que tuvo como propósito presentar experiencias de vida de varones, que dentro
del sistema patriarcal hegemónico y heteronormativo, sufrieron violencias, con
relación a sus formas de configurar la masculinidad de una manera distinta y
diversa.
Para esta investigación-creación realizamos una mini
serie documental web con una temporada de cinco capítulos de entre cinco y ocho
minutos cada uno[1]; una campaña de
sensibilización, difusión y pedagogía en redes sociales y un conversatorio con
los protagonistas de la serie, abierto a toda la comunidad universitaria y con
transmisión en directo vía YouTube. El equipo investigador-creador estuvo
conformado por dos profesoras y un profesor, integrantes del Comité de Género
de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la UdeA,
tres estudiantes del pregrado en Periodismo y tres estudiantes del pregrado en
Comunicación Audiovisual y Multimedial.
En el presente texto, exponemos las discusiones e
indagaciones que surgieron en el ejercicio de la investigación-creación con
foco en la realización de la serie documental, a la que denominamos “Deshominem:
hombres contracorriente”[2].
En el rastreo de antecedentes que aborden
masculinidades no hegemónicas en estudiantes universitarios en Colombia,
implementando la investigación-creación para la realización de piezas
audiovisuales, no hallamos estudios coincidentes. En cambio, encontramos esta
relación entre metodología y tema, mayoritariamente en campos como la danza
(Galindo y Montes, 2023 y Carmona, 2021), el audiovisual de no ficción (Bustos
y Martínez, 2019), el teatro y el performance (Sainz de Baranda, 2022 y
Buitrago, 2019). No obstante, estas iniciativas no se centran en nuestro objeto
de interés: estudiantes universitarios, ni en nuestro propósito de comprender
los trayectos de construcción y deconstrucción de las masculinidades.
Por otra parte, encontramos algunos contenidos
audiovisuales de ficción y no ficción, con mayor reconocimiento que explícita o
implícitamente abordan y problematizan el asunto de las masculinidades. Entre
otros, encontramos: No soy un hombre
fácil (Eleonore Pourriat,
Francia, 2018), Todas las mujeres que
conozco (Xiana do Teixeiro,
2018, España), Chevalier
(Jennifer Siebel Newsom, Estados Unidos, 2015).
2. Problematizar la masculinidad
hegemónica
Un primer paso para avanzar hacia la exploración y la
investigación-creación de las masculinidades no hegemónicas y diversas es la
comprensión de los conceptos “masculinidad” y “masculinidad hegemónica”. En
dicha búsqueda evidenciamos que estas nociones aparecen como indisolubles de
imaginarios como: la masculinidad es exclusiva e irrenunciablemente de los
varones, la masculinidad es una noción natural o asociada a lo biológico, y la
masculinidad no está relacionada con las mujeres.
Con más de setenta años de historia, los estudios y
las teorías de género ofrecen definiciones diversas de la masculinidad, aunque
todas ellas similares en su esencia. Por ejemplo, López y Güida
(2000: 8), afirman que, aunque pareciera que existen distintas masculinidades
según la cultura de la que se esté hablando, lo cierto es que todas nos remiten
hacia un modelo hegemónico.
Por su parte, Connell y Messerschmidt (2021) rastrearon el origen del concepto y
afirman que se dio alrededor de 1980. Explican que la primera vez que se
enunció fue en el contexto del informe de un trabajo de campo que abordaba la
inequidad social en escuelas secundarias de Australia (Kessler
et al., 1982). Posteriormente, se expuso “en una discusión conceptual
relativa a la construcción de las masculinidades y la experiencia de los
cuerpos de los hombres” (Connell, 1983); y en un
debate sobre el “rol de los hombres en las políticas laborales australianas (Connell, 1982: 34)”.
Para estos autores, hablar de masculinidad hegemónica
es, en su comprensión más extendida, abordar “un sinónimo modernizado del
antiguo ‘machismo’” (Connell y Messerschmidt,
2021: 34). Bajo ese significado, la tipificación de hombre y masculinidad se
puede asociar a estereotipos de género tales como no expresar afectos y
privilegiar lo racional, no expresar dependencia, tener mucho deseo sexual,
dirigido exclusivamente a las mujeres, ser proveedor, cultivar el honor,
privilegiar la acción por sobre la palabra, ejercer una paternidad distante
(FLACSO, 2016).
En este mismo sentido, Fabbri
(2009), pone en tensión tres formas en las que se aprende a ser hombres: los
medios de comunicación, los grupos de amigos varones y el rechazo a lo
construido culturalmente como lo “femenino”; estas maneras siguen reproduciendo
un patrón de subordinación con lo femenino, pero también sigue enraizando unas
manifestaciones de lo masculino que son nocivas y que perpetúan los modelos de
que los hombres deben tener una dominación de todos los aspectos de la vida:
personal, social y cultural.
Lo que tradicionalmente se entiende como “lo
masculino” conlleva una serie de características que a menudo se asumen como
inherentes a los varones y no como construidas culturalmente. La
heterosexualidad, la homofobia, la homosocialidad (la
relación entre “pares”), la renuncia a lo femenino, el control de las mujeres y
de otros hombres, la despreocupación por las decisiones reproductivas, son solo
algunos de los rasgos que enuncian diversidad de autores y autoras acerca de la
construcción de la masculinidad como modelo hegemónico (López y Güida, 2000: 10).
Asimismo, lo masculino hegemónico también implica
roles, actitudes y actividades exclusivas de los varones. Tal y como señala Oviedo
(2018), por un lado, se exige a los hombres una serie de materiales simbólicos
e imaginarios y, por otro lado, se les prescriben “límites innegociables”
(2018: 2), tales como no tener miedo, ser proveedor, activo, fuerte,
responsable y autónomo.
Por otra parte, atendiendo al llamado de alerta que
hacen Barbero y Morcillo (en Cornell y Messerschmidt, 2021: 32) al respecto de no pasar de largo
por la noción de “hegemónico”, comprendemos este concepto en franca
coincidencia con ambos autores cuando explican que:
“Al igual que varias autoras feministas piensan el
género como un interrogante sobre el sistema de atribuciones simbólicas basadas
en la diferencia sexual que legitima las desigualdades, el concepto hegemonía
fue construido por Gramsci como una noción
metodológica, “como una forma de pensar la compleja interconexión entre
consenso y coerción, y no como una descripción de una forma concreta de poder”.
La clave del concepto, entonces, radica en las posibilidades que ofrece para
interrogar cómo el género, la raza, la clase, la sexualidad, otros marcadores
sociales y los rasgos de la personalidad, son utilizados a nivel individual,
relacional y social para legitimar (o cuestionar) la jerarquización y
complementariedad del orden de género hegemónico, a nivel global, regional y
local”.
La tensión entre el consenso y la coerción de “ser
hombre”, conlleva una discusión al respecto de la noción de poder. Para Parrini (2002: 3, citando a Kaufman)
la subjetividad masculina se sostiene en el poder y en la lucha por
conquistarlo, asunto que configura una masculinidad que podríamos llamar
violenta, cuya evidencia emerge en los históricos “clubes de hombres” como las
pandillas, las barras bravas, la milicia, etc. Masculinidad que, además, se
constituye en fuente de dolor “por tratarse de ilusiones de omnipotencia
imposibles de lograr” (Oviedo, 2018: 3).
“[...] ahora, no solo las mujeres han salido mal
libradas a raíz de la construcción hegemónica de la masculinidad. Los hombres
han pagado un precio muy alto por el privilegio de tener el control y ser
dueños de la fuerza y del poder, en la medida en que deben cumplir con un
perfil que prohíbe su sensibilidad, y que no necesariamente corresponde con la
auto-identificación de los hombres” (Oviedo, 2018: 2).
De esta manera, se pone de manifiesto la necesidad de
investigar, crear y actuar sobre un modo único
de ser hombre que inflige dolor a otras personas y a sí mismo, de
problematizar la comprensión y la aceptación social de este tipo de
masculinidad y sus efectos individuales y culturales, y de aportar a la
visibilización de las formas diversas de lo masculino.
3. Muchas razones para investigar las
masculinidades diversas
Para autores como el
escritor argentino Sergio Sinay (2006) la
masculinidad que entendemos como hegemónica se convierte en fuente de toxicidad
tanto para hombres como para mujeres y tiene la potencia de derivar en
situaciones agresivas o de fatalidad. La forma más evidente en que se
materializa este tipo de masculinidad es la violencia: contra las mujeres,
contra otros hombres, contra sí mismos y contra el ambiente. La violencia se ha
convertido en la forma por excelencia que tienen los hombres para solucionar
sus conflictos, tanto familiares como mundiales (ONU Mujeres. 2018: 11).
Una mirada superficial a
las cifras de distintos tipos de violencia en el mundo nos da un panorama
general de la relación que existe entre la masculinidad hegemónica y la
propensión a asumir riesgos y roles propiamente violentos. Por ejemplo, en
diversos países y años, particularmente en América Latina (región en la que
tiene lugar el estudio que se presenta en este artículo), las cifras de
perpetradores de violencia son superiores en hombres que en mujeres, pero
también lo son las tasas de mortalidad por asuntos asociados al cuidado y al
autocuidado como el suicidio, la desnutrición, los accidentes de tránsito, las
sobredosis y ciertas enfermedades, o relacionados con escenarios violentos como
delincuencia, riñas y el asesinato, son superiores en hombres que en mujeres,
tal y como se detalla en los datos que se enuncian a continuación.
Según un informe de la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), cada hora
perdieron la vida 52 personas en el mundo durante 2021. El estudio detalla que:
“Los hombres son las víctimas y los perpetradores más
probables de homicidio, ya que constituyen 81 % de todas las víctimas de
homicidio y 90 % de los sospechosos en contacto formal con la policía por
homicidio. Sin embargo, las mujeres experimentan un mayor riesgo de violencia
en el hogar. Aunque constituyen 19 % de las víctimas de homicidio en total,
representan 54 % de todos los homicidios en el hogar y 6 6% de todas las víctimas
de homicidios cometidos por la pareja” (ONU, 2023a).
Un reporte del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2021), señala que durante 2021
en Colombia se cometieron 13.233 homicidios, de los cuales 12.242 corresponden
a víctimas masculinas, es decir, el 92,51 %. Por su parte, para 2022, tal y
como indica el portal DatosMacro, Colombia presentó
13.108 homicidios intencionados, con 12.113 víctimas varones y 995 víctimas
mujeres. Esta tendencia se conserva al revisar diferentes años en distintas
décadas. Los datos revelan la exposición permanente de los hombres a escenarios
de riesgo y violencia.
Sumado a ello, también
son los varones los mayores perpetradores. Con respecto a las mujeres
asesinadas, el informe de Forensis (Ibídem) destaca
que en más del 30 % de los casos, el agresor es la pareja de la víctima, y la
Organización Mundial de la Salud (2021), señala que una de cada tres mujeres ha
sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o expareja y casi el
40 % de los feminicidios son cometidos por la pareja de la víctima. El
observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de Naciones
Unidas publicó que en esta región, en 2021, al menos 4.473 mujeres fueron
asesinadas por razones de género (ONU, 2022), y en 2022 4.050 fueron víctimas
de feminicidio (ONU, 2023b).
Recordemos que la
masculinidad hegemónica promulga la superioridad del varón sobre las mujeres y
sobre otros hombres y cuerpos feminizados, lo que implica una actitud
permanentemente temeraria y riesgosa, por parte de los hombres, en búsqueda de
ejercer poder y control. Tal y como indica ONU Mujeres (2018), la visión
tradicional del hombre lo ubica en la posición de asumir riesgos y evitar la
apariencia de debilidad, asunto que, en definitiva, afecta su integridad y la
de terceros.
Ejemplo de lo anterior
son las cifras de suicidio marcadamente superiores en hombres (2.689 casos en
Colombia en 2021, de los cuales el 81,03 % fueron hombres). Asimismo, la
conducción temeraria de vehículos es otra manifestación de la actitud temeraria
que exige la masculinidad; según Forensis (2021) de
los 31.850 casos de accidentes de tránsito reportados, el 23 % produjeron
muertes (7.477 personas fallecidas). De este porcentaje de casos fatales, el 83
% (6.171 casos) corresponde a varones.
Las cifras son
elocuentes, pero ahondar en ellas no corresponde al alcance de este artículo ni
de la investigación. Son solo una muestra de la necesidad de estudiar y
discutir sobre la masculinidad hegemónica y la violencia asociada a ella,
poniendo en evidencia la existencia y
los trayectos de otras formas de lo masculino como formas no violentas de ser
varón.
4. ¿Cómo indagar por las masculinidades
no hegemónicas desde la investigación-creación?
Enfocarnos en las masculinidades
diversas en contraste con las hegemónicas o tradicionales nos permite desde un
inicio identificar el asunto a indagar. A partir de un enfoque de género, la
masculinidad es entendida como una construcción social y por ende no comprende una forma única de expresión. Desde allí nos
posicionamos en esta investigación -creación: es decir, alejándonos de posturas que la intentan definir desde
miradas esencialistas y biologicistas.
Entendemos que desde este enfoque de género se nos
facilita buscar y encontrar posibles deconstrucciones de la masculinidad.
Para adentrarnos a los posibles caminos de
deconstrucción de una sola masculinidad hegemónica, optamos entonces por la
metodología de la investigación-creación. En el 2014, distintas instituciones
académicas colombianas de arte, diseño y arquitectura impulsaron el
reconocimiento de la investigación-creación como modelo para la generación de
nuevo conocimiento en el marco de la Política
Pública de Ciencia, Tecnología e Innovación (Madero y Ballesteros, 2021).
Así como la investigación tradicional, los procesos de investigación-creación
-en algunos ámbitos llamada investigación artística- también pueden generar
nuevo conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación, transferible al sector
social, cultural y productivo, especialmente al de las industrias creativas y
culturales (Minciencias, n.d).
Al momento de indagar por asuntos con perspectiva de
género consideramos pertinente optar por la mencionada investigación-creación,
puesto que este tipo de abordaje suele
buscar el progreso y la posibilidad de combatir muchos de los grandes desafíos
sociales (Buitendijk, Simone y Maes,
Katrien, 2015). De acuerdo con Pérez Sedeño (2008),
se hace necesaria una epistemología alternativa para la generación de nuevo
conocimiento con enfoque de género: “Si el patriarcado está enclavado en la
estructura misma de la sociedad, las formas de producir conocimiento que desde
esta lógica emerjan, también estarán teñidas por la forma patriarcal” (citada en
Schongut, 2012: 31). En este sentido, los estudios
feministas han ofrecido innovadoras pautas promoviendo que se hable al respecto
a través de un discurso proveniente de las mujeres en plural, abriendo la
posibilidad no solo de nuevas creencias sino además de un conocimiento propio.
En sintonía con lo anterior, nuestro proyecto buscó la
realización de una pieza serial audiovisual, fruto de la
investigación-creación, como base para indagar por las masculinidades no
hegemónicas de los personajes centrales de la serie. Estos varones, se
autodefinieron como seres que vivían una masculinidad no hegemónica y en
permanente construcción. El grupo de la presente investigación accedió a las
experiencias de estos varones gracias a un proceso de convocatoria abierta, en
la que había como único requisito la autopercepción y el pensamiento crítico
frente a la forma de vivir su masculinidad; teniendo en cuenta categorías como
el rol, la posición social y el carácter, ampliamente descritos por autoras
como Kate Millett (1969) y enunciado durante las
consultas previas con el asesor temático[3].
Los personajes que componen la pieza audiovisual, pertenecientes a la comunidad
universitaria, narraronn con su propia voz sus
diversas formas de ser hombres y de vivir sus masculinidades divergentes.
Contar la historia personal y con ello contribuir a la
construcción de una naciente memoria colectiva sobre las nuevas masculinidades
como campo de estudio, requiere atravesar– por parte de los sujetos– y
acompañar– por parte de quienes les investigan– procesos personales profundos.
Estos procesos exigen, desde los sujetos investigados, autorreflexión y
comprensión de sí mismo para adquirir la capacidad de interpretar sus vidas en
su entorno y cómo éste permeó o detonó otras formas de ser hombre. Por parte de
quienes condujeron la investigación, este proceso requirió de un acompañamiento
cercano que permita una adecuada
clasificación y jerarquización de los hechos de manera que puedan expresar la
experiencia vital que les fue compartida, por medio de una narración y –en
nuestro caso– una puesta en escena documental coherente con los hallazgos
encontrados.
Por último, la delimitación de nuestra investigación
está dada por el marco que ofrecen tres interrogantes principales: ¿a qué nos
referimos con masculinidades no hegemónicas? ¿Cómo se construyen este tipo de
masculinidades divergentes en comparación con las hegemónicas? y, por último,
¿cómo se presentan y desenvuelven las masculinidades no hegemónicas en el día a
día?
5. Metodología
Para el presente proceso optamos por
la investigación-creación para obtener dos resultados puntuales:
(1) un proceso sistemático y
creativo de innovación que permita ser replicado –o ser punto de partida– por
nuevas propuestas del ámbito de las comunicaciones o con objetivos similares;
(2) una obra audiovisual reflexiva.
Como es bien sabido en la investigación-creación, no sólo nos sentimos
impulsados(as) a producir una pieza u obra que generara nuevo conocimiento,
sino que nos interesamos por impactar a terceros por medio de un proceso del
que puedan apropiarse en futuros proyectos. Con lo anterior, afirmamos que la
obra no es el fin único de la investigación-creación, el proceso también forma
parte importante de ese resultado final cuando lo que se quiere es que,
precisamente, la obra sea generadora de un conocimiento.
En la investigación-creación la
palabra creación no está exclusivamente asociada a la pieza terminada, sino
que, además, se vincula con los procesos de producción, las dinámicas de
interacción y las experiencias que genera (Bonilla Estévez et al., 2018:
283). En este caso, la práctica forma parte del proceso investigativo al mismo
tiempo que la producción de la obra es permeada por el conocimiento teórico.
Así pues, los resultados que persigue una investigación-creación, son producto
de una interdependencia entre la obra y el conocimiento surgido de procesos
investigativos.
La pregunta central de nuestro
proyecto se articuló en la pieza creativa final – una mini serie web documental
denominada Deshominem–
gracias a un proceso de reflexión que a medida que fue avanzando fue revelando
respuestas, pero también nuevas inquietudes frente al objeto de estudio y sus
preguntas iniciales. Lo anterior bajo el supuesto de que, si uno de los
objetivos de la investigación científica es llegar a conclusiones objetivas y
verificables, en la investigación-creación se busca “abrir posibilidades,
sugerir interpretaciones y cuestionar certezas” (Bonilla Estévez et al., 2018: 285). De modo que, al
haber optado por la investigación-creación nos propusimos extender los
horizontes planteados por el paradigma positivista al propiciar un espacio para
la existencia de esos otros tipos de conocimientos.
De acuerdo con Borgdorff (2007), la práctica artística
se califica como investigación cuando cumple con tres requisitos:
1. Proponer
ampliar el conocimiento y la comprensión a través de una investigación
original.
2. Plantear preguntas
pertinentes para el contexto en que se produce.
3. Emplear métodos
apropiados para el estudio del proceso creativo que llevan a la producción de obra.
Como vemos, para la
investigación-creación no solo son de suma importancia la obra o la pieza
final, sino también el proceso. Igualmente es relevante el contexto en el que
se desenvuelven los hechos a indagar. Tomando en cuenta lo anterior, diseñamos
un proyecto en 4 etapas, cada una lo suficientemente flexible para dejarse
permear por los hallazgos creativos que fueran emergiendo.
En primera medida –y para tener un
cierto control del contexto a indagar– delimitamos el proyecto a la población
estudiantil de la Universidad de Antioquia, tomando ventaja de lo grande y
diversa que es como un verdadero universo. Contamos con el apoyo de la Facultad
de Comunicaciones y Filología, aprovechando que quienes formulamos el proyecto
pertenecemos al Comité de Género de la Facultad, pero no cerramos el alcance a
esta unidad académica y buscamos, desde un inicio, a los personajes de nuestra
serie documental en todas las dependencias de la institución. Adicionalmente,
convocamos el recurso técnico del Centro Integrado de Laboratorios de la
Facultad, llamado 1012|L@b y de estudiantes de los programas de Comunicación
Audiovisual y Multimedial (CAM) y Periodismo.
Los y las estudiantes fueron
protagonistas en el desarrollo del proyecto, pues tuvieron voz y voto para
sugerir caminos y encontrar formas creativas adecuadas de abordar a los
protagonistas de la serie documental. Para la ejecución de la propuesta se
aprovecharon técnicas, métodos, procesos e instrumentos propios de la
investigación periodística, la realización audiovisual y la comunicación
digital, enmarcadas bajo la premisa de hacer investigación-creación. Las 4
etapas en las que se desarrolló el proyecto fueron:
1. Convocatoria
Durante esta fase del proceso se
llevó a cabo una convocatoria abierta a estudiantes de la Facultad de
Comunicaciones y Filología para integrar el grupo que, de la mano de los y las
integrantes del Comité de Género, desarrollarían el proyecto de
investigación-creación.
2. Información e
Investigación-creación
Teniendo la reportería como método
de investigación periodística. Se rastrearon fuentes documentales,
audiovisuales y periodísticas (principalmente reportajes, noticias y podcast),
que aportaran rigurosidad académica y veracidad al contenido de la pieza a
crear. Asimismo, se identificaron expertos en estudios de género y
masculinidades no hegemónicas, docentes y activistas, que, como asesores
temáticos, aportaron al análisis del contexto y las particularidades de las masculinidades
en la ciudad y en la universidad.
Durante esta etapa los asesores
temáticos se reunieron con el equipo del proyecto para discutir sus posiciones
y darnos luces con relación a las perspectivas sugeridas para abordarlo en la
serie. La temática central trabajada en estas sesiones con expertos fue las
masculinidades no hegemónicas, sus procesos de emergencia y construcción, los
procesos individuales que conlleva la deconstrucción y la reconstrucción de la
identidad y la caracterización posible de estas masculinidades como identidad.
Como resultado de la información
obtenida a través de la lectura y la conversación con expertos, se dio inicio
al proceso de creación. Desde esta etapa comenzamos a imaginar los posibles
personajes que pudieran ser protagonistas de cada capítulo de la serie,
teniendo claro que, al tratarse de un documental, éstos debían ser hombres
reales dispuestos a contarnos sus propias historias. Con base en esto se
ejecutó un proceso de pre-reportería de personajes que fue bastante útil
durante las fases de preproducción y producción de la mini serie documental.
Gracias a este proceso simultáneo de
ir consultando fuentes y expertos (as), a la par que se iban imaginando los
posibles personajes idóneos, se estableció la viabilidad de las historias y de
los capítulos para la serie, así como la disponibilidad y la voluntad de los
entrevistados. Esto también nos permitió diseñar la estructura general de la
serie documental, eligiendo los ejes narrativos de cada capítulo, el arco
dramático, los personajes y los temas a enfocarnos en cada episodio, y, en
general, evaluar la factibilidad de realizar cada historia en el universo de la
serie.
Para la pre-reportería utilizamos
instrumentos tales como mapas de fuentes, archivo de fuentes documentales,
encuestas y entrevistas en profundidad. En esta segunda etapa de información e
investigación-creación, logramos hallar y confirmar la participación de los
seis personajes, con sus historias, para cada capítulo de la serie.
3. Desarrollo de la
serie web documental
Esta fase contempló los procesos
propios de preproducción, producción y posproducción de la pieza audiovisual:
escritura de guiones para las entrevistas con base en lo hallado en la fase de
pre-reportería y propuesta de referentes audiovisuales, propuesta arte,
propuesta tratamiento sonoro y visual, scouting de locaciones, desglose de producción y
presupuesto, plan de rodaje, grabaciones, colorización y montaje.
Precisamente por tratarse de un
proceso de investigación-creación, esta etapa no fue lineal como se espera que
sea una realización audiovisual en el medio. Mientras íbamos avanzando,
encontramos nuevas preguntas y apreciaciones frente a lo que como equipo
queríamos plasmar en cada episodio, estas apreciaciones surgieron de los mismos
personajes a entrevistar para la serie, lo que dio lugar a que repensáramos
algunos enfoques temáticos que no teníamos contemplados. Asimismo, como parte
del proceso periodístico, pero también propio de la creación audiovisual, en
esta fase se llevaron a cabo tareas de clasificación y jerarquización de la
información y del material obtenido durante el rastreo, la investigación y la
grabación.
Por último, fue en esta etapa que el
personal del 1012|L@b se vinculó al proyecto con sus recursos técnicos y
tecnológicos óptimos para el rodaje de lo que, finalmente, resultó en 5
capítulos, cada uno con una duración de entre 5 y 8 minutos. Este personal
también aportó un diseñador gráfico que, en conjunto con una integrante del
equipo realizador, y con base en la pre-reportería, creó la identidad visual y
sonora del producto final.
4. Difusión y
socialización pedagógica de la pieza creativa y sus temáticas
Para esta última etapa se diseñó y
ejecutó una estrategia de divulgación y sensibilización apropiada para la serie
web documental y de las temáticas que allí se abordaron. Lo anterior se efectuó
de dos formas:
(1) aprovechando los canales virtuales oficiales de los que
dispone la Facultad de Comunicaciones y Filología y la Universidad de Antioquia
para alojar allí los 5 episodios de la serie, tomando en cuenta que el público
objetivo dentro y fuera de la serie era la comunidad universitaria, y
(2) los resultados obtenidos, no solo de la pieza creativa
sino de todo el proceso de investigación-creación, se socializaron desde un
propósito pedagógico y mediante un evento de orden académico y artístico.
Dada la sensibilidad de algunos
temas que se abordaron en la serie, y la necesidad de instalarlos en nuestra
institución desde la perspectiva reflexiva y crítica enfocada en la propuesta
de soluciones a problemáticas y violencias de género muchas veces
invisibilizadas, el evento contó con la participación de los personajes de los
5 episodios y la moderación de Analú Laferal. Siendo esta una reconocida artista y activista
trans que se centra en el cuerpo como territorio en disputa, quien se encargó
de hacer las preguntas disruptivas y reflexivas durante el conversatorio.
Adicionalmente en este evento, y desde la parte artística, se hicieron
intervenciones musicales relacionadas con la temática tratada. La socialización
contó con la presencia de, al menos, 100 personas.
De acuerdo con Borgdorff
(2007), metodológicamente la investigación-creación emplea métodos
experimentales y hermenéuticos que generan procesos y productos singulares. El
proceso y los resultados de nuestro proyecto responden a la anterior
afirmación, permitiendo que la indagación por las diversas formas de
masculinidad no hegemónica que coexisten en la Universidad de Antioquia se
analizara reflexivamente a través de la creación de una obra que puede
trascender la comunidad universitaria, puesto que los temas allí tratados no
son exclusivos de la institución.
6. Desarrollo
Como mencionamos anteriormente,
producto del trabajo de campo y de las discusiones surgieron cinco capítulos de
una miniserie documental web. El arco dramático se centró en las narrativas de
seis hombres de la Universidad que reflexionan al respecto de cómo han
vivenciado sus masculinidades a lo largo de la vida. Estos capítulos presentan,
en las voces de sus protagonistas, una mirada por procesos: construcción,
consciencia, deconstrucción y reconstrucción de las masculinidades, por ende,
cada uno se nombra de acuerdo a este proceso o etapa en las que estos
personajes configuran las formas en las que deciden diariamente ser “hombres”.
Así pues, presentamos en cada
capítulo un análisis de lo que subyace en las reflexiones de sus protagonistas.
Cabe aclarar, además, que como parte de la propuesta estética de los capítulos
los nombres de los participantes no se publican en las intervenciones, pues
interesa más una construcción de sus identidades desde sus voces y expresiones.
Ese mismo artificio se mantendrá a lo largo de este análisis, por lo que iremos
citando a los protagonistas sin indicar sus nombres.
6.1. Capítulo 1. Deshominem
Imagen 1. Capítulo 1
Fuente: extraída de la serie
documental Deshominem. Hombres contracorriente.
Las implicaciones, las formas de ser
hombre y las maneras en las que socialmente se construye la masculinidad en
nuestros entornos culturales son lo que constituye este primer capítulo. Aquí
se narran esas formas hegemónicas que se heredan culturalmente para responder a
los mandatos de lo que debe ser un hombre.
En ese sentido, los protagonistas
nos cuentan cómo debe ser ese comportamiento: ser fuerte, dominante, mostrarse
como peligroso para el otro, ser la figura protectora del hogar, tener todo
bajo control, ser líder, no preocuparse por la imagen corporal, ser tosco…En
fin, un sinnúmero de parámetros que implica que el hombre siempre debe
demostrar su virilidad y supremacía.
Rita Segato
(2003: 38) plantea que “[…] si el lenguaje de la femineidad es un lenguaje performativo, dramático, el de la masculinidad es un
lenguaje violento de conquista y preservación activa de un valor”. Por ende, el
hombre está obligado, desde su niñez a responder a este mandato, siendo la
sociedad, quien vigila esta forma de masculinidad impuesta. Sin embargo,
también se plantea que este paradigma al que se asiste no es siquiera una
elección, se hace per se.
Al respecto plantean dos de los
protagonistas que “No hay un conocimiento
consciente del ser hombre.” (2:26, Protagonista 1), y que “No existe una guía para meterse en el mundo
de la masculinidad.” (3:08, Protagonista 2), es decir, hay un mandato al
que se obliga y que se regula desde todos los puntos de vista posibles, para
que no se tergiverse esa supremacía de lo patriarcal, pero, además, que debe
vigilarse y regularse, pues,
“Lo peligroso del sistema patriarcal
es que irradia todos los aspectos de la vida, es decir, generalizando y
universalizando las hegemonías masculinas desde un lugar absolutista y perpetuando
los preceptos que normalizan los roles, las conductas y las relaciones, por
tanto, configuran sociedades que refuerzan discursos y prácticas que reproduce
la supremacía masculina.” (Brito, Basualto y Flores,
2002: 25)
Igualmente, uno de los puntos
recurrentes en la narrativa es que los hombres no pueden expresar sus
sentimientos de ninguna manera pues: “[…]
pareciera que el amor, los hombres sólo pueden expresarlo en lugares privados.”
(2:30, Protagonista 3). En ese aspecto, también estos hombres empiezan a
mostrar quiebres en las formas en que se constituyen esas maneras hegemónicas
de lo masculino, y justo tiene que ver con la expresión de sentimientos como
parte de asumir eso de ser hombre desde otras aristas.
Es
así como uno de los personajes narra: “[…]
a mí me parece absurdo que uno como hombre no pueda tener miedo, no pueda tener
miedo de salir al centro a las 10 de la noche porque qué miedo, me van a
atracar […].” (3:15, Protagonista 4), y afirma más adelante, “Yo, si tengo que llorar, lloro” (3:40,
Protagonista 4). Como se ve, a partir de estos cuestionamientos y acciones es
que se empieza a pensar, por ejemplo, en masculinidades más sensibles y que se
van desmoldando de lo socialmente arraigado.
6.2. Capítulo 2. Inconsciencia
Imagen 2. Capítulo 2
Fuente: extraída de la serie
documental Deshominem. Hombres contracorriente.
Siguiendo la línea del anterior
capítulo, el segundo episodio aborda de manera más profunda esas formas de ser
hombre que se imponen y se norman, pero también los personajes nos hablan de
los comportamientos que la sociedad les impone y que, al no responder a ellos,
les crean conflictos. “Yo, de niño, tenía
ciertos comportamientos muy afeminados, por decirlo así, y mi mamá siempre era
encima de mí, ‘usted no puede ser así, usted no puede llegar a ser como sus
tíos, usted tiene que ser diferente, porque si usted llega a ser así, no vuelve
a mi casa, se olvida que tiene mamá.” (1:04, Protagonista 4).
A este respecto, las formas de lo
que se considera normal frente al ser hombre se deben regular y volver al
cauce, no se puede salir de él. Incluso, algunos de los protagonistas enuncian
que asisten a esas formas de regulación de manera inocente, casi inconscientemente,
para poder “adaptarse” a eso que se le pide y que debe ser un hombre: “Todavía para mí es difícil saber quién soy
yo, pero es porque vos desde muy niño empiezas a reprimirte y es como si uno
moldeara una versión de ti, una mala versión de ti, porque al final uno no
puede negar lo que es.” (1:34, Protagonista 5).
Incluso con formas de discriminación
ocurre lo mismo. Así lo expresó uno de los protagonistas: “Me pegaban, me decían mariquita, y yo, por ejemplo, no sabía qué era
mariquita, yo no sabía muchas cosas que ellos me decían.” (3:14,
Protagonista 2). En ese sentido, plantean Brito, Basualto
y Flores (2002: 25) que:
“Esta normalización ha permeado, a
través de dispositivos de vigilancia y dominio, las trayectorias de vida de
hombres, mujeres, niñas y niños, dejando huellas indelebles en los cuerpos,
rostros y relaciones, las que están supeditadas en los ámbitos públicos y
privados. En este paradigma, los cuerpos femeninos y feminizados son los que
experimentan la subordinación del poder orgánico y estructural de manera
explícita o solapada, de tal modo, que se les pretende corregir -porque se les
considera un error- a través de los diversos espacios sociales, los que se
manifiestan en roles y funciones adscritas por género. Es así, que las formas
de designar quedan fijas e inmutables en roles subalternos que persisten y se
transmiten por las porosidades de los sistemas que conspiran con la ideología
patriarcal.”
Sin embargo, siguiendo este
planteamiento, esas mismas porosidades que se empiezan a escapar a la ideología
del mandato hegemónico de la masculinidad son a las que asisten estos
protagonistas, pues reflexionan y construyen estados de fuga en sus vidas para
plantear otras miradas frente a esa masculinidad, y así lo enuncian: “Pues no me cuestioné si era hombre, pero sí
si era ‘ese’ hombre.” (4:19, Protagonista 2) (refiriéndose a tener novia
desde pequeño, ser de brazos grandes, deportista); y otro dice, “[…] he interiorizado mucho que las personas
somos distintas y que yo era un hombre distinto, pero eso nunca me generó un
conflicto.” (4:27, Protagonista 4); “[…]
la construcción que yo he hecho de mí, me ayuda a identificarme como un hombre,
una masculinidad, digamos, poco normativa.” (4:34, Protagonista 1).
Queda claro en estas narrativas que
estos protagonistas empiezan a des-anquilosar un modelo hegemónico de ser
hombre y apuestan a otras formas de serlo. Unas formas que se preocupan más por
sus historias personales, por cómo lo asumen como individuos y no a lo que
deben asistir social o culturalmente. Estas voces nos empiezan a mostrar que el
discurso unívoco de lo masculino se desglosa para dar cabida a expresiones más
plurales en las formas de llevar a cabo lo que se considera el ser hombre.
6.3. Capítulo 3. Conciencia
Imagen 3. Capítulo 3
Fuente: extraída de la serie
documental Deshominem. Hombres contracorriente.
En este proceso de ir tomando
conciencia de las formas de crear masculinidades los protagonistas reconocen un
aspecto fundamental en su configuración: la mirada que les ha otorgado la
universidad. Primero, como un espacio para tomar conciencia y estar desde su
construcción de masculinidad, porque lo reconocen como un lugar diverso: “Creo que la U es un espacio muy diferente,
más diverso, que permite múltiples formas de ser, una lógica muy interesante
porque le permite a uno abrirse a muchas experiencias […].” (0:33,
Protagonista 6). Pero también porque posibilita reconocer dicha diversidad: “La universidad me ayudó tanto a desfigurar
ese concepto, […] pues todos somos tan diferentes.” (1:00, Protagonista 4).
Y segundo, como posibilidad de transformación desde la formación académica: “Tal vez un espacio más retador, pero
también un espacio que me regaló palabras para yo ponerlas a conversar con todo
lo que venía transitando.” (1:18, Protagonista 7).
Como consecuencia, estos hombres
empiezan a estructurar otras formas de lo masculino en las que redefinen
aspectos sobre sus corporalidades, performatividades,
roles sociales, actuaciones, estilos de vida, sentimientos: “Entonces un mostrarse frágil y que apenas
está entendiendo, eso también es un aspecto que puede notarse traidor, porque
muestra la fragilidad del hombre muestra que también el hombre está susceptible
a cambiar.” (2:34, Protagonista 7).
Este mostrarse
frágil es un aspecto que implica que esa acepción de hombre hegemónico, que no
podría mostrar sus sentimientos, es un cambio que se hace necesario para
construirse desde otra orilla de lo masculino. Incluso, algunos se identifican
con otros sujetos en algunos aspectos no tan comunes: “Me sentía diferente cuando era niño, porque hoy en día hay muchas
personas que se pueden parecer a mí en todos los aspectos, tanto en lo físico
como en lo comportamental.” (2:52, Protagonista 4).
Estas otras identificaciones, según
nos relata uno de los protagonistas, las encuentran además en otros campos: “Creo que desde la literatura también se me
ha presentado mucho esa figura, y es el las posibilidades de vida que hay, que
uno no está condenado a ser lo que a uno le dijeron que tenía que ser, y uno
lee una historia y uno dice, no estoy condenado a tener esta vida, también
puedo tener esta vida que leo.” (5:42, Protagonista 7).
Como se
evidencia en estas narrativas, los protagonistas disponen diferentes medios
para poder tener estados de conciencia y proyectar esas otras maneras de su
masculinidad. Las búsquedas son muy particulares, pues van desde lo literario,
pasando por el vestuario, las formas de comportamiento, el demostrar
sentimientos, etc. Esto hace que se construyan masculinidades diversas, no
hegemónicas, o que rompen estereotipos de lo que siempre se ha presentado como
ser hombre en una sociedad como la nuestra.
6.4. Capítulo 4. Deconstrucción
Imagen 4. Capítulo 4
Fuente: extraída de la serie
documental Deshominem. Hombres contracorriente.
La deconstrucción también debe
pensarse como un proceso de ponerse en crisis, de confrontación, pero implica
la posibilidad de algo distinto. Esto es justamente lo que configura este
cuarto capítulo de la serie: un espacio de crisis y posibilidad. La primera voz
narrativa abre este episodio, precisamente con esa expresión de la crisis: “Todo espacio de ruptura siempre termina
siendo un espacio formativo, porque hace que la persona se cuestione, y una
ruptura y un dolor no es necesariamente un dolor físico, pero que si uno se
siente muy cómodo en su existencia no se va a cuestionar, digamos cómo lleva la
vida […] toda ruptura siempre implica un dolor.” (0:30, Protagonista 3).
El dolor forma parte de este
proceso, sin embargo, una vez superado, permite un reconocimiento de sí, una
mirada sobre sí, que es más amable y amorosa, como lo expresa otro de los
protagonistas: “Ha sido doloroso pensar
que algún día, por un segundo, tuve confrontaciones con lo que era me duele
pensarlo, me duele pensarlo, y decirme ve, en algún momento tuviste
confrontaciones con lo que eras, y ya tanto que te amas, tanto que te respetas,
tanto que te valoras, tanto que te quieres […].” (2:16, Protagonista 6).
Este “ponerse en crisis y superarla”
en estas historias de vida, tiene que ver con abandonar ciertos preceptos de la
masculinidad hegemónica para poder potenciar otras maneras de reconocerse como
hombres, desde otras consideraciones y percepciones, que tienen que ver más con
sus individualidades, con sus experiencias y formas de ver el mundo. En ese
sentido, plantean Asensi y Ribalta
(2004: 16), disertando sobre Derrida, que “la
deconstrucción hay que inventarla siempre, a cada paso, sin cesar, de ahí su
enorme potencialidad creativa. Sus estrategias son contextuales, locales, y lo
que es válido para un contexto quizá no lo sea para otro”.
Siguiendo este precepto de
deconstruir lo masculino uno de los protagonistas enuncia que, “[…] hablarme como hombre es importante,
primero para reconocer que hay otras formas de ser hombre, que no están siempre
ligadas a las formas patriarcales, y que uno como hombre que busca pensar y
transitar otras formas de masculinidad, todavía no se tiene resuelto.” (1:56,
Protagonista 7). Es decir, se trata de una constante invención y reinvención,
un devenir que incluso, muchas veces, ni desde lo social y hegemónico tiene un
asidero claro en las praxis cotidianas, pero que a partir de estas búsquedas se
empiezan a reflexionar sobre ellas.
A este respecto, otro de los
personajes indica que cuando lo empiezan a determinar por no corresponder a una
especie de “estándar” de lo masculino y lo nombran de otra manera, es que se
hace necesario pensar que la masculinidad se conforma de múltiples variables y
que no es unívoca, “A mí ese significante
me empezó a molestar, y yo decía: es que yo no soy igual a un pelao[4], como yo no soy igual a
una orientación sexual, o sea, uno es un cúmulo de cosas. Pero cuando a uno le
dicen, cuando a uno le centran la identidad en un término, justamente uno dice eso:
no necesito que me terminen.” (3:39, Protagonista 7). Siguiendo esta línea
de la indeterminación, y del devenir en el ser hombre, muchos de los personajes
hacen hincapié en que es algo movedizo, transitorio, que no siempre perdura en
el tiempo, debido a que:
“Lo
que hoy puede ser una resistencia mañana puede no serlo, y lo que hoy puede ser
una técnica de control mañana puede ser un espacio para la resistencia,
entonces en esa medida uno no puede creer que eso ya está determinado que no se
puede cambiar, no si tiene que haber una posibilidad, usted puede construir
otras formas de ser hombre, tiene que cuestionarse, por ejemplo, por qué sí,
por qué no, construir una ética de la existencia, quizás.” (5:16, Protagonista
3)
La deconstrucción de la masculinidad
no tiene una sola vía, cada sujeto la va construyendo y decide qué de esos
estándares de lo masculino subvertir, renunciar, rehacer y adoptar. Es claro,
además, que, si bien este proceso nunca se completa, estas personas ya han
tomado una vía de reflexión al respecto para tejer otras formas de lo
masculino. Finalmente, “Lo que sí que está claro es lo que la deconstrucción
busca: poner patas arriba el discurso metafísico, logo céntrico o
falogocéntrico allí donde se presente: en la filosofía, en el arte, en la
política, en el Derecho, en la sexualidad” (Asensi y Ribalta, 2004: 16).
6.5. Capítulo 5. Reconstrucción
Imagen 5. Capítulo 5
Fuente: extraída de la serie
documental Deshominem. Hombres contracorriente.
Finalmente los protagonistas de
estas historias son conscientes de que ahora construyen, habitan, configuran
otras figuras de la masculinidad, que ejercen unas masculinidades distintas y
diversas. De acuerdo con nuestros personajes, estas formas de masculinidad
pueden verse como: “Un hombre dual.”
(1:43, Protagonista 1), “[…] no binario.”
(2:25, Protagonista 6), un género que fluye, que incluso, pasa por una
indeterminación, por una masculinidad en devenir, que se sigue construyendo y
que todavía no se tiene tan claro, que todavía no han solucionado eso de “ser
hombre”: “Yo podría decirles que la
masculinidad es como cada quien quiera vivirla.” (1:05, Protagonista 4).
Al llegar al quinto capítulo de la
serie, notamos cómo algunos de los protagonistas se perciben como hombres más
empáticos, con relación a una masculinidad hegemónica que se instaura en lo
social y cultural como una obligación. Algunos expresan: “Yo me siento hombre por los privilegios que he vivido, pero también
por las obligaciones que se me han impuesto.” (1:08, Protagonista 7); “[…] cuando uno se pone a ver ese mundo,
cuando se pone a ver que hay personas que la están pasando mal también por
cuestiones de esas masculinidades, uno se vuelve más sensible a este mundo, uno
se vuelve más comprensible.” (2:59, Protagonista 2).
Asimismo,
devuelven al mundo su encargo social, la forma en que los otros deben hacerse
cargo de que la masculinidad se construye y se presenta de diversas formas,
comprometiendo a los otros frente a esa diversidad, “Yo me siento hombre con relación a la sociedad, porque esa es una
etiqueta que yo le dono al mundo, yo le digo al mundo soy hombre, y que ellos
ya hagan el tipo de relaciones que quieran con eso […] al otro lo comprometo a que solucione qué es
un hombre.” (1:18, Protagonista 7).
En esa misma medida algunos
reconocen que en su masculinidad también habita lo femenino, o más bien, eso
que se relaciona con lo femenino, como el cuidado de otros o de sí, ya que
muchas veces lo masculino es tosco y no cuida, incluso, de sí mismo. Muchos de
los protagonistas reconocen que el deconstruir no es un proceso totalitario ni
definitivo, no es irse de un extremo al otro, es un continuo deconstruir en un
lado para construir en el otro. Uno de ellos lo enuncia como más que una
resistencia, una invitación: “Lo que me
llena de gracia a través de la indumentaria es una posición de ofrecimiento, yo
no quiero llamarlo resistencia, yo quiero que la sugerencia, la invitación, sea
a empezar a retirar con afecto vocabularios que generan más violencia.” (5:37,
Protagonista 6).
Finalmente, siguiendo esa línea de
la masculinidad como constante construcción-deconstrucción, queda allí la
invitación a pensar la huella de aquello que va quedando en el deseo y la
corporalidad, como un constante imperativo que recuerda que la cuestión de las
masculinidades no es sólo discursiva sino también de actuación: “Uno cómo des-escribe el cuerpo, uno cómo le
dice al cuerpo no se comporte así, no sienta de esa manera, el desaprendizaje
no puede ser un discurso que uno crea que solucione cualquier cosa, no, el tema
de decirle a uno olvide memoria, transforme memorias […]” (6:23,
Protagonista 7).
7. Conclusiones
Por décadas los estudios feministas
han convertido el campo y la construcción del género femenino en un objeto de
análisis frecuente y reconocido. En contraste, el abordaje de las múltiples
posibilidades de construcción del género masculino ha sido menos reconocido por
un público fuera de la academia. Siendo el “hombre” (varón) el individuo que a
lo largo de la historia ha tenido agencia y poder, podría considerarse que el
estudio de su construcción de género no requiere pensarse, que está dado y
completo como un sujeto que no es un devenir.
Tal y como indica Nuñez Noriega (2016: 21), “a menudo, en los propios
estudios de género de los hombres [el término “hombre”] aparece como un término
obvio, evidente por sí mismo”. Sin embargo, estudios como el presente reflejan
la complejidad de dicha construcción.
La masculinidad no está escrita en
piedra y tampoco es una sola; se hace urgente un mayor análisis desde posturas
no hegemónicas, no sólo para saldar una deuda cultural, sino también para
contribuir a la visibilización del amplio espectro de masculinidades que
cambian de manera orgánica junto con lo que se va esperando de ellas, pues si
bien se habla de una “masculinidad hegemónica” en muchos de los estudios,
también queda claro que ésta, en cada contexto social y cultural, se entiende y
construye de manera particular (Azpiazu, 2017 ).
La investigación-creación de la que
damos cuenta en este artículo, fue una plataforma para explorar creativa y
audiovisualmente las configuraciones de las masculinidades en jóvenes
universitarios. Aunque los sujetos abordados comparten un entorno que los acoge
y contiene, como lo es la universidad, provienen de distintos lugares del país,
entre ciudades principales, intermedias y pequeños poblados. Gracias a esto, el
presente estudio permite revelar sin tapujos cómo las formas de crianza y el
entorno de crecimiento impactan en la manera de ver el mundo desde lo
masculino.
Los personajes de la miniserie nos
permitieron evidenciar que la masculinidad está en constante evaluación y reconfiguración,
pues lo que les fue enseñado en contraste con lo que han ido construyendo, se
encuentra en tensión permanente y, en ocasiones, constituye motivo de crisis de
todo tipo, desde existencial hasta vocacional.
Asimismo, este trabajo buscó instalar
una discusión académica, cultural y política en la Universidad de Antioquia,
espacio en el que esta conversación apenas era incipiente en el momento de la
publicación de la serie. Finalmente, la posibilidad queda aquí planteada para
que otros proyectos también exploren estas experiencias y puedan contribuir no
sólo a reducir las violencias de género y contra las mujeres, sino también a
proporcionar nuevas miradas frente a los estudios de género.
Optar por una investigación-creación
para este tipo de análisis permitió no sólo un acercamiento creativo al objeto
de estudio, sino que arrojó como resultado una pieza audiovisual singular con
un alto contenido reflexivo que facilita la difusión alternativa de
conocimiento a un público más amplio. La miniserie documental que se ha
desarrollado puede constituir un punto de partida para futuras investigaciones,
dado que el abordaje creativo y la metodología, como en todo proyecto de
investigación-creación, son replicables.
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Argentina: Universidad Nacional de Quilmes. Bernal.
Sinay, Sergio (2006). La
masculinidad tóxica. Buenos Aires: Ediciones B. Disponible en: https://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/10/Sinay-Sergio-La-masculinidad-toxica.pdf [06/04/2024].
[1] La serie completa se encuentra alojada en
el canal de YouTube de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la
Universidad de Antiqouia: https://bit.ly/3muroKW
[6/04/2024].
[2] El nombre Deshominem fue elegido por el equipo del proyecto después de
una discusión creativa que buscaba integrar las nociones de “hombre” y “desconfiguración” o “deconstrucción”.
[3] Una
de las etapas de la investigación contempló la conversación con especialistas,
profesores y activistas en asuntos de género. El profesor y activista Guillermo
Correa, nos ofreció las categorías enunciadas como punto de partida para la
elección de los personajes.
[4] Chico muy joven.